¿Quién expulsa nuestros niños?
Marvin Aguilar
Nos ha acostumbrado cerca o durante las campañas
electorales la Fundación Sí a la Vida verles luchar por la familia, pasadas las
votaciones. Silencio.
Como ahora que aproximadamente 350 niños
salvadoreños se encuentran tirados en su paso a la reunificación familiar en
EE.UU. y, ellos, los defensores del modelo tradicional de familia no pugnan
como cabildearon con los senadores para impedir ratificaran a Maricarmen Aponte
por escribir un artículo contra la homofobia.
La realidad económica-educativa que defienden
las elites y de las que forman parte la perfectísima cúpula de Sí a la Vida y
sus satélites mediáticos sustituyó a los padrinos, padres espirituales de los
hijos por el coyote.
Las iglesias y políticos afines a los nacional
religiosos enarbolan – media vez existan
votos de por medio- el concepto de familia como la unidad divina
indisoluble de una pareja constituida por hombre y mujer, siendo ese el principal
argumento ideológico conservador. Los niños migrantes tiran por los suelos lo
ideal para dejar manifiesta la verdad.
Hemos sostenido en otras ocasiones culpando a
la doble moral clasemediera salvadoreña y no la comunidad LGBTI del hecho que
la familia tradicional: Mamá, Papá e Hijos este en crisis.
Además argumentábamos que no es el único modelo
familiar y, menos el mayoritario en El Salvador donde encontramos según el
censo 2007 una abrumadora generalidad de madres solteras como cabezas de
hogar.
Dogma y realidad no van de la mano. El
estereotipo conservador de que el hombre debe proveer recursos para sostener la
familia y la mujer debe cuidarla y reproducirla como sostuvo a finales del
siglo 19 León 13; se vuelve para la actualidad, la sociedad capitalista de
trabajo para el consumo imposible de garantizar la felicidad y estabilidad tan
necesarias para quien viene de la individualidad humana al matrimonio.
El
lugar de la mujer: su hogar.
Las políticas públicas de apoyo a las familias
no vieron nunca la luz, los hijos se volvieron por ley legítimos e ilegítimos,
exonerando a los hombres a manutención o dejarles herencia a los nacidos por
fuera del hogar legal creando generaciones de salvadoreños sin padre conocido y
una deuda social que nos sigue pasando factura en las pandillas y esos
salvadoreñitos y salvadoreñitas refugiados hoy en espera de deportación en
Estados Unidos.
Pablo IV estableció que la igualdad entre sexos
no podía traducirse como irresponsabilidad de la mujer con el cuidado de la
familia por eso estoy convencido que la animadversión del cristianismo a los
derechos de las mujeres ha contribuyó a aumentar los llamados hasta el Código
de Familia de 1993 hijos ilegítimos salvadoreños.
Dios –decían-
dio al hombre el dominio de la esfera pública mientras que las buenas mujeres
debían estar al cuido de los hijos y familia. Al extraerlos de las decisiones
colectivas se fue olvidando el Estado conservador de las necesidades de la
mujer, niñas y niños.
Si solo las mujeres eran encargadas del cuidado
de los miembros de las familias y muy en especial de los niños y de las
personas dependientes, silenciadas y sin derechos embarazarse comenzó a ser una
desgracia familiar debido a que además del estigma de madre soltera la carga
económica para sacar adelante la cría recaía en los más débiles de la
estructura social.
Esta concepción de la familia ha sido el motivo
ideológico de los partidos conservadores que han renunciado a poseer
pensamiento propio descansando en el cristianismo su discurso político que
consigue cohesionar un núcleo importante de población que con pésima y
distorsionada formación bíblica los mantiene a ellos como cofrades mayores de
lo que antojadizamente llaman valores nacionales.
Como era de esperar, esta situación que
respondía a una debilidad endémica de las mujeres fue cambiando lentamente
desde antes del comienzo y, que la guerra civil aceleraría el proceso permitiendo
que la mujer campesina al comienzo y urbana después tomara valor y emigrara
hacia países del primer mundo en busca de lo que aquí sistemáticamente se le
negaba: emancipación social, económica y sexual.
Corolario:
Las relaciones de poder entre géneros tuvieron
consecuencias importantes en la concepción existente de la familia, cambios
estimulados por transformaciones sociales y económicas del país, entre las
cuales la más importante ha sido la integración de la mujer al mercado de
trabajo con la oposición en su momento de la iglesia.
La mujer, madre soltera, que debe ser igual
trabajadora como esas desesperadas y a la vez victimarias mamas de esos niños
refugiados en EE.UU. es lo que motivó la declaración de los Derechos Humanos de
las Naciones Unidas que tanto demoniza Sí a la Vida: en su referencia a la familia
(art.16), subraya “el derecho de las familias a la protección y ayuda de la
sociedad y del Estado”.
Esto que no solo incluye a no nacidos y mucho
menos responsabilidad exclusiva del Estado sino que debe ser prioritario con
nacidos, los más de 350 niños que se encuentran en los albergues
estadounidenses listos para ser deportados hacia El Salvador también son deuda
social de las elites salvadoreñas que se han desentendido en cuanto a su
integración como futuros ciudadanos útiles a la patria al permitir aumente la
escandalosa brecha entre ricos y pobres origen de toda la violencia nacional.
La declaración en mención subraya el deber de
la sociedad y del Estado a facilitar el desarrollo de la familia y de sus
miembros, incluyendo el establecimiento de políticas estatales de apoyo
(educación, seguridad económica y servicios domiciliarios a las personas con
discapacidades que en nuestra cultura cristiana-conservadora se perciben como
vergüenza o carga así como transferencias públicas a los más pobres, entre
otras) que permitan a las mujeres compaginar sus responsabilidades familiares
con sus obligaciones laborales, además de una educación ciudadana que estimule
al hombre a corresponsabilizarse de la familia.
En este sentido la omisión del Estado en cuanto
a la educación sexual para no confrontar con las iglesias debería ser revisada
de inmediato, ya que no es voluntad de Dios que nazcan tantos seres humanos
para que después vaguen por el mundo como ciudadanos de tercera categoría.
Dando lastima por un pedazo de tierra donde vivir junto a su madre soltera.
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