Fiscal y crimen
Marvin Aguilar
Muchas veces la política cobra tintes chaplinescos
allí deberíamos preocuparnos porque es señal inequívoca que se terminaron las
ideas de los que dirigen.
Así sucedió con los fiscales que nuestros políticos eligieron
en sucesivas ocasiones. Ninguno investigó crimen organizado, narcotraficantes,
narco políticos, narco iglesias. Con el tiempo la droga en sus diferentes
variantes se extendió como moda en áreas urbanas y rurales.
Las autoridades se empeñan en capturar pequeños vendedores
o consumidores relacionados con este delito, convirtiéndose en la mayoritaria
población carcelaria para exhibirlos ante los Estados Unidos como gran logro y muestra de su decisión de hacer
guerra al flagelo de la droga.
Pero transportadores, distribuidores, lavadores de esas
ganancias siguen haciendo negocio y comercio con los sentimientos de nuestra
juventud, los casos relevantes han sido más aportaciones de la DEA a la fiscalía que una iniciativa
del ente estatal comisionado constitucionalmente de perseguir los que corrompen
las leyes.
En el oriente del pais el alto índice de evasión
fiscal, la repentina fortuna de muchas personas, porcentajes alarmantes de
violencia intrafamiliar rural a causa de consumo de cocaína, crack, mariguana,
de cómo pueblos como Santa Rosa de Lima, Pasaquina, Jiquilisco, San Miguel
nocturno se comercia con droga no interesa a nadie, ¿la razón? hablar de esto puede
costar la vida.
Del pasado al
presente
Hubo un tiempo en que los futuros honrados
comerciantes se dedicaban al contrabando de animales, personas, lácteos,
licores, vestuarios productos que procedían de Panamá, Nicaragua y Honduras que
desembarcaban en Santa Rosa de Lima para distribuirse en la república.
Existió, si se me permite definirla así una concepción
ética sobre la diferencia entre ser contrabandista y ahora narcotraficante o,
la parte más elegante de esta “empresa” como es el lavado de activos que
impedía dedicarse a esta actividad.
Desapareció. Había dentro de esta idea un código moral:
contrabandear es evadir impuestos, es perjuicio al Estado, pero si se trafica
droga se daña a la sociedad, gente, jóvenes.
De allí que la misma comunidad hiciera diferencias morales
cuando de juzgar a delincuentes se trataba. Ahora se piensa que es más
peligroso un adicto que un narcotraficante.
El cambio operado de contrabandista a
narco-comerciante-religioso-político ha disparado los índices de muerte; antes
las mafias poseían una ética de no violencia, ahora esta desechada debido a que
las ganancias de lo hecho antes nunca serán similares a las que reditúan las
drogas ahora.
Común era que comerciantes que se suponían
contrabandistas tuviesen amistad con los jefes de la Policía de Hacienda
incluso entre ellos existía respeto en donde sometían a jurisdicción legal
todos los tipos de delito exceptuando desde luego los relacionados con
contrabando.
Ahora no, los ajusticiamientos –asesinatos- ejemplarizantes son la regla para la competencia:
narcotráfico, narco menudeo, extorsión; así como para personas que molestan al
negocio de la droga escribiendo artículos como el que lee.
Aquellos contrabandistas que algo pagaban de impuestos
han sido sustituidos por narco comerciantes que aprovechando la dolarización
usan las remesas para blanquear dinero que termina en las cuentas de los
cárteles.
Dichos capos imponen en la sociedad la incultura, desprecio
a las artes, promueven mediocridad, neo machismo, caudillismo; aspiran ser amos
de todos nosotros, seres omnipotentes que solo son comparables a Dios, cuando
no actúan desde luego como su
representante en el pueblo.
Pasamos de un negocio sin víctimas y enemigos a uno
que lo desea controlar todo, ser la punta de la pirámide, hombres miserables
deseosos de ser alfa hasta la muerte. Ellos han instalado la idea de la
superioridad de la riqueza sobre la inteligencia, estudias pero eres pobre;
para influenciar a otro haz dinero de cualquier forma.
La otra cara de
la moneda
Hace algunos días la Red de Justicia Fiscal TJN por
sus siglas en inglés, presentó un informe que describe como la elite mundial ha
evadido a paraísos fiscales: Islas Caimán, Belice, Costa Rica, Panamá entre otros,
17 billones de euros.
Si estos capitales hubiesen sido declarados servirían
para pagar la deuda externa de países que como el nuestro dedica hasta el 50%
de su presupuesto para ello, impidiéndoles tener una política de desarrollo
nacional haciendo de la pobreza una norma de vida.
En dicho informe hay un capitulo que analiza a la
América Latina reflejando que naciones donde más se escapan fortunas hacia
paraísos son los petroleros; pero aparece El Salvador como uno del área donde
ha existido una fuga sistemática de capitales desde 1970 aumentado desde la dolarización
que en caso de haber sido antes u hoy declarados podríamos aumentar el PIB en
un 54% más del actual.
Además refleja que nuestra pobreza es más aguda, grave
y amplia de lo que oficialmente se ha reconocido en años pasados y aun ahora.
Esto resultado directo de evadir impuestos de empresas que se registran en
estos países y declaran nada o poca renta en El Salvador, un entramado de
negocios que se sub contratan unos a otros operando con pérdidas que los lleva
finalmente a no declarar nada al fisco.
Este listado de sociedades anónimas el fiscal puede
conocer –si lo desea- abrir
expedientes del porque se llevan grandes ganancias exentas que no regresan que
no sea para impulsar consumo condenándonos a un círculo económico vicioso
inmoral.
Un fiscal o es tapadera o perseguidor del delito en
todas sus formas, y poniéndonos malcriados ningún
fiscal ha tenido huevos de hacer nada contra estos flagelos que benefician
tanto al crimen de arriba como al de abajo.
Estamos pues perdidos. Hasta las iglesias se han
sospechosamente desentendido del problema de las drogas y la evasión como pecado, no se combate de frente como se hace con
otros temas un enemigo que sí amenaza nuestro futuro, los jóvenes, la patria.
Solo queda el fiscal que muchas veces culpa a los
recursos de su parsimonia, dejando así una vía amplia y moderna como la
longitudinal del norte abierta para los cárteles centroamericanos de la droga.
Estamos pues perdidos.
Los políticos nos acostumbran ya no esperar nada de ellos así no pueden decepcionarnos, ese es el sistema
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