El Ministerio de Cultura y Artes
Marvin Aguilar
Quizá el error más importante que puedo achacarle a la
presidencia Funes es el descuido y decadencia hacia la que finalmente se empujó
la Secretaria de Cultura.
Pero el presidente tuvo afortunado perdón. El sector
al que se abandonó a la usanza jamás vista aún durante la ahora mal llamada
peor administración arenera de Federico Hernández Aguilar no era importante
para el pueblo y por eso, ese desliz político nunca fue tomado en cuenta, por
nadie. Igual desaparecía y nada.
Anuncian habrá ministro de cultura. Y este debe creemos poseer tres elementos indispensables para poder llevar sus labores a mejor
destino que estos cinco pasados años que pueden ser llamados de deuda. En esto
pretendo centrarme.
I
Debe ser administrador. El aparato burocrático
instalado por años dentro de la administración cultural puede llegar a ser
teatral. El Ministerio de Cultura no puede ser una Giganta de Jocoro que lleva bajo sus naguas a CONCULTURA Y
SECULTURA a la vez.
Citemos un caso: el Museo Regional de Oriente permanece
abierto en vacaciones pero se encuentra en el Centro de Gobierno migueleño, si
bien SECULTURA apertura para las personas, estas no pueden entrar debido a que
el portón principal está cerrado por vacaciones.
Igualmente debido a la suma de instituciones que ahora
es la administración cultural la falta de sensibilidad de los administrativos
internos frente a las artes es en muchos casos un castrante artístico.
Superar la idea suprema de que el arte es solo de 8:
00 AM a 4: 00 PM y en días laborales es también una tarea urgente si cambiar el
concepto patrimonial de cultura del salvadoreño promedio pretendemos. Todo debe
comenzar en el interior de la institución.
Capacitación es algo ausente porque se considera un
gasto así como incentivar y organizar la profesionalización del personal que,
en muchos casos habrá que re alfabetizarlo en la funciones de las nuevas formas
de entender el arte.
Todos estos asuntos demandaran una salud mental,
emocional y física estupenda por parte de los titulares que junto a los
sindicatos de trabajadores existentes deben conjuntamente buscarles soluciones
honestas, sin compra de voluntades.
Habría error si el cambio se pretende desde arriba
únicamente hacia abajo asumiendo que todos están comprometidos con la cultura y
artes. Las pasadas y constantes decepciones pesaran más que las buenas
intenciones de quienes llegan a dirigir el nuevo ministerio.
No entenderlo generará conflictos que pueden consumir
más tiempo que desarrollar la nueva institución, ignorarlo trayendo personal
nuevo además de aumentar innecesariamente la burocracia limitaría presupuesto
para las artes.
El ministro de cultura deberá comprender que el
gobierno Sánchez Ceren comienza con 300 millones de dólares menos debido a las
inconstitucionalidades que la Sala ha decretado en torno al FONAT y otros
impuestos y, las artes son la hermana pobre de la cenicienta, siempre. Entonces,
un sindicato demandando una nivelación salarial que lleva más de 5 años de
retraso por poco presupuesto asignado…
No se niega el derecho de equilibrar la institución
con nuevo personal pero el empleo de personas afines con salarios más altos que
los trabajadores antiguos e incluso a medio tiempo, así como los
patrimonialismos a los que son dados los directores nacionales marcó una
relación tensa en este periodo. Si los titulares desdeñan la justicia como habilidad
del buen administrador puede surgir el conflicto.
II
Ser artista. Esto no debiese ser problema para un
gobierno de izquierda. Pero es necesario que el ministro provenga del sector
cultura ya que una de las principales exigencias o habituales preguntas que se
hacen los diferentes sectores relacionados es ¿Conoce de artes?
La sensibilidad podría ser vital en una crisis, porque
solo un artista salvadoreño comprenderá y conocerá las idiosincrasias
nacionales. Igualmente asumirá fácilmente que el Patrimonio Cultural tangible
se debe entender dentro de la institución como el símil de arquitectura.
Deberá plantearse la pregunta que rol jugaran los
artistas populares y el material intangible, los bailes folclóricos esparcidos
por el territorio nacional que algunas Casas de la Cultura gestionan. ¡A las
Casas de la Cultura! Tan nuestras y tan extrañas.
Existen deudas urgentes de atender como la
descentralización de las artes de San Salvador al resto del país y, no es que
se pretenda que se solucione todo en cinco años pero si, es necesario repartir
lo poco que se tenga entre las 7 artes y, eso solo podría entenderlo y lograrlo
además de un administrador cultural un artista. Cuando menos eso aspiramos
creer.
III
Debe ser político. No me refiero militante de un
partido per sé, lo cual tampoco es malo. Sino que conocer sobre las ciencias
políticas y además de cómo se hace la política machetera salvadoreña.
Un ministro de cultura sin roce y bagaje político
tendrá dificultades en hacer llegar recursos al ministerio. Si me permiten un
ejemplo el Ministerio de Cultura y Artes necesita una versión de Gerson
Martínez que si bien no es ingeniero o arquitecto se rodeó de expertos y no
solo eso, visto las obras es casi seguro que los escuchó.
Se dice que Stalin nunca estuvo de acuerdo en que
Mijaíl Bulgákov escribiera Batumi, una pieza teatral sobre la juventud del
“padre de las naciones”. Aquel enojo del jefe máximo de la URSS aceleró la
muerte del genial escritor. La
falta de tacto y oportunidad política lo hundió moralmente.
El problema del Museo Regional de Oriente – que escribí antes- se resuelve
trasladándolo del Centro de Gobierno al edificio del Ministerio de Hacienda que
se encuentra frente al Teatro Nacional y viceversa. Y esa es una decisión
política que solo un funcionario seguro de su voz puede hacer realidad en un
país como el nuestro bien dado a los sellos personales.
Oscar Ortiz convirtió una cárcel en museo, como leen
no escribo locuras, pero eso fue posible por su peso político y, eso, es
necesario en un ministro que para el caso regirá todo aquello que el ser humano
hace y que llamamos cultura.
Corolario:
El eje 9 que se comprometió a impulsar el FMLN con la
cultura y las artes, es decir un Instituto Superior de las Artes; Educación
Artística y Valores Creativos dentro del Sistema Educativo Nacional; la
acreditación docente para artistas; FONCCA; seguridad social para artistas y
trabajadores de la cultura y el desarrollismo para la empresas culturales de
diverso tipo son esperanzas afortunadas para oídos de los que trabajamos contra
la desidia nacional.
Pero se corre riesgo sino se complementan con las
habilidades humanas antes descritas que no hagan dejar atrás el pasado de
activismo cultural de CONCULTURA y el oprobioso presente del eventismo de
SECULTURA. Lo abstracto y teórico planteado en la propuesta electoral no sirve
sino es aplicable a la realidad y se sienten sus comienzos que para el final de
este gobierno serán ya 10 años.
Pasarían a convertirse el ministro y vice ministro al
final del periodo en dos conductores de Elefantes Thai si no están conscientes
del sencillo y apasionante reto que deben comenzar al asumir.
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