LIBERTAD ENCADENADA
Por Claudia Figueroa
Surgió como un ideal
el liberarse del poder opresor del antiguo mundo, un ideal que tomó forma desde
que la humanidad toma posesión de esta tierra que llamamos hogar, y de este
pequeño pedazo que conocemos como Cuscatlán, y la máscara que tiene oculto su
rostro que calla ante el mundo que se separa en vez de unirse.
Hace casi dos siglos
atrás, un grupo de gente firmó el acta de independencia, proclamando una tierra
soberana e independiente, mas es una libertad efímera, porque de nada sirve
proclamarnos independientes, cuando dependemos de otra potencia para subsistir.
Libertad, un ideal de
todos, y que pocos logran alcanzar, porque libertad es más allá de librarse de
las cadenas que nos atan a este mundo, cadenas que nos atan al mundo material.
Pero ¿Qué es la
libertad sino un despertar? Interesante es nuestra actitud, clamamos libertad
al vernos atados o encadenados, pero no desatamos los lazos que nos unen al
mundo material que nos rodea, recordamos una libertad ante un pueblo que oprimía
a otro que se consideraba inferior.
Más aún, hay libertad
en la obediencia, no en la obediencia ciega, sino, en la obediencia consciente,
sabiendo que obedeciendo las leyes, se llega a una libertad mayor, amar es
libertad, y hay mayor mérito en la libertad que todas las palabras que se
puedan decir de ellas.
Buscamos la libertad
en la posesión, mas lo poco que tenemos, se debe poner en un hueco muy pequeño,
el tratar de aprisionarla hará que se marchite, y se va, la libertad hace que
el mundo sea mejor.
Más ¿Qué libertad es
la que recordamos si somos esclavos de nuestra mente? La ambición es una de las
peores cadenas, estamos encadenados al fruto de nuestro trabajo, tratando de
poseer cosas, que a la larga no nos llevan a nada, atados a un mundo que gira
cada vez más rápido.
Vivimos en un mundo con el corazón cerrado
ante el espíritu,
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