El ARCANGEL MIGUEL EL JUSTICIERO DESENVAINA SU ESPADA…
Ante la infatuación y enfermiza postura apologista de parte del
príncipe de la vendedora y figura paternal de la familia “latribubis”, el
arcángel se ve en la necesidad de desenvainar su espada ajusticiadora para
hacerle recordar –como no le gusta que lo hagan- que desde hace unos años los
tiempos donde las historias del pasquín se convertían en leyendas urbanas sin
ser refutadas ahora son eso, historia.
El padre que ni siquiera se hace responsable de sus hijos vivientes
mucho menos podremos esperar que se haga responsable de los hijos y nombres que
crea cada semana. Los ya famosos Luxy, Mondragon, Aldeanos y Fraysinnet son
engendros y creaciones del mismo pros-ti-monstruo. Quizá los alias sea un
sentimiento reprimido de subversivo que nunca pudo lograr cumplir ya que cuando
los verdaderos compas- esos que si tienen razón para sacar pecho y enseñar
heridas de la guerra- cargaban y halaban los gatillos de los AKs, el dueño de
la “Marvel” hispana de Long Island se paseaba por las calles del imperio
haciendo lo que sabe hacer mejor: siendo un mercenarios de las letras y dejando
una que otra semilla regada.
Poco contaba con que la gente
despertaría. El creyó que lo de Vladimir Ilyich Lenin sobre los “tontos útiles”
sería eterno. Más bien, muchos han encontrado el punto flaco del príncipe de la
vendedora: los “founding fathers” de la nación americana impresos en tela de
algodón y pintados de esmeraldas. Y eso es lo que precisamente explotan los
pícaros que por accidente se han logrado filtrar en la corte de Teddy de
Levittown. Los arlequines que de aspirantes a trovadores pasaron a “brokers” de
políticos corruptos y desinformados.
Señor dueño del pasquín, ojala logre controlar sus emociones para
evitar que tenga que desenvainar la espada nuevamente y recordarle que el que
tiene techo de vidrio no debe tirarles piedras al vecino, especialmente en esta
era de la transparencia y de primaveras, así como la egipcia. Si seguirá defendiendo lo indefendible,
cobre, coma y cállese. No se exponga a más bochornos.
¿No le parece que se hace suficiente
con condonarle su posición de practicante de la profesión más antigua de la
humanidad? No la haga tan obvia. Pudor, pudor, pudor!
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