La fórmula mágica
Marvin Aguilar
Las decepciones como las alegrías: cuanto antes mejor. Muchos han interpretado la designación del general Munguía Payés como ministro de Justicia y Seguridad como aquella acción medieval llamada: la presentación del nuevo mago del reino. Algunos no desconfían del nuevo ministro, sino más bien de la varita mágica con la que aparecerá la pócima milagrosa que curará los problemas de la delincuencia salvadoreña. Es pues un debate que comienza.
Sociedades con desigualdad latente y creciente son proclives a desatar frustraciones que luego vuelven agresivas a las personas y ocasionan en algunas minorías una ola de violencia endémica que al pretender combatirlas con una solución única como las manos duras, hierro, blanca o negra terminan sofisticando y logrando alianzas indisolubles entre actores delincuenciales como son para el caso nuestro: las pandillas, cárteles del narcotráfico, lavadores de activos, funcionarios y políticos corruptos y empresarios venidos a menos con deseos de ser testaferros. Esta es la forma que ha logrado que muchos hagan dinero rápido en mi ciudad natal: San Miguel.
Contra todo eso es que en realidad se enfrenta Munguía Payés. Para eso necesitan leyes oportunas desde la Asamblea Legislativa, decisión de parte de FGR para perseguir el delito, depuración de la PNC y compromiso de la ciudadanía para denunciar el crimen y no ser cómplices además de castigar a los malos políticos en las próximas elecciones. No habrá milagros.
Otto Pérez en Guatemala ha anunciado la creación de una unidad elite militar para combatir de entrada el narcotráfico, si esto sucede y el vecino país cerca a estos criminales, la huida hacia El Salvador u Honduras es inevitable. Si el sistema y la institucionalidad salvadoreña tienen claro que antes de mexicanizar el conflicto contra el narcotráfico podemos contenerlo, haciendo que entiendan que nuestro territorio no es terreno fértil para sus “negocios” porque existen personas con voluntad política para evitarlo, logrado eso, será una herencia notable del gobierno Funes. Esa sería la magia, que es mejor que el ilusionismo que venimos observando desde hace años.
Hacer, como palabra
Somos un gallinero revuelto, lo cual es lógico que así sea. Se ha pasado demasiado tiempo en ascuas para saber de una vez que es eso, que saben que van hacer y harán en cuanto tengan la oportunidad de poder hacerlo, aquello que decían que harían. Es natural entonces, que hasta que no puedan hacer aquello que sabían que iban hacer, no podrán hacer nada de lo que van hacer.
¿Me explico? El crimen organizado esta haciendo lo que tiene que hacer para que cuando nuestro políticos hagan lo que ellos pueden y saben que tienen obligación de hacer hagan lo que deben finalmente. Pero también los que “no” tenemos poder de decisión sobre lo que debería hacerse sabemos lo que hay que hacer cuando los que hagan lo que dicen que van a llevar a cabo lo hacen. En realidad nos queda más claro una película de SAW que la realidad nacional.
Si pudiera esbozar una formula milagrosa que nos sacaría del último trabalenguas podría resumirse así: efectividad, trabajo y buen equipo. Nuestra realidad de muertos un día y otro también lo exige. Lo verdaderamente triste de nuestra clase política es que se quedan siempre en la etapa mental de cómo llegar al poder y ganarlo, para una vez logrado el objetivo no saber qué hacer con él. Munguía Payés ha sido por algún tiempo político de USC, ahora está en una posición privilegiada de mando y con grandes posibilidades futuras, si logra deshacer el entuerto verbal y real en que nos ha dejado una clase de demagogos que se han hecho llamar políticos dará a la nación el más alto servicio que un patriota puede hacer: paz social. Para ello hay que perder el miedo.
Adelante quedará el reto de combatir la desigualdad, esa que hace que por hoy sean solo los pobres los que mueren, que se maten entre sí. Quienes hablan de la inversión extranjera se olvidan que mas que cero violencia, confianza o, seguridad El Salvador lo que debe dar es la sorpresa de haber esquivado en la medida de nuestras posibilidades la injusticia y la impunidad que deja una mayoría de crímenes sin resolver, ausentes de castigo, en duelo indefinido a la sociedad.
Hay un miedo paralizante en las gentes hoy por hoy, enorme temor, algunos salvadoreños se están creyendo que vivir ya no es un derecho, sino la voluntad de algún mafioso del barrio; de esta manera cuando un país llega al punto en que haga lo que haga está mal, todos terminan haciendo lo que les da la gana. Es el reto, no la pócima milagrosa lo que hay que tener claro.
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