El Salvador se alía con Estados Unidos mientras Sudamérica plantea alternativas reales para una economía más humana
Por Fernando de Dios
SAN SALVADOR – La pasada semana El Salvador firmó su Asocio para el Crecimiento con Estados Unidos. Se trata, como ya se ha dicho, de un nuevo modelo de cooperación impulsada por el país norteamericano que se centra en identificar y remover los obstáculos al crecimiento de El Salvador.
Según el diagnóstico elaborado por los equipos de expertos salvadoreños y estadounidenses, los principales muros que frenan a la economía el país centroamericano son el crimen y la inseguridad y la baja productividad del sector de bienes exportables.
Por tanto, han configurado un plan de acción que se centra en distintas vertientes de esas problemáticas y que se marca una serie de metas.
Estados Unidos apoyará con asistencia técnica y con promoción de El Salvador en el exterior. no hay montos de ayuda ni presupuestos preestablecidos. Según parece, el tema del dinero ser irá viendo sobre la marcha.
Las autoridades salvadoreñas, en especial el secretario técnico de la Presidencia, Alex Segovia, afirman que el tipo de impulso que viene a dar la primera potencia mundial al país es de una magnitud incalculable en términos económicos.
Para el presidente de El Salvador, Mauricio Funes, este acuerdo es un hito en la historia del país. Para distintos analistas consultados por ContraPunto desde el anuncio del mismo y tras su firma, no es más que una forma distinta de colonización económica por parte de la superpotencia.
Es decir, más de lo mismo.
Durante los años 90 en la pasada década, el país se convirtió en el laboratorio del neoliberalismo. Aplicó al pie de la letra todos los dictados de los organismos multinacionales, privatizó todo lo que se podía privatizar, dolarizó su economía y firmó un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos junto al resto de países de Centroamérica.
La región ultima los detalles para firmar un nuevo Tratado de Libre Comercio con México y avanza hacia otro con Canadá, tiene uno vigente con Estados Unidos y otro que está por ponerse en marcha con la Unión Europea.
A pesar de las promesas que se han hecho de desarrollo y empleo, esta política
Autoridades de El Salvador y Estados Unidos al firmar la declaración para la implementación del Asocio para el Crecimiento no presenta resultados. Los niveles de pobreza, desigualdad e injusticia social de la región no ceden.
Más bien se incrementan ayudados por el auge de la violencia delincuencial y social, que crece en todos y cada uno de los países de la región, desde Panamá hasta Guatemala.
La crisis económica sirve hoy como excusa para no poner en cuestión un modelo de apertura comercial total y endeudamiento de los Estados que lo que hace es precisamente más vulnerable a la región frente a esa crisis, que hoy ya es también social, ambiental, alimenticia y energética.
Es más, lo que se propone como solución es más apertura a inversión extranjera de todo tipo. El Salvador concesionará el Puerto de la Unión, seguramente a alguna empresa extranjera, y aprobará una ley de asocios públicos privados para que empresas transnacionales desarrollen y exploten infraestructuras y prestación de servicios en el país.
Con la mirada anclada en el norte, fuente de remesas e importaciones y destino de exportaciones, la región languidece y busca más recursos, más dinero de organismos multilaterales para sus problemas de inseguridad y para la reconstrucción tras los recientes desastres naturales.
El plan de seguridad centroamericano presentado en junio de este año en Guatemala supone 2.000 millones de dólares de deuda con organismos multilaterales. La solución para la reconstrucción tras el desastre de la pasada semana se buscará, aparte de con la cooperación altruista de algunos países amigos, con más deuda con esos mismos organismo u otros.
La deuda, ese instrumento al que se ha agarrado por ejemplo el gobierno de El Salvador para obtener recursos para sus programas sociales asistencialistas, supone una pérdida de soberanía similar a la que propicia la apertura comercial.
Quienes prestan ese dinero son otros países, instituciones multilaterales como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y bancos privados, inversionistas que compran bonos de deuda pública salvadoreña.
Hoy, la deuda del El Salvador es superior al 50 por ciento de su Producto Interno Bruto, es decir, más de 11.000 millones de dólares. Ello hace que anualmente el país dedique a pagar esa deuda al menos tanto como a salud y educación.
http://www.contrapunto.com.sv/coyuntura/el-asocio-y-sus-alternativas
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