FRANCISO, PRIMER PAPA LATINOAMERICANO. (POR RODRIGO AGUILAR).
El trece de marzo, Jorge Mario Bergoglio, fue electo Papa por el Colegio Cardenalicio, después de la renuncia de Benedicto XVI, convirtiéndose en el Pontífice número Doscientos Sesenta y Seis de la Iglesia Católica y Jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano.
La noticia de su nombramiento, causó impacto alrededor del mundo porque es el primer Papa Latinoamericano y además el primer Jesuita en asumir el cargo de sucesor de Pedro; esto provocó una serie de reacciones positivas y negativas en torno a su persona y muchas especulaciones relacionadas al tipo de acciones concretas que va a ejecutar como máximo líder de la Iglesia Católica.
Después de conocer su nombramiento, el Cardenal Bergoglio optó por llamarse Francisco, en honor a San Francisco de Asís fundador de la Orden Franciscana, personaje que en vida destacó por su inclinación a favor de los pobres y por su humildad extrema, virtudes que el Papa resaltó al explicar el origen de su nombre, manifestando que le gustaría una Iglesia pobre para los pobres; pudiendo entenderse esto como una señal del rumbo que tendrá su pontificado.
Sus posturas frente a algunos temas antes de ser nombrado Papa han sido muy claras; para él, la comunión debe ser recibida por personas que tengan mérito, porque no se puede recibir la comunión y posteriormente actuar con hechos o palabras contra los mandamientos además, ha criticado duramente a los sacerdotes que no bautizan a niños hijos de madres solteras o de padres que no están casados.
Se opone con firmeza al matrimonio entre personas del mismo sexo, al aborto, la eutanasia y el uso de los anticonceptivos, lo que ha generado reacciones en su contra de los sectores minoritarios que defienden este tipo de prácticas, que evidentemente son contrarias a la doctrina Cristiana aunque estas sean aceptadas en el mundo moderno.
Jorge Mario Bergoglio, ha recibido señalamientos de algunas personas e instituciones, por su presunta colaboración con la denominada Guerra Sucia, que impulsó la dictadura cívico militar Argentina entre 1976 y 1983; pero cabe aclarar que hasta el momento no existe ninguna denuncia formal en su contra por los hechos que le atribuyen.
En 1986 Emilio Mignone, fundador de Centro de Estudios Legales y Sociales, publica su libro Iglesia y dictadura, en el que describe el papel de la iglesia a la luz de sus relaciones con el régimen militar, mencionando que el Cardenal Bergoglio estaría vinculado al secuestro de los sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalcis ocurrido en mayo de 1976, quienes fueron perseguidos por su labor social en los barrios humildes argentinos.
Pero, ante estos señalamientos muchos de los defensores de los derechos humanos entre ellos Alicia Oliveira, destacada activista Argent, quienes niegan la participación del actual Papa en esos asuntos, ella afirma que fue el Cardenal Bergoglio quien la Salvó de ser desaparecida por la dictadura.
Independientemente de todos estos señalamientos, que no tienen ningún fundamento judicial, el Papa Francisco ya ha asumido su cargo, lo que representa una gran responsabilidad para su persona pues se ha convertido en el guía espiritual de millones de católicos y también en un jefe de estado que debe mantener relaciones con el resto de gobernantes alrededor del mundo.
Deberá enfrentar la realidad que vive nuestro planeta, la violencia, la corrupción, el crimen organizado, las injusticias sociales y económicas, el deterioro global del medio ambiente, las violaciones a los derechos humanos y la falta de valores que enfrentan todas nuestras sociedades perjudicando especialmente a la juventud.
El papel del Papa Francisco, debe servir como vehículo para unificar a quienes profesan la fe en Jesucristo, para construir una iglesia solidaria que hable en defensa de los pobres y menesterosos, que se pronuncie contra las desigualdades económicas y sociales, contra la injusticia y la opresión, manteniendo una posición firme frente a quienes ejercen poder alrededor del mundo, para que se cuestionen su manera de ejercerlo convenciéndolos de renunciar a sus métodos de opresión y exclusión con el propósito de que vuelvan su mirada hacia los desposeídos y los más necesitados, enseñándoles a amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ellos mismos.
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