Análisis
Teoría
de 'ventanas rotas' de Giuliani no servirá en Centroamérica
Escrito por Michael Lohmuller
Jueves, 19 Marzo 2015
Rudy
Giuliani, el exalcalde de Nueva York conocido por ser el cerebro detrás de la
enorme disminución de la delincuencia en esa ciudad en los años noventa, se
encuentra prestando una asesoría muy bien remunerada en algunos de los países
más pobres y violentos de Latinoamérica, pero sus teorías de reducción de la
delincuencia están basadas en conceptos dudosos y pueden ser contraproducentes.
En octubre de 2014, el exalcalde de Nueva York, quien había
sido contratado
por empresarios de Guatemala,
visitó el país centroamericano para discutir los resultados de un estudio
realizado durante cuatro meses por su empresa de seguridad Giuliani
Partners LLC sobre las condiciones de
seguridad del país.
Unos meses más tarde, un equipo de la firma consultora de
Giuliani visitó El Salvador para ayudar a diseñar una estrategia de lucha contra el
crimen, informó Warscapes. De manera similar a como ocurrió en Guatemala, la firma de
Giuliani fue
contratada por la Asociación
Nacional de la Empresa Privada (ANEP) de El Salvador para asesorar a los líderes locales acerca de cómo combatir
los delitos violentos.
Giuliani regresará a Centroamérica este año para asesorar
a Honduras en cuanto al manejo de la inseguridad y la violencia.
El exalcalde también ha realizado trabajos
de consultoría en Colombia y Brasil, país en donde visitó a Río de Janeiro con el fin de ayudar a
la ciudad a mejorar la
seguridad, como parte de los preparativos para la Copa
Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
El
exalcalde es en general recibido como una estrella de rock y sus conocimientos
sobre lucha contra el crimen son tomados como palabra divina, aunque en
realidad son rudimentarios y poco profundos.
“Para nosotros la prioridad número uno era la seguridad”,
dijo Giuliani ante
una multitud de guatemaltecos refiriéndose
a su período como alcalde de la ciudad de Nueva York. “Cuando hay una
abrumadora cantidad de crímenes en la sociedad, eso no se resuelve con
escuelas, bibliotecas, barrios agradables y equipos deportivos. Hay que reforzar
el orden público. Cuando se logra reducir el crimen, el paso siguiente es
desarrollar programas sociales. Es entonces cuando se crean más empleos,
mejores barrios y mejores escuelas”.
Giuliani
se fue de Guatemala no sin antes hacer recomendaciones sobre cómo medir de
mejor manera la eficacia de su sistema policial y de justicia, y así determinar
cuántos policías se necesitan y qué tan altos deben ser sus sueldos con el fin
de reducir la corrupción.
En El Salvador, el presidente de la organización que lo invitó dijo que confiaba que
las propuestas de la compañía de
Giuliani “romperían el círculo vicioso de la violencia” y que esperaba que el
gobierno acataría cabalmente las recomendaciones formales de Giuliani, que se
esperan para principios de abril.
Análisis de InSight Crime
No hay duda de que Centroamérica necesita ayuda. La región del
Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) es una de las regiones más peligrosas y violentas del mundo.
En 2014, la tasa de homicidios de Guatemala se situó en 31 por 100.000
habitantes, mientras que tanto El Salvador yHonduras tuvieron tasas de más de 60 por 100.000 habitantes. Gran
parte de esta violencia es el resultado de la actividad de
pandillas y narcotraficantes en toda
la región.
Tales niveles de violencia han tenido grandes
repercusiones financieras en las
economías latinoamericanas: la violencia en Honduras le costó al país cerca del 19,2 por ciento de su PIB en
2013. La inseguridad rampante también es considerada como uno de los principales
factores que lleva a los jóvenes centroamericanos a iniciar una riesgosa
travesía hacia Estados Unidos.
Pero las propuestas de Giuliani tienen numerosos problemas,
comenzando por su credibilidad. Las estadísticas muestran que los crímenes
violentos y los homicidios comenzaron a
disminuir antes de la
administración de Giuliani. De hecho, durante los años noventa, el crimen se
redujo no sólo en Nueva York, sino
también en las principales ciudades de Estados Unidos, como Chicago, Los
Ángeles, San Francisco, Miami y San Diego.
Muchos analistas mencionan también una mezcla compleja de cambios sociales y
demográficos como las razones para el
descenso del crimen en la ciudad de Nueva York, como el fin de la epidemia de
crack, mejoras en la economía y la imposición de mayores penas para los
delincuentes. Todo esto sugiere que Giuliani no fue tanto un “súper policía”
sino más bien que resultó beneficiado por las circunstancias: simplemente
estaba en el lugar correcto en el momento oportuno.
Además, el concepto central en la argumentación de Giuliani
tiene grandes problemas. Conocida como “ventanas rotas”, esta teoría —propuesta
inicialmente por los profesores George Kellog
y James Wilson en 1982— sugiere que la
policía puede lograr entornos seguros siendo más estricta con delitos que
amenazan en menor medida la calidad de vida, como el vandalismo o la
mendicidad, pues se supone que la aplicación estricta de la ley para controlar
delitos menores evitará que crímenes más graves echen raíces.
Además de lo ridículo que suenan en lugares con tasas de
homicidio seis veces mayores que las que tuvo la ciudad de Nueva York en su
peor momento, existen serias
dudas sobre la eficacia de
las políticas de “ventanas rotas” (así
como temores de que éstas hayan conducido a abusos de la
policía en Nueva York), por lo que se debe
advertir a los gobiernos centroamericanos que tengan cierto grado de precaución
al adoptar las recomendaciones del exalcalde.
En un correo electrónico, Randall Shelden, criminólogo de la Universidad de Nevada, Las Vegas, le dijo a
InSight Crime que “la idea de la denominada ventanas rotas se basa en una
teoría deficiente o no tiene sustento teórico en absoluto”, y que no se les
“debería dar casi ningún crédito” a las teorías de las ventanas rotas de
Giuliani.
Robert Gangi, experto en justicia penal y orden público, que fue
director ejecutivo de la Asociación Correccional por más de 29 años y fundó
el Proyecto para la Reforma de la
Policía (PROP por sus iniciales en inglés), le dijo
a InSight Crime que “ninguna investigación confiable ha demostrado que la
teoría de las ventanas rotas en la ciudad de Nueva York haya sido una
estrategia eficaz en la lucha contra el crimen”.
Por el
contrario, Gangi señaló que diversos factores intervinieron en la disminución
del crimen en Nueva York. Además de las razones mencionadas anteriormente, se
encuentran otras como el efecto estabilizador que la inmigración tuvo en los
barrios pobres, la eventual resolución de la guerra contra las drogas y lo que
él denomina el “síndrome del hermano menor”, que consiste en que las
generaciones más jóvenes evitaban consumir drogas después de haber sido
testigos de sus efectos nocivos.
Gangi
agregó que “se ha presentado una disminución significativa del crimen en las
ciudades de todo el mundo, incluso en aquéllas que no usan la estrategia de las
ventanas rotas”. Anotó que la expectativa de que el crimen se reducirá por el
hecho de escuchar a Giuliani y emplear sus propuestas es “una teoría construida
sobre arena”.
Las propuestas de Giuliani también pueden ser contraproducentes.
Gangi llamó a la política de “ventanas rotas” en Nueva York una “forma
descaradamente racista del orden público” que ha terminado por castigar a las
minorías por delitos menores. Lo mismo ha ocurrido en ciertas partes de
Centroamérica. Gran parte de lo que Giuliani está
recomendando en esta región (como
la “tolerancia cero” y sus políticas de “ventanas rotas”), es lo que los
centroamericanos han llamado “mano dura”.
Implementada en los primeros años del nuevo siglo para enfrentar
el aumento de la actividad de las pandillas callejeras, la mano dura implicó
realizar extensas redadas en zonas marginadas y detenciones masivas e
indiscriminadas de presuntos pandilleros solamente con base en su ropa y sus
tatuajes. Estas políticas condujeron a encarcelaciones masivas pero han sido
ineficaces para reducir la delincuencia y la violencia. Algunos estudios
sugieren que incluso han incrementado
la actividad de las pandillas, e
InSight Crime ha
descubierto que han ayudado a las
pandillas a reorganizarse, reagruparse y reclutar miembros en las cárceles.
En
contraste con Giuliani, Gangi dice que hay un método básico más aconsejable
para combatir la delincuencia y la violencia, que consiste en proporcionar
apoyo y oportunidades a las personas que, por una u otra razón, han sido
marginadas. Para estas personas, el crimen puede convertirse en una forma de
vida, o simplemente servir como un medio para ganarse la vida.
Esto
significa que los gobiernos deben tratar de ofrecer capacitación laboral y
programas extraescolares, mejorar la educación y poner fin a la actividad
policial agresiva y discriminatoria. Por su parte, Shelden se preguntó sobre la
manera como Giuliani podría lograr esto en Centroamérica, dado que proveer
“seguridad”—que Giuliani mencionó explícitamente durante su visita a ciudad de
Guatemala como su prioridad número uno en Nueva York— significa “hacer poco o
nada en relación con las causas del crimen”.
Aunque la política de “ventanas rotas” sigue
teniendo defensores, Giuliani se ha
retractado un poco de la aplicabilidad universal de sus políticas, reconociendo
que lo que funcionó en Nueva York podría no funcionar
en Guatemala.
De hecho, las
diferencias entre la Nueva York
de Giuliani y la Centroamérica de hoy son enormes: la Nueva York de Giuliani
carecía de los mismos niveles agobiantes de pobreza, extensa actividad
pandillera y narcotráfico a gran escala. Tal vez lo más importante, sin
embargo, es que los países que conforman el Triángulo del Norte a duras penas recaudan
ingresos fiscales, lo que significa que será difícil reunir los fondos
necesarios para cualquiera de las recomendaciones de Giuliani —como aumentar el
número de policías e incrementar su sueldo— y las instituciones usualmente
encargadas de aplicar la justicia sufren de pobreza crónica.
Antes de proceder, las asociaciones empresariales y
gubernamentales de Centroamérica harían bien en hablar con otras que han
contratado a Giuliani. En 2003, Giuliani les presentó al gobierno y los líderes
empresariales de Ciudad de México un plan de 146 puntos para reducir los
delitos violentos. Marcel Ebrard, jefe de
policía de Ciudad de México, dijo entonces que seguiría cada una de las recomendaciones;
sin embargo, al año siguiente el crimen disminuyó en sólo uno por ciento. Esto
llevó a que muchos funcionarios escépticos de Ciudad de México criticaran el
trabajo de la empresa de Giuliani; de
hecho, el nuevo jefe de la policía, Joel Ortega, dijo: “No soy fan de
Giuliani”.
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