LAS LECCIONES DE LA AZUL PLAYERA. POR RODRIGO AGUILAR
La Selección Salvadoreña de Fútbol Playa, fue formada por el profesor Israel Cruz, en el año dos mil cuatro en las Islas La Pirraya y Rancho Viejo de Jiquilisco, departamento de Usulután.
El propósito inicial era formar escuelas de fútbol once, pero las condiciones del lugar y la falta de un espacio físico adecuado, hicieron que tomara la decisión de practicar el fútbol de arena, aprovechando entonces, las habilidades de los jugadores nacidos en la zona.
Después de haber conformado el equipo, con pescadores oriundos de las islas, nuestra selección tuvo su primera participación en una eliminatoria de CONCACAF, en Acapulco México, el año dos mil seis.
Posteriormente, la Selecta Playera fue parte del grupo A, clasificado por Concacaf-Conmebol, para competir en la copa mundial FIFA del año dos mil siete, en este evento nuestros jugadores terminaron en último lugar.
El año dos mil ocho, la Concacaf organizó un Torneo en Puerto Vallarta, donde el equipo nacional obtuvo un pase Histórico, para participar por primera vez en una Copa Mundial de la FIFA, desde esa fecha han participaron en los torneos mundiales de dos mil nueve, dos mil diez y dos mil once.
En la copa mundial de dos mil once, de Rávena Italia, nuestros jugadores obtuvieron el cuarto lugar, triunfo que puso en alto el nombre de nuestro país porque ellos se ganaron el respeto de sus contendientes, de la prensa nacional y extranjera; después que ellos mismos los miraban con desprecio y cuestionaban su falta de preparación física, su desconocimiento de técnicas y sobre todo su condición de humildes pescadores.
Ahora en el dos mil trece, los guerreros de playa volvieron a honrar nuestros colores en Nassau Bahamas, venciendo a la Selección Mexicana, en tiros de penal obteniendo el pase para participar en la Copa Mundial que tendrá lugar en Tahití.
De estos deportistas y de su entrenador, tenemos grandes lecciones que aprender, porque sin lugar a duda son un modelo de humildad, sencillez, valentía y sobre todo de Fe en Dios; porque el camino que han recorrido ha estado lleno de desprecios y obstáculos, que se originaron en su condición de humildes pescadores, a lo que debe sumarse la falta de apoyo económico de nuestras autoridades deportivas de nuestro país.
Entre las lecciones que nos dieron, podemos destacar su Fe en nuestro Creador, porque durante los momentos difíciles que enfrentaron nunca dudaron que obtendrían la ayuda divina; pero lo más admirable es que después de haber obtenido la victoria actuaron con humildad reconociendo que Dios se las había otorgado.
En el plano organizacional, su entrenador demostró una singular capacidad de liderazgo y sus pupilos demostraron su capacidad de trabajar con disciplina y en equipo, lo que los llevó a superar todas las pruebas físicas y emocionales a las que fueron sometidos, a actuar sin temor y sin perder de vista su objetivo principal, anotar goles sin importar quien fuera su contrincante.
Si cada Salvadoreño y Salvadoreña actuara de la forma en que actuaron estos guerreros de playa, sin lugar a duda nuestro país sería muy diferente, porque tomaríamos conciencia de que somos la mayoría, que el poder radica en el pueblo y eso traería como consecuencia nos levantaríamos sin temor contra los grandes problemas que nos agobian como la violencia, la delincuencia, la extrema pobreza y la corrupción, seríamos nosotros quienes dirigiríamos nuestro destino y no un pequeño grupo de personas o corporaciones.
Tendríamos además, la fuerza para hacer que quienes ostentan el poder político y económico actuaran en equipo, conectados con la mayoría población; los obligaríamos a poner en alto el azul y blanco, haciéndolos renunciar a defender sus intereses particulares, los de las cúpulas partidarias y empresariales y los de los grupos de fácticos con poder; porque eso es lo que impide que podamos resolver los grandes problemas que enfrentamos como país.
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