África, la otra raíz salvadoreña
Marvin Aguilar
Hace algunos días un comentarista de mis textos
escribía que mentía tergiversando la historia al decir que en El Salvador
existía afro descendencia ¿sus argumentos? No tenemos atlántico y que la
presidencia del general Hernández Martínez los había expulsado del pais. Otros
sostienen que como no los ven, pues no hay.
Para estos razonamientos histórico-racistas Pedro
Escalante Arce, presidente de la Academia de Historia salvadoreña sostiene que:
hablamos mucho de algo y en síntesis
sabemos muy poco de aquello.
Estar en el pacifico y argumentar que por eso no
existieron esclavos negros es ignorar que Perú y Ecuador poseen población afro
descendiente y, en cuanto al general Hernández Martínez para 1933 que es cuando
se reforma la ley de migración por parte del dictador este prohibió la entrada
de negros –entre otras razas- no
expulso a los mulatos que ya estaban desde la colonia en El Salvador.
En cuanto a verlos, debemos de considerar que el
racismo disimulado de nuestro pais obligó a los negros a volverse mulatos,
zambos, morenos, trigueños oscuros, trigueños es decir “blanquearse” para poder
tener una movilidad social ascendente dentro de una nación que asoció lo blanco-bueno
y negro-malo. Entonces lo afro salvadoreño no será igual a lo afro hondureño,
guatemalteco, costarricense sino que tendrá características propias.
Rafael Lara Martínez me decía que no por ser rojos el
tomate y la fresa diremos que ambos son fruta o, verdura según se desee.
El mestizaje
salvadoreño de indígena- español es falso.
Los registros coloniales, rastros de cultura
inmaterial, herencia culinaria, artesanal finalmente el ADN nos permiten
reconstruir y acercarnos a la mejor de todas las verdades sobre las tres
vertientes del mestizaje nacional: indígena,
africano, español.
Los negros de nación llegaron en cuatro migraciones
forzadas a El Salvador: por el añil, a los beneficios de hierro, minas de oro y
finalmente podrían haber llegado ya como obreros para iniciar la construcción
del tren. Es posible alguna otra oleada a principios del siglo 20. Pero falta
aun mucha investigación para poder sostener las dos últimas planteadas.
En ese sentido encontramos en lugares donde se trabajo
el añil descendencia africana, eso es San Vicente, Verapaz y, San Miguel
colonial, San Alejo. De igual se han encontrado en Atiquizaya siendo activos
protagonistas en la revuelta de 1932. Nejapa en San Salvador fue un poblado
inicialmente de mulatos por mencionar los primeros municipios
investigados.
Como rastros de cultura inmaterial la danza de los
negritos de Cacaopera, Morazán refleja la composición de la milicia colonial y
de los primeros años de la republica por pardos. En Ereguayquín, Usulután
encontramos la danza de los Tabales, en honor a San Benito de Palermo santo
negro. En Izalco, Sonsonate el Jeu-Jeu; en Tacuba, Ahuachapán la danza de la
Negra Sebastiana que explica a través de sus integrantes la llegada de los
españoles con los tlaxcaltecas y negros a El Salvador.
Finalmente un muestreo de ADN hecho en nuestro pais en
2009 por los institutos de medicina legal de El Salvador, Portugal y el Pais
Vasco determina que no tenemos prácticamente ninguna diferencia genética con
los habitantes de Porto Alegre, Brasil cuya segunda población es del 12% negra;
con Colla, Argentina una etnia amerindia y Honduras.
Existe según distintos archivos coloniales sobre la
provincia de San Salvador la información que los esclavos que desembarcaron en
Acajutla provenían de Angola y de las Guineas cuando eran traídos por
portugueses, después por británicos de Mozambique. El ADN salvadoreño actual
nos permite encontrar acercamiento genético con estos países africanos.
El tema es apasionante porque nos ayuda determinar que
caracteres como el “salvadoreño trabajador” o sobreviviente así como la
costumbre de procrear sin límites son rasgos africanos. La sopa de patas, la
chanfaina; el canasto; la marimba, algunas variantes de brujería; los cristos
negros diseminados por el país; la “liberación” de los esclavos –negros no indígenas- por José Simeón
Cañas en 1823, la obra de SALARRUE, Francisco Gavidia, David J. Guzmán,
Benjamín Saúl son rasgos culturo-antropológicos que certifican la presencia
africana.
Nuestro aporte
documental.
Es debido a eso que hemos comenzado a rodar desde hace
meses en producción con la Dirección de Cine y Audiovisuales de SECULTURA, el
documental Pieza de Indias, filme
que reúne a los investigadores del tema africano en El Salvador: Carlos Loucel,
Marielba Herrera, Pedro Escalante Arce, Herbert Erquicia, Wolfang Effenberger,
Rafael Lara Martínez, y desde luego hacemos un repaso por las artes “negras”
explicado por Ricardo Lindo y Manlio Argueta; Sajid Herrera de igual
historiante de la colonia nos aporta la visión de esa época sobre las casta
descendientes de negros.
Visitamos comunidades afro descendientes tanto rurales
como urbanas y desde luego los personeros de Medicina Legal nos hablan del ADN
nuestro, hemos pues reunido arte y ciencia para dejar en claro que cuando
hablamos de mestizaje en relación a los salvadoreños nos estamos refiriendo a
Negro de nación, mulatos, pardos, zambos, loros. Indígenas tanto de las etnias
tlaxcaltecas, guatemaltecas, nicaragüenses traídas por los españoles, como
nahuat-pipiles, lencas-Potones, kakawira y sus variantes que estaban en El
Salvador pre colonial.
Todo eso, más los europeos, centroamericanos y ahora
la nueva patria extra territorial compondrían eso que llamamos salvadoreñidad
ni más ni menos.
Ignorar esto ya sea por miedo, racismo, ignorancia o
falta de conocimiento histórico es nunca resolver nuestros problemas que
trascienden lo político partidario y se vuelven de nación. Negarlo es un crimen
de lesa patria, por eso hay que decirlo fuerte y claro.
El documental será estrenado en enero de 2013 dentro
de las celebraciones de los Acuerdos de Paz.
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