Una aproximación teórico reflexiva
Por Rolando Vásquez Ruiz
Tomado de la Revista theorethikos
El filósofo salvadoreño José Humberto Velásquez en su obra La Cultura del Diablo presenta dos rasgos culturales que identifican a la persona salvadoreña:
a) La Conducta Imprevisora o comúnmente llamada en el país como “Atenimiento” «imprevisión o falta de previsión», conducta que denota: desatención, descuido, negligencia, etc.
b) El Machismo como patrón de conducta sociocultural y sexual.
El jesuita sociólogo, Segundo Montes, presenta en uno de sus trabajos otro patrón sociocultural que es parte de la cultura salvadoreña, el “Compadrazgo”. Por su parte, el también jesuita, pero psicólogo, Ignacio Martín Baró, desde el enfoque de la psicología social presenta cuatro características psico-socioculturales del hombre salvadoreño y sus cuatro rasgos correlativos para el sexo femenino. Estos cuatro distintivos psico-socioculturales se encuentran en el marco del “Machismo Latinoamericano y Salvadoreño”:
a) La tendencia hacia la actividad genital;
b) La tendencia a la agresividad corporal;
c) El “Valeverguismo”, derivado de la expresión popular “me vale verga”, que apunta a una aparente indiferencia con respecto a importantes aspectos de la vida;
d) El “Guadalupismo”, que se deriva de la devoción latinoamericana a la Virgen María «y agregando de la mujer o figura femenina en general».
Dicha situación connota algo más que una manifestación de religiosidad, representa un simbolismo de la relación que liga al machista con la figura materna, sea con respecto a la madre real, sea con respecto a su sublimación modélica, la madre de Dios.
Los cuatro rasgos “machistas” tienen su equivalente femenino. A este síndrome masculino le corresponde el síndrome del “Hembrismo” en la mujer latinoamericana y salvadoreña. Este síndrome se caracteriza por los siguientes estereotipos:
a) El “Enclaustramiento Familiar”, la mujer debe permanecer en el hogar, cuidar los hijos, preparar la comodidad del hombre.
b) La “Necesaria Virginidad”, frente a la genitalidad masculina, la mujer debe llegar totalmente virgen al matrimonio.
c) La Instrumentalidad, la mujer es para el servicio y satisfacción del macho, y de los hijos suyos. d) La Sensibilidad Emocional y Religiosidad.
Una observación que resulta válida para el planteamiento de Ignacio Martín Baró, es el hecho de qué tanto tiene vigencia este síndrome del “hembrismo” a inicios de siglo XXI, cuando la “liberación femenina” parece haberse iniciado como un proceso de afincamiento de manera general en la mentalidad de la mujer latinoamericana y salvadoreña.
Pero está aparente “psicología femenina de liberación sociocultural” es una contradicción porque el hombre salvadoreño todavía evidencia grandes rasgos de “machismo”: tendencia a la promiscuidad sexual y agresividad corporal, “valeverguismo” y “guadalupismo”, etc. De esto se deduce que los rasgos masculinos y femeninos planteados por Martín Baró, no todos tienen vigencia en la actualidad ya que se evidencia una transición sociocultural.
Asimismo, algunos autores establecen como características del proceso de mestizaje latinoamericano y por consiguiente salvadoreño:
La actitud de comodín «desarrollo de la capacidad para hacer muchas cosas», la migración «desarrollo de la capacidad de ir a donde las circunstancias lo ameriten en términos de la sobrevivencia»;
· el empobrecimiento «decremento de las condiciones para sobrevivir y vivir dignamente»;
· el proletarismo «capacidad de ponerse, por necesidad, a producir para otros»;
· y la politización, «desarrollo de la capacidad para acceder al poder y para conducir la convivencia».
A esto hay que agregar, además, tres componentes que parecen propios y típicos del mestizaje:
· Ubicuidad existencial, en el mestizo están todos y él quiere estar en todos.
· La inferioridad percepcional, el mestizo tiene una imagen degradada de él mismo, quieren olvidar sus ancestros indígenas, pero no logra hacerlo y vive atado, por la culpa o la vergüenza, al pasado racial.
· La polivalencia temperamental: el temperamento del mestizo es volátil, veleidoso, multifacético.
Antes de terminar la descripción y exposición de los rasgos culturales identitarios del salvadoreño, es preciso hacer una breve alusión al “Poema de Amor” del escritor salvadoreño Roque Dalton, en donde de manera magistral y resumida, expone ciertas características históricas, psicológicas, políticas, económicas, sociales, culturales, lingüísticas, etc., de la “Identidad Salvadoreña”. Sin embargo, no representa la identidad nacional en su conjunto, sino más bien la de una “Identidad Popular”, “Identidad Segmentada” o “Identidad de clase”.
Otro connotado autor nacional que estudio la “Identidad Salvadoreña” a través de la lengua que hablan los salvadoreños fue Pedro Geoffroy Rivas, quien analizó el caso particular de la “salvadoreñidad” en el área lingüística: modismos, vocablos, semántica, etimología, etc., de la lengua salvadoreña o el español que se habla en el país. La lengua representa un elemento importante de la cultura nacional y de mucha relevancia para la “Identidad Cultural Salvadoreña”, ya que en la lengua se expresan más que palabras, se llevan implícitamente: emociones, actitudes, ideología, valores, conductas, símbolos, etc.
Como se señaló en párrafos anteriores, la “Identidad Salvadoreña” es una imagen de muchos rostros, dado que ninguna cultura es uniforme, ya que a las personas se les puede distinguir de diversos modos: por el estatus o condición social, por la región de origen, la ocupación o el género. Por ello, resulta un dilema aludir a una identidad salvadoreña, por ejemplo, cuando los hábitos cotidianos: alimentación, habla, diversión y otras peculiaridades varían considerablemente entre las clases alta, media y obrera «diferencias socio-económicas y culturales». Pero también se indicó que hay características psico-socio-culturales que trascienden o que van más allá de las diferencias socio-económicas, siendo esos rasgos los que se conocen como la “Identidad Nacional Salvadoreña”: El Machismo, el “Atenimiento”, la polivalencia temperamental, la propensión a la migración, lo proclive a la belicosidad, la actitud comodín, la politización, el “compadrazgo”, el nepotismo entre otros.
El rasgo biológico, psicológico y sociocultural de la presente sociedad salvadoreña es el “Estigma del Mestizaje”. Es manifiesto que más del sesenta y cinco por ciento de la población nacional es mestiza, pero esto no se queda sólo en el plano biológico sino que se extiende al ámbito psicológico y sociocultural. Como se aludió, el mestizo psicológicamente tiene una personalidad polifacética y ambivalente; no se siente indígena ni español, pero se identifica con este último, por ende, su “Identidad Cultural” es muy frágil.
La “Identidad Salvadoreña” actual es ambigua, confusa e incierta, etc. Porque su misma naturaleza mestiza le hace proclive a tener y adoptar una “Identidad sin Identidad”, situación que bien puede tener sus orígenes en la época colonial en donde el mestizo no se consideró ni indígena ni español, negando sus dos fuentes biológicas y culturales, aunque por razones obvias, siempre aspiró y adoptó la cultura del conquistador y dominador. Situación que se refleja como un “malinchismo cultural” en toda América Latina y El Salvador, esa misma “Identidad Ambigua y Mestiza” hace que la persona salvadoreña se incline por lo foráneo. Hoy en día, con la fuerte influencia de los salvadoreños residentes en los Estados Unidos, y por la misma globalización en los medios de comunicación, parece ser que la persona salvadoreña tiene la predilección hacia las culturas foráneas, especialmente por la estadounidense.
En la actualidad, dada la confluencia de las culturas que propicia la globalización a través de los medios de comunicación y por el mercado de consumo, es más notoria la inclinación del salvadoreño a lo estadounidense y hacia lo extranjero en general. Dado que ahora es común ver en los centros comerciales, almacenes, supermercados, comercio informal, etc., una variedad de productos de muy diversa procedencia o manufactura, la misma globalización ha propiciado que muchos productos no se fabriquen en una sola nación, sino que en varias. Así, se encuentran en los centros comerciales formales e informales de todo el país, productos de muy diversa procedencia: Estados Unidos, Taiwán, Japón, China, Guatemala, Korea, México, etc.
Aparentemente, el consumismo de las naciones desarrolladas ha pasado a ser un patrón cultural de la “Identidad Salvadoreña”, esto favorecido por los emigrantes salvadoreños y por la globalización. No se puede objetar que los salvadoreños residentes en Estados Unidos y sus familiares en el país, están teniendo situaciones de transculturación y desculturación. La nación estadounidense como uno de los polos de la globalización, está penetrando más fuerte que antes en la sociedad salvadoreña, erosionando aún más la débil “Identidad Nacional”. Los valores, pautas de consumo, estilo de vida estadounidense, están siendo asimilados por las personas salvadoreñas que emigran hacia esa nación; y qué decir de los salvadoreños que están en el país, aunque es menor la influencia, eso no quita que tenga cierto grado de repercusión.
Tampoco se pretende ser tan simplista y aseverar que la sociedad salvadoreña está en un proceso sigiloso de “estadounización o gringonización”, sino que hay cierto impacto de la sociedad estadounidense en la realidad nacional, pero lo que se evidencia es la incorporación de elementos culturales de EE.UU. y de otras naciones en la cultura salvadoreña. De tal manera, que la cultura e “Identidad Salvadoreña” actual, es una “amalgama cultural” muy confusa que contiene muchas fuentes culturales: mexicana, estadounidense, salvadoreña, indígena, española «mestiza y sincrética», etc.
Para evidenciar la anterior aseveración se tiene el caso de la globalización, donde la persona salvadoreña contemporánea tiene otro perfil cultural e identitario que se encuentra en proceso de configuración. Lo masivo de los medios de comunicación, el fenómeno migratorio, la urbanización y la misma globalización, están trasformando y modelando la realidad e identidad salvadoreñas, perfilando la salvadoreñidad del próximo siglo XXI. Los niños y jóvenes del presente son la primera “generación de la globalización”, situación que está siendo más propicia en los sectores medios y altos de la población salvadoreña, relegando un tanto, la inclusión de los sectores populares y obreros debido a su situación socioeconómica. Pero a futuro se puede esperar la masificación y acceso a los símbolos comunicacionales de la globalización: telefonía celular, televisión vía cable y satélite, Internet, etc.
Para descifrar y aproximarse a la Identidad Contemporánea del Salvadoreño de finales de siglo XX y comienzos del siglo XXI, es preciso tomar en consideración los diferentes hechos históricos que han marcado la historia nacional durante las últimas dos décadas del siglo XX. El período de la guerra civil y la firma de los Acuerdos de Paz, son puntos de referencia para el análisis de la “Identidad Nacional”, dado que sus incidencias no sólo se extendieron al plano económico, político, social, sino que también alcanzaron la esfera psicosocial y sociocultural. Igualmente para poder establecer el perfil sociocultural del futuro salvadoreño, es necesario que se tome en cuenta el proceso de migración a Estados Unidos, la “Revolución Tecnológica” en los medios de comunicación, la urbanización y la globalización, fenómenos y procesos que están transformando y configurando la cultura e identidad nacional, situaciones que han propiciado: transculturación y desculturación.
La globalización es un proceso de muchas connotaciones y su influencia se da a escala mundial y en diferentes planos de la realidad: económico, social, político, jurídico, ecológico, tecnológico y cultural. La reflexión intenta contribuir al análisis de la trascendencia de la globalización en el ámbito sociocultural de El Salvador. A medida que avance el desarrollo de la globalización se podrán despejar muchos planteamientos e hipótesis que alrededor de está se han realizado. La “Globalización y Cultura” se presentan como un terreno de estudio escasamente trabajado y no tiene la atención e importancia debida de los científicos sociales salvadoreños.
Por lo que bien se puede concluir que Latinoamérica y, por consiguiente, El Salvador, es una realidad “Mestiza” no sólo biológicamente, sino que sobre todo en el plano cultural. El multifacético proceso de globalización, se presenta para la cultura y demás realidad salvadoreña como un complejo fenómeno que implica y manifiesta diversos problemas, retos y conveniencias positivas para el país. Aunque algunos autores enfatizan el lado negativo que ejerce la globalización en la cultura nacional, no se puede “satanizar” la globalización y creer que sólo es una amenaza para la cultura local, más bien, se debe ser más objetivo al momento de estudiar la cultura salvadoreña en el marco de la globalización, para divisar un lado positivo y de oportunidades socioculturales.
Son muchas las disyuntivas, problemas y retos que se producen en las culturas nacionales a partir de la globalización: lo global en lo local y lo local en lo global, la confluencia de diferentes corrientes culturales en la mayoría de las sociedades mundiales (confluencia intercultural), la aparente “homogeneización” de algunos rasgos culturales a escala mundial, la “heterogeneidad o diversidad cultural” como situación más evidente en la realidad nacional e internacional, la “amalgama cultural” o “aleación cultural” que es el rasgo distintivo de las culturas mundiales en los tiempos de la globalización. Asimismo, la preservación de las culturas locales, autóctonas, indígenas y tribales como situación deseable; la transculturación y desculturación de las sociedades nacionales como consecuencia de la globalización. La erosión de las culturas populares y de las identidades nacionales, la cultura moderna hegemonizando sobre las culturas tradicionales, los medios de comunicación globalizados como fuentes de transculturación y desculturación.
También se tiene la reafirmación de “identidades culturales” ante otras “identidades nacionales”, la “cosmopolitización cultural” de la mayoría de las sociedades mundiales, la emergencia de la “sociedad global”, la transformación y configuración sociocultural, la “complejización y tensión sociocultural”, la oportunidad de conocer más a las culturas foráneas para valorizar la propia, etc. Todas estas son situaciones socioculturales que están siendo suscitadas de cierta manera por el proceso de la globalización a escala mundial y nacional.
Muchos de los aspectos antes mencionados se presentan para la cultura salvadoreña como actuales y futuros problemas y retos socioculturales. La Cultura e Identidad Nacional, ahora más que antes, están atravesando una situación de “Interculturalidad, reconfiguración y complejización sociocultural”, etc. Asimismo, la cultura e identidad nacional en la actualidad se encuentran en una transformación y reconfiguración sociocultural. También al hablar de la cultura salvadoreña se debe considerar como una “cultura híbrida” o como una “aleación o amalgama cultural” muy compleja.
La globalización, al igual que otros procesos y fenómenos nacionales e internacionales, están fraguando la cultura e identidad salvadoreña. El avance tecnológico y la “globalización” de los medios de comunicación electrónicos: televisión, telefonía, informática, etc., son realidades que por un lado, provocan transculturación y desculturación, pero por supuesto también pueden ser mecanismos o medios que posibiliten oportunidades y beneficios para la cultura nacional. Mediante la masificación de los medios de comunicación, las clases medias y sectores populares, pueden tener una magnifica oportunidad para acceder a la “Era de la Información”.
La identidad cultural salvadoreña como se argumentó en páginas anteriores, está teniendo una situación de modificación y fragua cultural. La globalización es sólo un factor de incidencia en la transculturación y desculturación de la sociedad salvadoreña. Junto con la migración se convierten en dos de los principales procesos que están transformando la “Cultura e Identidad Nacional”. El perfil de identidad cultural del salvadoreño contemporáneo es un tanto difuso, ambiguo e incierto; debido a diferentes factores que ya se han expuesto. Resulta un tanto difícil predecir las características culturales que han de identificar a la persona salvadoreña del siglo XXI, pero de algo se está seguro: que algunos de esos rasgos son una mezcla cultural del pasado y presente, y que se encuentran configurando el futuro.
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me llama la atención la expresión que leí : los niños y jóvenes del presente son la primera generación de la globalización, porque si no les enseñamos a valorar lo nuestro que será de nuestra identidad salvadoreña? es momento que nos concienticemos nosotros para poder concientizar a quienes nos debemos, los niños.
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