El testamento de Navidad
Marvin Aguilar
Había estado enferma por muchos meses y finalmente la
mañana del 25 de diciembre amaneció muerta. Mi padre al medio día de esa misma
fecha entregó a sus familiares el testamento cerrado que ella confió en
principios de año cuando su salud empeoró a causa de la cirrosis.
En esencia decía así: en el nombre del Padre del Hijo
y del Espíritu Santo. Yo Dolores Ester Pineda de setenta y cinco años de edad,
soltera, oficios domésticos, originaria y vecina de esta ciudad, hija legitima
de Sixto Pineda y de Bernarda Mendoza ambos mulatos descendientes de esclavos
traídos a trabajar en los obrajes de San Miguel manifiesto:
Que teniendo la hora de la muerte y encontrándome
actualmente en capacidad legal para disponer de mi última voluntad a efecto que
después de mis días no se perturbe mi reposo con disputas y discusiones que
pudieren su origen por falta de declaraciones mías.
En tal virtud, ordeno mis disposiciones
testamentarias: mando que mi cuerpo sea sepultado en el cementerio general de
esta ciudad en el mausoleo del cuadro 2 que tiene la Sagrada imagen del Corazón
de Jesús que es de mi propiedad y donde esta mi familia y tengo dos bóvedas
vacías.
Declaro que nunca he sido casada ni he tenido hijos de
ninguna clase. Igual que no debo a ninguna persona ni me deben. Que he
adquirido como bienes propios los siguientes:
Una casa de esquina de cañón de siete piezas en el
piso de abajo al lado de la calle que da a la alcaldía y una en el segundo que
hacen ocho. Y una pieza con portal al lado de la calle que linda al oriente con
el parque Guzmán ambas son casas urbanas.
Una media-agua de dos piezas situada en el barrio y
frente a la iglesia el Calvario; otra casa de esquina con su correspondiente
solar situada en la esquina sur-este del Teatro todas con sus muebles que he
vendido a mi sobrina Elvira Molina en cincuenta pesos y que deberán ser sacados
el primer aniversario de mi muerte.
Declaro que intuyo que mis únicos herederos son mis
sobrinos Elvira Molina, a quien dejo la primera casa aquí descrita compartida
con la Reina de la Paz para que en una porción le hagan la sacristía cuando
concluyan la construcción de catedral. Mientras tanto que se alquile y que de
esta mesada manden decir las misas para salvación de mi alma.
Señorita Leonor Pineda a quien dejo la segunda
propiedad descrita, con la condición que mande decir siempre las misas de San
Gregorio y las de las Cinco Llagas y una misa cada mes.
Y Sixto Pineda a quien dejo la casa tercera pero de
quien no sé donde esta, unos dicen en Guatemala otros en Honduras, es hijo de
mi hermano Abelardo Pineda y Clotilde Joya que vive en Armenia, El Salvador
quien sabía donde esta, encargando que se le telegrafíe a todas partes un año.
En último caso no se encuentre le dejo la casa a los
diez hijos de mi sobrino Sixto Pineda. Sus hijos son: Francisco, Agustín, Juan,
Esteban, Roque, Isidoro, Miguel Ángel, Tomasito, Carmen, Lucia.
En la cuarta casa deberá vivir Victoria Sequeira
mientras viva la niña que la acompaña, y después de sus días es para Luisa
Yescas.
Que si no quiere Victoria Sequeira vivir allí que la arriende y tome
los alquileres mientras viva.
También tengo una tienda en el portal Kury que quiero
este alquilada por cuatro años y enseguida se venda y se reparta el dinero en
obras de caridad para darles cinco pesos a los reos del pueblo; quinientos
pesos al hospital; quinientos al hospicio; quinientos a la iglesia y se buscara
a pobres vergonzantes para darle diez pesos a cada uno. El precio de la tienda
es de tres mil pesos.
Finalmente dejo la casa en donde vivo que vale ocho
mil pesos y que fue de Marcos Letona que construyó el Teatro que primero se
alquile y de ese dinero se manden decir las misas y se paguen los impuestos que
cause y repare.
Luego se venda y se invierta el dinero en darle a
Santo Domingo mil pesos; quinientos a la iglesia del Calvario; mil pesos al
señor obispo; cien pesos a la niña Lucila Arguello; cien pesos a Lolita del
Carmen Retes; cien pesos para Teresita Bran; doscientos a Juanita Arguello;
doscientos pesos a los hijos de Elvira Méndez: José, Elvirita, Rosario y
Blanca. Mi sobrino Alberto Amaya le dejo doscientos pesos; cien pesos a María
Luisa Yescas.
El dinero restante que se ponga al interés para
mientras se reinician los trabajos de construcción de catedral pero si en
cuatro años no comienzan que se reparta en obras de caridad buscando siempre
los pobres vergonzantes que por vergüenza no salen a pedir limosna y en
mandarme decir las misas que dejo escritas.
Que se aparten quinientos pesos al doctor Joaquín
Argumedo Dueñas por sus honorarios para dar cumplimiento a mis voluntades.
Imperecederos agradecimientos al joven Don Manuel Inés
Aguilar Barquero, gachupin avecindado en San Miguel y quien guarda este
testamento que revoca y anula otros testamentos y demás disposiciones
testamentarias que haya dictaminado antes y quien quiero que solo este valga se
observe y cumpla según lo manda y ratifico y lo firmo después de haberlo leído
y meditado convenientemente, esperando que Dios en su divina majestad me deje
pasar las navidades de este año aun con vida.
Entregase y habrase para darle publicidad. Ciudad de
San Miguel el 25 de diciembre de mil novecientos veinte y uno.
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