ARCANGEL MIGUEL- EL JUSTICIERO
Por 30 monedas vendió Judas a Jesús, ¿por cuánto vendió Luxy a su amigo?
Vaya, vaya! Cosas se verán en esta vida. Los que editorializan y persiguen imponer principios e ideología a través de sus líneas, ahora resulta que por un par de monedas echan a socios históricos de cabeza. Eso va más allá de prostitución editorial. Es una vil canallada.
Las izquierdas en el mundo se han caracterizado por ser siempre colectivos compactos donde no cabe espacio para la mínima discrepancia y por lo general, ya sea por dogma o sobrevivencia, esas diferencias en la mayoría de casos se callan, se barren debajo de la alfombra. El problema se da cuando se asoma el maldito dinero. Ese mal capitalista que envenena mentes y hace de las “amistades” un bien utilitario.
Históricamente, hemos visto muchos casos de traiciones fratricidas. En la ex URSS tenemos a Stalin y Trotsky. Más cerca, tenemos a Fidel y el Ché. Aquí en El Salvador, tenemos a Villalobos y Roque Dalton. Si bien los detalles pueden variar un poco, el trama es el mismo. Una ala, normalmente la ultra ortodoxa del colectivo, se siente amenazada por la inteligencia y carisma de algún líder –romántico o idealista- pero que esa misma cualidad hace que genere más adeptos que anticuerpos. Los Stalins, los Castros y los Villalobos al ver amenazado su poder buscan desterrar abruptamente al inteligente y carismático líder con el único objetivo que no opaque al mismo “sol”. En otros tiempos eran desaparecidos y el cinismo era tal que hasta culpaban al otro bando.
Para nuestra dicha, los tiempos del destierro han pasado. Si bien los Stalins modernos pueden tratar de silenciar a los disidentes pero ahora es prácticamente imposible. La revolución primaveral en el mundo árabe, el posicionamiento de la izquierda moderada en Latinoamérica así como el movimiento Ocupemos Wall Street en Estados Unidos son pruebas fehacientes que las actitudes dictatoriales de tiranos y dueños de medios no son intocables y que su misma arrogancia es la causa fundamental de su autodestrucción.
Es verdaderamente vergonzante ver como el papá de Luxy que históricamente se ha autoproclamado como la voz de la comunidad -el tira pedradas incluso cuando el techo de él es del vidrio más frágil- ahora venga y traicione a un hermano por unas cuantas chirílicas. Peor aún que lo haga por una persona, Estafy, que ha traicionado la confianza de la comunidad que ahora dice representar y que nunca nadie le ha otorgado ese derecho – ni por dedazo mucho menos por elección popular.
Parafraseando un adagio asiático: Trás una larga marcha, conoces la fuerza de tu caballo; trás un largo período de tiempo, conoces el corazón de tu amigo.
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