Ser práctico, supervivir y ser sacrificado son expresiones cotidianas de sectores bajos y medios, que además poseerían poca educación mala crianza y medio conocimiento, entendida como aquella que lo llevaría a tener sentido crítico de la realidad, estas carencias validan el conservadurismo. Esta clase de salvadoreño –que es la mayoría- no pone como centro de vida el éxito laboral o la superación material de vida. Los sectores comprendidos en este análisis les interesa más capitalizar relaciones sociales con parientes, amigos y la comunidad; esto como una forma de defensa ante el medio social y los avatares de la naturaleza. No están en su mayoría interesados en emigrar.
El éxito y el salvadoreño. Esta es la forma en que se manifiesta la cultura de la supervivencia en los sectores medio-alto y alto del país. El exitismo (éxito material ante todo), que los lleva al consumismo irracional y a la mercantilización de las relaciones personales. Un ejemplo ilustrador sería la cantidad de jóvenes inexpertos en el gabinete del ex presidente Antonio Saca, esto visto como la constante búsqueda de un éxito rápido que conlleva prestigio, estatus y riqueza, algo prioritario dentro de los sectores medios-alto.
El salvadoreño es trabajador considero que esta es otras de las grandes mentiras nacionales; según el IUDOP para el 95.1 % de los salvadoreños el trabajo es importante en su vida. Pero esta concepción tiene dos significados según se analice. El primero: para los sectores bajos ser trabajador es ser un “hacelotodo”, estar dispuesto a realizar cualquier cosa-empleo con tal de sobrevivir y/o garantizar su sostenimiento y de su grupo familiar. Para los sectores medio-altos esta idea del ser trabajador está asociada con la cultura del éxito –antes explicada- y con la superación laboral y material: Ser emprendedor.
El autoritarismo y el salvadoreño; la sociedad salvadoreña es jerarquizada, ya sea por el color de piel o por la posición social. Estos factores vuelven difícil la movilidad social ascendente. Se observa desde la supremacía de lo masculino sobre lo femenino (el muchacho en la adolescencia debe visitar casas de latrocino para no convertirse en homosexual, más no así las jovencitas que deben cuidar la virtud hasta el matrimonio). En el trabajo, donde en la toma de decisiones no se potencia a los subalternos a participar (el jefe aunque se equivoca siempre será el jefe). En el sistema político nacional los gobernantes no toman en cuenta las expectativas de los gobernados (los famosos “madrugones” legislativos, donde se aprueban leyes importantes).
El salvadoreño violento; este trazo de la identidad nacional es consecuencia directa del autoritarismo señalado anteriormente. Esto de la violencia es el método por excelencia para el control del ciudadano y es a la vez la forma que en El Salvador se utiliza para transmitir valores. En la familia la violencia sirve para educar a los hijos e hijas en las maneras correctas de actuar, pensar y sentir. En las escuelas se hace uso de la violencia como mecanismo de educación con anuencia de autoridades educativas, padres y educadores. Se ha definido que debemos proteger el sistema económico actual, por que define la idea de que el libre mercado regula las cosas, mas sin embargo nos hablan de liberalismo económico, pero pretenden que seamos puritanos y conservadores en lo social y político. Este discurso ocasiona una asimetría grave en la identidad salvadoreña.
Otro elemento que conforma la identidad del salvadoreño es: la solidaridad; esta comienza en la familia, que en El Salvador es ampliada, familia aquí no debe entenderse como el núcleo tradicional de papá, mamá, hijos. Cuando alguien contrae matrimonio en el país contrae matrimonio con la familia del cónyuge. Luego están los amigos. Existen dos tipos de solidaridad entendida entre los salvadoreños. La del interior del país, que posee una más intensa y la de las grandes ciudades. Es este uno de los rasgos más positivos de la salvadoreñidad, y que potenciado podría ser base para desarrollar una cultura de cooperación y ayuda mutua, esto pasa por reconocer las diferentes variantes de familia que existen y que la familia tradicional es solo una de esas diversas formas de familia, esto como nuevos elementos de la IDENTIFICACIÓN nacional salvadoreña.
La religiosidad salvadoreña; el 86.9 % (IUDOP-UCA) de los salvadoreños se declara religioso. Aquí la iglesia católica jugó y juega un papel importante –heredado desde la colonia- como generadora y creadora de gran parte de los símbolos de las identidades colectivas de los salvadoreños y eso la hace una fuerza social de primer orden. El Salvador posee tres periodos importantes de receso laboral, el nacimiento de Jesucristo; la muerte de Jesús y la fiesta del Divino Salvador del Mundo. Todas efemérides católicas. Mas sin embargo desde 1970 han comenzado a desarrollarse y ganar terreno las iglesias protestantes, evangélicas y pentecostales, esto representaría una significativa variación de la cosmogonía religiosa de los salvadoreños, pero que siempre se orienta a lo conservador, exceptuando casos notables como la luterana y anglicana. El resto aquí no es desaparecer las iglesias, sino más bien que estas se desprendan de los mitos, por la verdad, y de la religiosidad por la espiritualidad, las creencias deberían de ayudar a la educación, y la ciencia, no tratar de someter todos los órdenes de vida la religión.
El salvadoreño imitador; sí. Nuestros compatriotas tienden a imitar lo que se hace y como se hace en otros países, principalmente se influencian de USA y México. El problema radicaría en que esta cultura mimética es más fuerte que la originalidad, tan necesaria para poder avanzar como nación. Esta identidad imitativa se percibe –entre los salvadoreños- como un rasgo negativo, que debiera ser superado. De allí la necesidad de un sistema educativo cultural dentro de los planes de estudio que incluya desde la educación primaria hasta la superior. Ya que sólo esto potencia la creatividad de los seres humanos.
Finalmente podemos decir: todas las identidades son construidas, es falso que no se pueda cambiar esta identidad a todas luces más negativa que positiva del salvadoreño y, menos que se atente contra Dios al hacerlo. Así lo pienso. Pero desde la sociología nos dicen. Cuidado, las identidades son construidas; lo esencial de este reto para nosotros es ¿Cómo?; ¿Por quién?; ¿Para qué?
En El Salvador hay dos identidades en lucha constante: una legitimadora que es introducida por el stablishment, que en los últimos años ha instalado un nacional confesionalismo. La otra, de resistencia, que es la que generan los actores que han sido devaluados y estigmatizados por las instituciones dominantes: pandillas, indígenas, minorías sexuales, feministas, defensores de derechos humanos, por mencionar algunos.
No hemos sido capaces de plantearnos una identidad- proyecto, que es la que basándose en los materiales culturales que se poseen inicien la construcción de una nueva IDENTIFICACIÓN que no sólo redefiniría al salvadoreño, sino que transformara a la sociedad con ello. Debe de comprenderse aquellas palabras de Nietzsche: que si bien la cultura influencia al hombre, son las acciones del hombre las que transforman a la cultura, y con ello las naciones.
Debemos pues renunciar a la perversidad de las ideologías y los dogmas, de buscar la identidad que mejor se acople a un momento histórico y político determinado.
Para finalizar deseo explicar a que me refería con preferir el término IDENTIFICACIÓN al de IDENTIDAD. O lo que es lo mismo: dinámica versus estática.
El concepto IDENTIFICACIÓN fue introducido por Sigmund Freud, y desarrollado por neo freudianos; IDENTIFICACIÓN en la tradición psicoanalítica se compendia como un mecanismo central, el cual garantiza las posibilidades al YO para el auto desarrollo. Este mecanismo es un método muy usado en la sociología y psicología social (Talcott Parsons). La IDENTIFICACIÓN es pues el mecanismo básico de sociabilización, el cual se construye comprendiendo y aceptando los roles del individuo social, en el cual participan las diversas formas socio-culturales y los modelos de conducta que una sociedad exista.
Para comenzar a re-construir nuestra IDENTIFICACIÓN NACIONAL, debemos de de-construir la NEGATIVA IDENTIDAD NACIONAL que poseemos; esta pasa por comprender y aceptar sin conflictos nuestras influencias históricas: Las culturas pre colombinas: Kakawira, Lenca-Poton, Maya-Nahua, España, Francia, llegando a las más recientes y estratégicas: USA, México y Centro América. Y cuidándonos de que ninguna prevalezca pedagógicamente sobre la otra.
Esto creo nos revelaría que cada uno tiene su verdad propia, sentida, experimentada y que todas estas verdades son nada menos que la IDENTIFICACION DE NUESTRO PAIS, podría volvernos más universales, próximos al cosmopolitismo, incluso a construir nuestro alternativo mundo desde la globalización que impulsan los países del núcleo. En fin tolerantes, reduciendo con esto los niveles de violencia que rozan por ahora el barbarismo.
*ésta es la parte final de la conferencia dictada por el editorialista, en el MUA de la UTEC, el 12 de octubre pasado, junto al Dr. Rafael Lara Martínez, y el Lic. Heriberto Erquicia.
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