Boletín número 190 de Artelista.com
Monet en abstracto
Es habitual encontrar en los escritos sobre arte la teoría no explícita de que el impresionismo fue un movimiento a las puertas de la abstracción, un preludio de lo que habría de llegar, adelantado por características como instantaneidad o visión no objetiva. Sin embargo, este pensamiento, ha precisado hasta el día de hoy para materializarse en una exposición: la que el Museo Thyssen ( Madrid, España ), en colaboración con Fundación Caja Madrid, dedica a uno de los mayores artistas del movimiento impresionista, Monet, presentado ahora en una inédita y fructífera réplica llena de conexiones con grandes de la abstracción como Pollock, Rothko o de Kooning.
La exposición presenta la obra de este grande de la pintura desde un punto de vista completamente novedoso: la de su relación con el desarrollo de la abstracción durante la segunda mitad del s.XX. Un papel apenas analizado hasta el momento, que abre una nueva puerta al visionado y comprensión de la producción del afamado impresionista. De esta manera, se realiza un recorrido a lo largo de su obra, estableciendo una conversación entre los cuadros gestados en diversos periodos y corrientes como la abstracción cromática o el expresionismo abstracto.
Así, desde los etéreos paisajes hasta las monumentales representaciones de su jardín de Giverny, "la muestra analizará cómo su permanente obsesión por captar la instantaneidad le llevó a desdibujar la representación pictórica en una atmósfera casi abstracta". Un autor malogrado por las corrientes de vanguardia de principios de siglo cuya pintura no será redescubierta hasta los años 50 y encumbrada por toda una generación de autores que la colocarán en el epicentro de la modernidad.
Junto con un antecesor como Turner, Jackson Pollock, Mark Rothko, Willem de Kooning, Sam Francis, Joan Mitchell y Gerhard Richter, entre otros, han dado forma al conjunto de pintores con el que la muestra ha establecido una correspondencia; más de un centenar de obras reunidas para la ocasión por el Museo y Caja Madrid, en colaboración con diversas instituciones y fondos privados, a destacar el Musée Marmottan Monet de París, a donde itinerará en verano la muestra tras su paso por la capital madrileña.
El Impresionismo es un movimiento pictórico surgido en París, Francia, a mediados del siglo XIX. Pero no fue hasta 1874 que el Impresionismo floreció. Un 15 de abril de ese año, un grupo de pintores quiso desafiar la exposición del Salón Oficial de París realizando una muestra paralela en los salones del fotógrafo Nadar. En total participaron treinta y nueve pintores con más de ciento sesenta y cinco obras. Se presentaron bajo el nombre de "Sociedad Anónima de pintores, escultores y grabadores". Entre ellos había artistas como Édouard Manet, Pierre-Auguste Renoir, Edgar Degas, Camille Pissarro, Alfred Sisley, y Claude Monet, entre otros. Curiosamente fue una obra de este último, el célebre pintor francés Monet, titulada “Impresión: sol naciente” pintada en 1872 la que bautizó esta corriente artística como Impresionismo.
El Impresionismo rompía con las leyes del academicismo, suprimiendo la perspectiva tradicional, la anatomía clásica y el claroscuro. Los autores de este movimiento rechazaron los colores oscuros para buscar la claridad, la transparencia y la luminosidad.
Fueron los pintores del Impresionismo los primeros en poner sus caballetes en plena naturaleza, concretamente en el bosque de Fontainebleau. Para Monet, Renoir o Pissarro, la naturaleza era una fuente de sensaciones puras, de efectos que se convertían en objetos de la pintura. El campo inicial del Impresionismo fue precisamente el paisaje. Si en un principio aplicaron los efectos de la luz a superficies reflectantes, como el agua y la nieve, muy pronto lo ampliaron a todos los elementos compositivos, como la figura humana, el cielo, los paisajes urbanos, entre otros.
La temática era uno de los principales motivos de discrepancia que tenían los pintores impresionistas con la sociedad de la época. Procedentes de una clase social popular, o próxima a ella, a los impresionistas les resultaba placentero retratar gustos y costumbres que les eran familiares. Por el contrario, los clientes de arte , pertenecientes a las clases burguesas y aristocráticas, estaban acostumbrados al idealismo y al reflejo de la sofisticación en los cuadros. Como consecuencia, la alta sociedad consideraba que los impresionistas estaban en guerra contra la belleza.
Los artistas del Impresionismo dedicaban un largo período de tiempo al estudio de la técnica pictórica. La plasmación de la luz era trascendental para ellos, ya que creían que los objetos sólo se veían en la medida que la luz incidía. La coloración de las sombras era otro aspecto importante en el Impresionismo, así como la repetición de tema con cambios de matices de iluminación, como única diferencia.
Pese a empezar como un grupo de artistas, a partir de 1886, cada uno de los pintores buscaron renovar el arte por sus propios medios y comenzaron a gozar de un modesto triunfo.
Expresionismo
Hay una serie de movimientos de vanguardia que se pueden agrupar bajo el título común de expresionismo. Se trata de un arte que no quiere partir del mundo exterior para estudiarlo, conocerlo o representarlo, sino que pretende expresar el mundo interior, la esfera emotiva o espiritual del artista.
Orígenes del expresionismo
El expresionismo aglutina experiencias diversas, de la literatura a la música, pasando por las artes figurativas, y también expresiones artísticas nuevas como el cine.
Los precedentes se deben buscar en artistas que ya habían manifestado el malestar o angustia por pertenecer a una sociedad que consideraban en crisis, tales como Van Gogh, Gauguin y Novell. O en esos otros que habían resuelto ese mismo malestar con la armonía decorativa y el gusto cromático, como Matisse y los fauvistas.
Los dos grandes referentes
El ámbito más adecuado para el desarrollo de las tendencias expresionistas es el de la cultura alemana, a causa de las características espirituales, y a veces místicas, del romanticismo alemán. Pero los dos grandes puntos de referencia para los expresionistas son Edvard Munich y James Ensor.
La pintura del noruego Edgard Munch (1863-1944), que pasó muchas temporadas en Francia, Italia y Alemania, es una pintura trágica que expresa el sentimiento terrible de la soledad y la muerte. Para ello usa composiciones en las que el color violento se dispone dentro de líneas sinuosas.
El belga James Ensor (1860-1949) destacó por la originalidad de su obra. Sobretodo por sus retratos, que ofrecen una visión grotesca de la humanidad y que le convirtieron en el principal precursor del expresionismo. Sus colores fuertes y estridentes, así como sus pinceladas violentas y bruscas potenciaban el efecto agresivo de sus temas.
La pintura expresionista
El expresionismo en pintura toma forma el año 1905 en Dresden, donde se reúne un grupo de artistas que bautizan a su movimiento con el nombre de Die Brücke (“El puente”). Entre ellos hay Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938) y Kart Schmidt-Rottluff (1884-1976). Después se unieron otros como Emil Nolde (1867-1956). Todos tienen en común el uso de colores fuertes, violentos y contrastados, mientras el dibujo deforma las imágenes en un sentido visionario o caricaturesco. El grupo se trasladó a Berlín en 1911 y se disolvió 2 años después, a causa de fuertes diferencias internas.
Mientras, en Munich, se formó otro grupo, la Neue Künstlervereinigung (“Nueva asociación de artistas”) y después, en 1911 Der Blaue Reiter (“El caballero azul”), en el cual convergen también algunos pintores de Die Brücke. Sus fundadores son Vasilig Kandinsky (1866-1944) y Franz Marc (1880-1916), que en 1912 publican el almanaque “Der Blaue Reiter”, donde se recoge un conjunto de escritos teóricos básicos para la compresión de las ideas del movimiento. Este arte tiene un significado espiritual. Todos ellos definen la posibilidad de crear una pintura que no represente, sino que exprese a través de la armonía de líneas y de colores.
Otros artistas alemanes como Otto Dix (1891-1969) y George Grosz (1893-1959), siguen el camino del expresionismo de base realista, violento y grotesco, con acentuación de la sátira política y social, y de la denuncia de los males de la sociedad contemporánea. hasta el punto que con el nazismo se ven obligados a irse de Alemania.
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