PRIMERO DE MAYO FIESTA DEL MOVIMIENTO OBRERO MUNDIAL. (POR RODRIGO AGUILAR).-
El primero de mayo el Movimiento Obrero Mundial, celebró el Día Internacional de los Trabajadores; fiesta establecida el año 1889 en París, por acuerdo del Congreso Obrero Socialista, como una jornada de lucha reivindicativa y como homenaje a los Mártires de Chicago, ajusticiados por participar en la lucha por conseguir una jornada laboral de ocho horas.
Esta lucha inició en Estados Unidos, en los albores de la Revolución Industrial, en un contexto donde la jornada laboral duraba más de dieciocho horas; por esa razón, se formó en 1829 un movimiento que solicitó a la legislatura de Nueva York una jornada de ocho horas, y que además pretendía hacer valer la máxima siguiente: ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa.
Estas presiones tuvieron como resultado, que en 1886 el Presidente de Estados Unidos, Andrew Johnson promulgara la Ley Ingersoll, que establecía ocho horas de trabajo diarias; poco tiempo después, diecinueve estados sancionaron leyes que permitían trabajar jornadas máximas de diez y ocho horas, pero las condiciones de trabajo no experimentaron cambios y se mantuvieron insoportables para los trabajadores.
La falta de cumplimiento de la Ley Ingersoll, provocó la movilización de las organizaciones laborales y sindicales; estas acciones fueron atacadas por la prensa, que calificó la pretensión de obtener ocho horas de trabajo, como indignante e irrespetuosa, como un delirio de lunáticos poco patriotas.
Esta lucha, se mantuvo hasta culminar con la huelga del primero de mayo de 1886, que tuvo como resultado que a finales de mayo de ese año, varios sectores patronales, accedieran a otorgar la jornada de ocho horas de trabajo.
En El Salvador, las luchas reivindicativas por lograr mejores condiciones salariales y obtener prestaciones para tener acceso a una vida digna, se mantienen vigentes y al igual que ocurrió en Estados Unidos hace ciento veintisiete años, algunos medios de comunicación que defienden los intereses económicos de las grandes empresas critican, rechazan y atacan toda iniciativa del los movimientos obreros y sindicales en favor de la clase trabajadora.
A lo largo de nuestra historia, la clase trabajadora, compuesta por maestros, empleados públicos y privados, obreros, campesinos y profesionales, ha estado sometida a condiciones de exclusión y explotación; sin posibilidades de poder ejercer plenamente sus derechos fundamentales como el acceso a vivienda digna, salud y educación.
Entre las formas más evidentes de explotación podemos destacar, que algunos sectores obligan a sus trabajadores a realizar jornadas de trabajo que superan el máximo permitido por la ley, con la agravante que no les reconocen el tiempo extra ni las horas de nocturnidad.
Los empleos de alto riesgo son remunerados como si fueran actividades normales; la retención de las cuotas del Seguro Social y AFP se realiza sin ser entregadas a estas instituciones, la falta de pago de las vacaciones, aguinaldos, la falta de pago de las indemnizaciones al cien por ciento al momento de ocurrir despidos injustificados o cuando un trabajador renuncia y los malos tratos personales.
Esto ha tenido lugar, porque estos sectores consideran al dar empleo a una persona le están haciendo un favor, pues no toman conciencia que el trabajo pertenece al trabajador y que este traslada sus derechos sobre sus servicios prestados a cambio de una remuneración, que debería ser digna.
No toman en cuenta que el dinero por sí solo no puede producir ningún fruto, que una fábrica sin obreros no puede crear sus productos, que un almacén sin dependientes no puede vender, que una constructora sin obreros no puede levantar ninguna edificación y una escuela o universidad sin maestros no puede impartir enseñanzas.
Esto debería llevarlos a reconocer, que si bien es cierto ellos tienen los recursos económicos, la clase trabajadora representa el capital humano, algo que es indispensable para la subsistencia de cualquier empresa o negocio, que el progreso de nuestro país no depende exclusivamente de los empresarios y comerciantes, que la clase trabajadora es el motor de la economía y una parte esencial de nuestro desarrollo.
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