Marvin Aguilar
Hay un debate puesto en la cancha de la izquierda
actualmente. Tanto PODEMOS en España, Dagoberto Gutiérrez en El Salvador y los
manifestantes brasileños que exigían en las calles mejoras sanitarias,
transporte y vivienda y, que, al parecer quedaron como embrujados una vez
comenzó el Mundial de Futbol 2014 acusan al unísono a la izquierda que gobierna
de ser la nueva derecha.
España despertó el 25 de mayo cuando Pablo Iglesias
que lideraba un grupo de frikis irrumpió como la novedad en un país que ya no
ve diferencia alguna entre el PSOE y PP. Ahora su agrupación es tildada desde
los polos predominantes del bipartidismo como extremista.
El movimiento de Dagoberto Gutiérrez aquí ni siquiera
alcanzó el número obligatorio de firmas para inscribirse como partido político.
Pero habrá entonces que seguir esperando a que el
bipartidismo salvadoreño enfrente la derrota para que movimientos hacia la
derecha o izquierda nuevos puedan hacer temblar a la dictadura del consenso en
que se van a convertir ARENA y FMLN. Falta para eso, pero vamos en el camino
correcto para llegar allá.
Pero Brasil es quizá ahora el mejor ejemplo de como la
izquierda renuncia una vez se acomoda en el poder a ser izquierda.
Esto si bien quita bandera al conservadurismo más
rancio que se empeña en seguir viéndolos como los sectarios o bolcheviques del
siglo 19 conlleva un acomodamiento en la clase dirigente izquierdista que
renuncia poco a poco a cambios radicales y necesarios que pueden hacerles como
mínimo compartir el poder o máximo perderlo por dejarlo en manos de la
democracia, los ciudadanos.
Es natural, mejorar requiere de disciplina partidaria
para llevarlo a cabo y la población acostumbrada al capitalismo consumista que
devora al hombre por el hombre nada entenderá de decrecimiento o racionalidad
con los recursos naturales. Todos desean ser ricos.
La izquierda ha descubierto que el sistema diseñado
por la derecha en décadas de detentación de poder sirve exclusivamente a quien
mande, cambiarlo es la encrucijada de la izquierda.
Y, si bien el futbol es bien comunista ya que permite
que puedan ganar los más débiles como ocurrió con el grupo denominado en 2014
de la muerte se pensó jugaba a favor de una presidenta ex guerrillera que busca
su re elección.
Esa es la trampa en que se embarcó Dilma Rousseff y
que el resultado 7-1 ante Alemania en los cuartos de final del Mundial de
Futbol les retrotrajo a la realidad: siguen siendo un país con muchos pobres quizá más que acomodados y, que si se
desea taparse la cara de los zancudos no hay por eso que dejar los pies
desnudos.
Dilma quiso hacer lo mismo que la dictadura argentina
en 1978, usar el futbol como religión. Una que une al pueblo, que ayuda a
ocultar o disimular los problemas nacionales urgentes y graves.
Pero la humillación, vejación o vergüenza sufrida el 8
de julio de 2014 al igual que la religión esta vez servirá para desunir a un
pueblo que deberá de darse cuenta que no es Europeo por más que se sienta desde
1808 imperial sino que asuma que es Latinoamericano.
Decimos Brasil se despierta con una gran resaca y con
la cartera vacía por irse de putas con la FIFA y esto a dos meses de elecciones
generales ha hecho bajar puntos a la culpable: Dilma Rousseff; en una ya desde
antes del mundial apretada elección con la derecha.
¿A quién
benefició el Mundial Brasil 2014?
Pues es un debate espinoso porque todo lo construido
fue pensado para el turista no en que lo necesitaba la población luego y, que
fueron desamparados algunos para hacer realidad las obras.
Sí fue un gran negocio para constructores de
infraestructuras que desde el domingo 13 de julio serán inservibles en una
nación con gran déficit habitacional.
Una corrupta FIFA igual se lleva millones a Suiza y,
se pensó que al partido de gobierno, el PT le garantizaba reelegirse. Todos
felices.
Este cálculo político-electoral coloca ya a la
izquierda brasileña más parecida a la derecha populista ya que, ¿qué sentido
empresarial tuvo endeudar al Estado para hacer grandes construcciones si al
final el gran negocio está en los derechos de transmisión de televisión y no en
las entradas a los estadios?
Un caso paradigmático es que estando prohibida la
venta de alcohol en los estadios brasileños por el alto índice de muertes de
los fanáticos la FIFA exige no solo que se derogue esa ley sino que además sea
solo cerveza budweiser la que se venda. ¿No es esto tráfico de influencias que
puede dejar comisiones a particulares?
La izquierda brasileña se irrespetó al sumase por un
afán mediático, expansionista y de liderazgo regional a la mercantilización del
deporte.
Brasil es grande por diversa, no necesitaba de esa
falsa vitrina que dejó finalmente tanto a población y selección de futbol como
mestizos igualados buscando poseer pedigrí.
Corolario:
Desde pequeño tengo claro tres cosas: el mejor equipo
de El Salvador es el Águila; el mejor equipo del mundo es Real Madrid y, la
mejor selección del mundo es Argentina. Desde esa pasión escribo este texto.
Pero debo agregar que el deporte es identidad
nacional, es cultura, no es vitrina de nada. No sirve para mostrar la
superioridad de ninguna etnia o nación porque su esencia es inclusivo.
Igual no es tribuna para políticos que irrespetan
ciudadanos ya sea que se sirvan desde la presidencia de los clubes o dando el
pelotazo de salida porque han donado camisetas y calzonetas o entregando la
Copa de un Mundial.
No debiese ser un negocio de, citando a Pepe Mujica: hijos de la gran puta.
Los brasileños deberán hacer sus propias conclusiones
si ganaron o no. Los países deben pensar su arquitectura con doble intención
para el evento y después de él igual debiesen exigir que las empresas que hacen
sus inversiones para el mundial dejen beneficio social y en esto los
futbolistas juegan otro papel, ser la voz contra la corrupción de los
dirigentes deportivos que obstaculizan las mejoras.
Que la ilusión no nos vuelva ciegos.
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