Antes que nada quisiera agradecer la oportunidad brindada por nuestra Cónsul General, Lic. Medrano de permitirnos participar en las jornadas del TPS durante este fin de semana y felicitar tanto a nuestra Cónsul General como a las Vice Cónsules Rosa Ángela y Angelita Rubio, pues las vi fajarse como solo las mujeres salvadoreñas saben hacerlo.
Felicitar a mis colegas de la Asociación de Abogados, Úrsula, Edwin, Daniel, Rosalina y a los amigos Ana Roque, Alejandro Ulyses, Lita, Karlita Ramos, Pedro Guzmán, Alcira y otros tantos que se dieron cita sábado y domingo para trabajar como voluntarios en el Consulado de Washington y en “La Chiquita”, allá en Maryland. Me lleno de mucha satisfacción y alegría ver como todos, como hormiguitas organizadas pudimos atender a todos los ‘tepesianos”, nuestros compatriotas salvadoreños beneficiarios del TPS. No importó que hicimos, si llenar formularios, si atender a los niños que mostraron intranquilidad debido a una falla técnica con el aire acondicionado, dar información, recoger la basura, ofrecer café, agua y juguito a los niños, cualquier cosa, lo importante era colaborar y todos lo hicieron de una manera muy cortes y con mucho entusiasmo.
Tal como lo dice Alejandro Ulyses, la experiencia de este fin de semana fue extraordinaria, no porque sacrificamos nuestro fin de semana dejando abandonada a la familia, no porque aquellos que religiosamente van a la iglesia el domingo dejaron de hacerlo por atender el llamado de nuestra Cónsul. Fue extraordinaria por que pudimos disfrutar y saborear un poquito del “cambio” de ese cambio que venimos soñando, esperando, anhelando desde hace tantos y tantos años. Ver a la Diáspora salvadoreña trabajando de la mano con el gobierno de El Salvador, en beneficio de esta parte del pueblo que reside en la gran área metropolitana de Washington DC.
Para mí todo hubiese sido una bonita experiencia de no ser por un incidente que me ocurrió con mi penúltimo tepesiano, después de darle las gracias por su paciencia y agradecer la oportunidad de servirle, él, con una sonrisa de oreja a oreja se levanta poniendo sobre el escritorio un rollo de billetes (dólares). Se me subió inmediatamente la sangre a la cabeza y no solo se me salió “el indio” que llevo dentro sino también desee ser todavía Fiscal y darme el gusto de “ponerle las heladas” dentro de la flagrancia. Aun cuando reconozco que fue un ignorante gesto de agradecimiento, no pude dejar de recordar que por gente como este indezuelo y otros tantos de mayor kilataje, nuestro país sucumbe en el nivel de corrupción más grande, casi comparable a la que se vive en Méjico. Aunque en esos momentos no tenía la calidad de empleada del consulado, le explique que lo que había hecho era delito que no nunca más debería siquiera intentarlo, le explique que los servidores públicos el Estado les paga por prestar el servicio y que el recibir cualquier dádiva les convierte también en delincuentes. Con mucha vergüenza tomo su dinero y se retiró.
Esto de la corrupción es complicado, pues hay quienes dirán: “Pero, ¿que de malo tiene recibir un refresco, o unas pupusitas? Pues para mi tiene mucho de malo y es corrupción. Pero es tema para otra oportunidad, por de pronto solo quiero resaltar la fantástica labor que este fin de semana realizó el Consulado de El Salvador en Washington, la Diáspora y la población salvadoreña beneficiaria del TPS.
Insto a todos y todas aquellos que aun no lo han hecho que se acerquen al consulado y poner nuestras habilidades al servicio de nuestra comunidad, pues como bien lo dijo un colega abogado, en este nuestro esfuerzo de colaborar y volvernos visibles ante los ojos de nuestros funcionarios “hasta el tope Compañeros!”
Bessy Blanco
Prensa Digital Un foro virtual, abierto al dialogo constructivo que nos permita conocer el pensar y sentir de sus miembros en torno a una temática que consideramos responde a una realidad concreta. Somos inmigrantes. Y hoy por hoy, vivimos en Long Island, NY. USA.
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