Saber que hacer es sabiduría, saber como hacerlo es habilidad, saber hacerlo bien es un arte. Por eso la unidad nacional es necesaria en relación al tema de la violencia. Igualmente es necesario entonces hacerle oposición a las ideas oficiales que reinan como realidades verdaderas.
Podría decirse que para cuando las provincias de Centro América declaran su independencia de España, el país lo habitaban unas 250,000 personas posiblemente. Es comprensible que se haya por aquella época impuesto la idea de la procreación sin controles, debido al entendimiento de ser esta una tierra vasta, generosa e inexpugnable necesitada de ser poblada. El Salvador naciente no solo se abrió imbuido por las ideas liberales a los inversionistas extranjeros sino que se embarco en un afán de crear salvadoreños que sirvieran para dar base poblacional al nuevo estado, que ante la ruptura del pacto federal urgía de crear de la mano de los criollos: lo salvadoreño.
Esta cosmovisión occidental que estaba opuesta de la idea indígena de respeto a los recursos naturales, que entendía que la energía para vivir y sostener una población dependía del sol, que poblarla más allá de eso era un crimen contra la naturaleza, poco importó y vemos poco importa aún. Se sigue viviendo con la idea de que los recursos que proporciona la tierra son inagotables, de allí el consumo irracional de los mismos.
El Salvador no tiene recursos naturales para darle de comer a las bocas existentes, y menos para darle trabajo a los brazos que lo demandan. Y no vislumbramos algún político que se atreva decir esta dura verdad: debe de controlarse – por hoy- el crecimiento poblacional como medida para garantizar la seguridad nacional e individual de los que ya vivimos aquí. Tener ahora muchos hijos se convierte en una acción terrorista, en un acto egoísta contra la sociedad organizada, por que introduce en esta colectividad individuos culturalmente no controlables.
Omnis coitus inmundus est
Debe comenzarse sin regateos ante el poder eclesiástico, con la educación sexual que comprenda la diversidad humana que vive la sociedad posmodernista, aunque esto signifique la excomunión de los políticos. Y deberá comenzarse en el campo, con la marginalidad urbana. Me comentaba una profesora del cantón el Jagüey, cerca de la playa el Tamarindo, en La Unión, que las alumnas allá se embarazan desde los trece años, esto es visto como una movilidad social ascendente, y que si algún docente se atrevía a hablar de alfabetizar sexualmente, se activaba de inmediato un tribunal ecuménico de la santa inquisición que solicitaba el traslado del inmoral profesor.
Para los fanáticos religiosos educar sexualmente es incitar a su práctica lujuriosa, padeciéndola la imaginan. Por eso en El Salvador el sexo no se enseña, se aprende, con las consecuencias que acarrea: pobreza, marginación, violencia, esto en la clase baja, pero es una espiral que llega a la clase media, que mejor preparada sobre los primeros se ven obligados a conquistar su derecho a vivir en un medio adverso y sofocante e irremediablemente esto lo logran a base de audacia, tenacidad, astucia y, algunas veces de una ausencia completa de escrúpulos. Esta lógica perversa impide un desarrollo económico coherente que afecta directamente al empresariado, ya que está obligado a vivir pendiente de sofocar exigencias presurosas de mestizos, y de impedir la toma del poder por parte de indígenas que vienen con lanzas. Ambos con un resentimiento que lo llevan en su árbol psico genealógico y, que siempre terminará en violencia.
Nos hemos –aquí- olvidado de Freud
Desde hace tiempos se sabe que la masturbación no hace locos a los humanos, incluso hoy es la mejor forma de sexo seguro, evita el contagio de ETS o VIH, pero sigue en la lista de pecados. Es absurdo que el presente gobierno siga sosteniendo la profiláctica: el combate al VIH, ETS, y embarazos precoces o no deseados, se resuelven con abstinencia y fidelidad.
Es el preservativo el que debe enseñarse a usar en las escuelas del país. Y debe de entenderse que si bien es recomendable estar preparado no solo físicamente sino además emocionalmente para comenzar relaciones sexuales, la realidad salvadoreña nos exige que del mal el menos peor. Quiero decir sin caer en lo cuantitativo-sexo que al final no es malo o pecaminoso expresar la sexualidad, que lo verdaderamente grave y trágico es que haya niñas criando niños; que existan muchos padres jóvenes en las cárceles, con la posibilidad latente que esto condicionará a los hijos de estos a ser delincuentes; y que una sociedad responsable no puede ni debe seguir permitiendo que nos embarquemos en una sin lógica reproducción humana. Incluso como lo sostuve en anterior artículo es necesario considerar la despenalización de algunas formas de aborto, como medida que buscará evitar que nos convirtamos en un Leviatán que terminara inexorablemente devorándose a si mismo.
Existen políticos y religiosos en este país que a pesar de la cercanía entre sus seguidores y fieles, que son a la vez el pueblo, son del todo desconocidos. Se hablan sin escuchar, escuchan sin oír, y actúan sin mirar.
No me gusta El Salvador, pero lo amo
Solo aquí uno puede darse cuenta perfecta que el ser humano es malo por naturaleza, perdemos el tiempo en actividades inútiles, pretendiendo demostrar cosas innecesarias: como el fin del mundo y, no nos detenemos a contemplar el paisaje impresionista donde también tienen cabida los “postes” del alumbrado público. La maldad aquí sirve para que no te dañen, ya que la forma de relación es la violencia y, la agresividad es vista como positiva.
Si tenemos en El Salvador una crisis social que amenaza con desbordarse es por que el principio de la actividad autónoma de la persona y de los contactos entre los individuos esta fallando, esta crisis esta relacionada con la necesidad de reformas políticas, sociales, económicas, culturales que llegan necesariamente a la esfera de lo sexual.
Si Brasil es la metáfora afortunada del presente gobierno, pues más le valdría apurarse - antes que el partido de Ignacio Lula da Silva pierda el poder-, a preguntarle como allá comprendieron como deshacerse de la moral de siervo y lograron un acuerdo con la ataraxia eclesiástica para repartir preservativos.
Después de todo si de resolver la delincuencia se trata, los salvadoreños, creyentes en su inmensa mayoría ya tienen clara la metodología de resolución del problema: llenar las cárceles con penas eternas; pena de muerte, aunque sea con escuadrones de la muerte; para finalmente clamar al dictador iluminado que nos vendrá de la mano de Dios. Se esta instalando la idea en una mayoría que puede tornarse contra si misma la siguiente idea: El Salvador necesita un mesías.
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