La patrulla de la muerte
Marvin Aguilar
La auto censura había sido esta ahora una forma
elegante que tenia la prensa comercial para no perder clientes.
Una vez se rompe con ese periodismo del pasado de
notas diarias, sin investigación, sin crónica, de entrevistas arregladas y se
comienza desde la red y con la masiva participación ciudadana a darles un giro
de tuerca a los poderes facticos que controlan impunemente al llamado cuarto
poder, las alarmas se disparan: asfixiar,
comprar y ahora matar, prácticas
empresariales del pasado pasan a formar parte de la estrategia para mantener el
estatus quo.
Esa lógica del todo
vale tiene en este país un periodismo que no es tal, sino un negocio que reditúa
poder social e ingresos económicos volviendo a sus propietarios hacedores de la
agenda nacional de los temas que deberán interesarnos a los salvadoreños, que
generalmente son elaborados en conjunto con los sectores más oscuros del poder
económico, religioso y político. Mandatarios tiranos anti democráticos que no han
sido electos por nadie.
Informar se vuelve el último escaño, lo más bajo de la
escala de valores del periodista y la estructura editorial se transforma
entonces una forma de escupir veneno, idioteces morales y pensamiento
unilateral contra los llamados por ellos anti sistema, herejes y comunistas.
Los periodistas en este país están jodidos.
La transparencia de la que hablan los políticos el
periodismo la entiende como información sin restricciones y no, la habitual
manera de varios medios de desprestigiar a un bando o persona.
La grosera censura de la que algunos se quejan en
Venezuela es aplaudida y justificada aquí cuando según parámetros ultra
conservadores salvadoreños ayudamos a hacer que la gente se decepcione de la
falsa derecha, cuando dejamos en evidencia que la intimidación y el mensaje
amenazante es aun utilizado por esa derecha de mentiritas. Acosan para llevarnos
a la auto censura a favor del stablishment, el
que nos hace saber su capacidad y voluntad de matar.
El nuevo periodismo,
el digital.
Los medios jóvenes son por naturaleza inquisitivos,
abordar diariamente los puntos de vista políticamente sensibles es la
plataforma diaria para hacerse un lugar de respeto dentro del pastel de medios.
Buscar reformas positivas desde los efectos de las
publicaciones es lo que debiesen pretender los periodistas salvadoreños y no
solamente lograr el voto para su partido y aliados que pagan con sus anuncios
la planilla y los lujos pequeño-burgueses de sus propietarios.
Justicia y corrección por parte de los políticos es lo
que ansia la población y, eso quedó demostrado cuando ninguno de los candidatos
logró ganar el 2 de febrero pasado obligando a una serie de negociaciones,
moderamiento de posturas, acercamientos a vituperados enemigos a los que se han
visto forzados los que van a segunda ronda electoral.
Enojarse, hasta llegar amenazar a muerte para
silenciar La Página que desde la red inició una línea de publicación diaria que
lo único que hace es equilibrar la información tendenciosa que mantiene sea
periodo electoral o no el 86% de los medios de prensa escrito, es igual a
pretender que digamos que llueve cuando nos mean.
Lean: el futuro
será compartido. ARENA, los empresarios si desean volverse efectivos en
transmitir sus ideas y signos deben no solo de cambiar el discurso, además comprender
una nueva esfera de comunicación: el
periodismo digital que llega a más de un millón de ciudadanos que
influencia diariamente y, que, si
bien pueden fundar sus propios medios digitales la credibilidad que no es más
que redes de confianza con la población ganadas con el tiempo y la coherencia;
no solo con la pauta publicitaria, jamás llegará.
La Página ha establecido el breaking news constante
como sello distintivo y esto le genera millones de entradas a su sitio y aun
así, varias empresas por sesgos ideológicos renuncian a anunciarse, los viejos
medios muchos de los cuales no pagan debido a la ley de imprenta ningún
impuesto llevan ventaja en el llamado y defendido por ellos libre mercado. La
Página si paga como cualquier empresa todos los impuestos.
Es esta una corrupta estructura de comercio a costa de
la información que los grandes han construido y, que obliga a los medios independientes
se radicalicen diseminando la información para forzar una pendiente revolución
en los mass media salvadoreños, una que logre reformas a escalas mayores, que
los compatriotas logren comprender como ha funcionado y opera el poder, de cómo
los ciudadanos son meros pendejos de los políticos y que es resultado del miedo
al pueblo.
Corolario:
La libertad de expresión es excepcionalmente libre.
Por eso desconfío de los ataques de la mediocre derecha mediática salvadoreña
contra Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina o Cuba porque la defensa de la
libertad de expresión incluye al periodismo investigativo que refleja ambos las
dos posiciones en pugna. El silencio de la denuncia sobre el abuso de poder que
no solo es político y menos de izquierda, sino proviene igualmente de
empresarios, sacerdotes, pastores y ex presidentes areneros y, a eso, ha
renunciado los viejos y descarados medios de comunicación nacional.
Suspicacia ante la nota roja televisiva que solo
muestra los efectos de la violencia pero nunca aborda las causas que generan al
delincuente, desde allí podemos comenzar a tener cautela ya que desean darnos
una paja que pretende altos puntos de rating.
Igualmente sospecho del periodismo escrito que tuerce
datos y que tiene al odio como su fuente de información. Que sostienen en su
defensa que la parcialidad de derecha les autoriza a no ser objetivos y llamar
al pueblo de forma velada o directa: ignorantes.
¿Qué pasará si para el 2019 no somos otra Cuba o
Venezuela? ¿Qué discurso dirá entonces la derecha?
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