Otra elección local más. Otra oportunidad pérdida como comunidad. Las voces “nacionalistas e iluminadas” que nos tienen acostumbrados, pero sobre todo aburridos, de oír cantaletas de representación y desarrollo “guanaco” en Long Island han brillado por su ausencia. En buen salvadoreño: ni huelen, ni “jieden”.
Algo queda muy claro: la organización de bailongos y estatus de parásitos de la sede consular, no generan resultados. Enumeremos las razones.
Inconsistencias, un montón. Con elecciones en 37 distritos legislativos en ambos condados de Long Island este año, la comunidad salvadoreña fue incapaz de encontrar un solo candidato que corriese para alguna posición. Eso sin entrar en materia de concejales y otras posiciones municipales. Resulta que para esas justas electorales, el patriarca TeleRuiz no ve la necesidad de despotricar y exigir representación salvadoreña. El otro muchacho mal aconsejado y su vitu-asesor tampoco vieron la oportunidad.
La miopía, digamos mejor ceguera por la envidia y la revancha, los hace creer que la única posición para la que un salvadoreño está en su derecho de reclamar es la posición de asambleísta por el 6º distrito. Prefieren causar luchas internas entre la comunidad hispana en lugar de buscar nuevos horizontes donde hacer historia. Ni siquiera la posición de legislador del condado del 9º distrito, área similar a la del distrito de asamblea, es buena para que un salvadoreño la pelee. Prefieren mejor anteponer sus revanchismos personales y delirios de persecución que hacer una análisis frío de los números.
Se corre para mandar un mensaje, dice más de algún vituamigo. O eso les hace creer un viejo caribeño sinvergüenza traumado porque nunca pudo ser candidato y que ahora se ha quedado a mover los hilos de las marionetas “guanacas”. Lo irónico es que la “precandidatura” se hace, según argumenta TeleRuiz, para quitar a los boricuas del puesto y lograr representación directa. Ja! Semejante sandez, acaso no se dan cuenta que están siendo manipulados por alguien del mismo grupo que buscan destronar. A los cipotes, se les perdona que sean brutos, pero ¿a los “adultos y adultos mayores”?
Si la comunidad salvadoreña quiere lograr progreso, debe comenzar por denunciar a los bufones. Nadie aboga por censurarlos. Sus burradas seguirán en el aire pero como comunidad, debe hacerse una prioridad comunitaria. Que cada vituperio no quede sin respuesta. Que a la larga ya sea mejoren la calidad de sus comentarios- aviven- o simplemente se avergüencen de ser una y otra vez confrontados.
Por una comunidad salvadoreña liberada de los burros.
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