Marvin Aguilar
Septiembre es oportuno para hacer patria desde las
artes. Así esta semana del 23 al 27 se desarrolla el Festival Ícaro El Salvador
en donde se exhibe en San Salvador, San Miguel y Santa Ana lo mejor -según la academia- del cine de
Centroamérica y desde luego de nuestro país.
Es por ahora la única competencia donde se juntan el
esfuerzo del gremio audiovisual nacional que obtienen al ser seleccionados la
oportunidad de representar al país en el Festival Ícaro en Guatemala; una especie de Oscar centroamericano.
Ya desde hace algún tiempo y, en distintos
niveles Audiovisuales UCA, Dirección de
Cine y Audiovisuales y ASCINE y la Escuela Mónica Herrera han estado apoyando
el inicio, la sostenibilidad, profesionalización, desarrollo hacia la
industrialización del arte cinematográfico salvadoreño.
Muy poco desde el establishment se ha comprendido que
la nueva bandera nacional es el audiovisual, ya que detrás de las artes vendrá
el turismo y después los negocios. Jamás fue al contrario, República Dominicana
es un buen ejemplo.
Catalunya al co-producir Vicky Cristina Barcelona bajo
la dirección de Woody Allen apostó por esa idea. Desde luego el nacionalismo y
ánimo independentista catalán juega en favor de un cine regional que puede
mejorar el turismo o inversiones en la ciudad condal. El alcalde de Nueva York
igualmente se expresó sobre Sex and the City como la mejor publicidad para
visitar NYC sin gastar el ayuntamiento un centavo.
Esta sombra miope de falta de rentabilidad del cine
salvadoreño debido a que nuestras producciones no se parecen a Hollywood es
otra demostración de cómo nuestras elites y público son, además de insensibles
en lo social, incultas.
El cine hollywoodense posee su propio estilo, imitarlo
como a mi juicio pretendió hacer el filme sobreviviendo
Guazapa es una desafortunada y perdida oportunidad de haber reflejado con
diferente creatividad a la mostrada como el eslabón último de la guerra
(soldados y guerrilleros: pueblo) son víctimas de poderes muy por encima de
ellos.
Gabriel García Márquez al crear el concepto: Nuevo
Cine Latinoamericano dio las pautas en lenguajes, temáticas y estéticas; sin
perjuicio de usar las tecnologías del primer mundo dentro de las cuales puede
girar nuestro cine, el salvadoreño.
El paleo-cine
nacional.
El teatro fue la cuna del cine. En El Salvador en la
actualidad la alternativa del cine es el teatro. Roberto Salomón pretendiendo
estudiar mejor el fenómeno de las audiencias desarrolló hace algún tiempo un
taller-conferencia que determinó que nuestro público prefería las comedias ante
los dramas.
Entre pensar o reírse el salvadoreño prefiere lo
último. Y esto que es beneficioso para los políticos conlleva el peligro que la
producción audiovisual o artística en aras de rentabilidad termine
privilegiando aquel género sobre otros.
Incluso el miedo de algunos cineastas es que se
identifique al cine nacional con los clichés cómicos salvadoreños que irrumpen
como rio desbocado, arrasándolo todo a su paso en el interminable largo metraje
de Clak Films: La Re-búsqueda.
¿Debe sorprendernos que la cultura de hacer todo una
jodarria sea la única manera de ganancias económicas en un país cuyos videos
nacionales más visto en YouTube son los de Fernanfloo y Littleviejo? No. Porque
al salvadoreño la realidad nacional, lo que debiese pensar por patriotismo para
salir adelante como ciudadano le aburre. Un cine serio se topará con la
incomprensión del público y la falta de patrocinadores. Pero realizar Tal para
Cual, la película, será un éxito taquillero solo comparable al filme de los
Bukis.
Todo es válido en la sociedad pos-moderna, de acuerdo,
pero los cineastas dispuestos hacer dinero con el audiovisual deberían mejor
explorar la tele novela o series de televisión cómicas y por decencia al arte
no darle carpeta roja a un género cinematográfico –que además de mal contenido- es obligado entender que no será motivo de premios por parte de
alguna Academia o Festival en el mundo que se considere respetable.
Otra cosa es la compra-venta de premios en internet
que permitan a noveles directores, actores y productores sedientos de ego y
despistados periodistas a publicitar un trabajo como que alguien en algún lado
le gusto tanto para premiarlo y que, conociendo el malinchismo nacional se
agolpeen entonces las audiencias en las taquillas de los cines.
Hay dos formas de ver una película: desde el
entretenimiento o como crítico. De allí
que todos están en su derecho de embarazar a la mujer que se deje y considerar
su hijo un niño prodigio, incluso el público de ir a verla, reírse y ser un
éxito taquillero que ¿demande una segunda parte?
Desde la crítica no es posible que se le llame a eso
cine salvadoreño cuando el documental es lo que mejor hacemos actualmente en el
país. Intentar la ficción es prioritario y en ese empeño está el Oscar
Salvadoreño André Guttfreund pero debe antes pasarse por la rigurosa academia
que preparé guionistas y actores para poder ir al exterior y representarnos. Sin
eso, todo será la nada.
Corolario:
Si podemos hacer un símil -mediando el puritanismo
salvadoreño sobre el desnudo- con el desarrollo del cine mexicano podríamos
decir que La Re búsqueda es nuestra versión de las producciones de ficheras o
sexi comedias de los setentas y ochentas de aquel país, que, si bien tenían un
éxito taquillero y de audiencia del que canal seis de El Salvador puede dar fe,
representan un cine de baja calidad.
México aunque superó con Alfonso Cuarón, Guillermo del
Toro, Alfonso Arau, Alejandro González Iñarritu ese bache no está vacunado
contra su rebrote. No se aceptan
devoluciones de Eugenio Derbez es
un ejemplo de que las audiencias se desatienden de la realidad por sublimar un
mundo mejor en lugar de cambiar o cuestionar el entorno.
Que una comedia tenga éxito económico y de audiencia
es comprensible en un continente que creció viendo a Chespirito y que ha
decidido establecerse en esa zona de confort visual.
Pero que, en el afán de hacerse cineasta se intente
hacer de una publi-película un filme, es meterse a esa lógica perversa de los
patrocinadores que deseaban que el product placement fuera el protagonista del
trabajo.
Los cameos pueden ser arma de dos filos. Algunas son
exitosos por oportunos y creativos como Hitchcock pero en otras como en la
secuencia del alcalde de Apopa son un insulto de La Re-búsqueda a la
inteligencia humana ya que vende –dinero
de por medio- indirectamente la idea de que los municipios gobernados por
un partido político son los mejores del país.
La Re-búsqueda será como otros loables, heroicos
intentos de hacer cine en nuestro país una película para analizar en el futuro,
material de estudio para saber cómo no deben hacerse las cosas o como se
hicieron de mal al principio.
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