22 de enero de 1932
Marvin Aguilar
Alberto Masferrer en mi criterio define muy bien la forma en que las dirigencias políticas salvadoreñas entienden debe ser el comportamiento de un miembro de un partido: cuando cometí la imbecibilidad de meterme a eso que llaman política militante durante un año, me volví áspero, fanático, descortés y tonto. No hay estado de ánimo que vuelva [al salvadoreño] más apasionado y estrecho. Uno sabe más que los otros, uno solo es honrado, instruido, inteligente y patriota. La soberbia se desarrolla intensamente y con ella, claro la necedad. Esos son los rasgos históricos de los políticos salvadoreños a lo largo de la vida patria.
Es notable como el salvadoreño común adopta esta actitud como conducta ordinaria al escuchar una idea distinta, nueva, diferente a sus creencias. Primero la ridiculiza, trata de silenciarla, imposibilitado de destruirla termina diciendo: estás totalmente equivocado. Cuando lo correcto sería: no estoy de acuerdo contigo. Imposible permitirse el libre pensamiento; entendiendo que los disensos construyen mejores consensos y, que si bien la democracia –modelo que hemos apostado instalar- es la voluntad de las mayorías, le es a la vez inherente, imperativo categórico, el respeto a las minorías. Sin esa norma-valor el sistema podrá ser, pese estar escrita en la Constitución cualquier cosa menos pluralista.
80 años del exterminio de una raza
Rafael Lara Martínez en su ameno libro: Balsamera bajo la guerra fría, El Salvador 1932, historia intelectual de un etnocidio. Recoge entre otros materiales un artículo publicado en Diario Latino el 2 de febrero de 1932, escrito por G. González y Contreras, que es oportuno a propósito de las conmemoraciones de masacres este mes de enero ya sea en el Mozote, 30 años; Izalco, 80 años compartir.
Además es muy ilustrativo debido a que está escrito recién pasados los acontecimientos, repasa los actores del momento permitiéndonos una fuente para un texto simultaneo entre el ayer y hoy, entender mejor sobre qué bases se construyó el país moderno y contemporáneo, el que fue llevado por la intolerancia a la guerra civil, que ahora lucha contra la inseguridad, delincuencia e impunidad.
Los comunistas: comunistas propiamente dichos son escasos en el pais: los teóricos que la entienden y practican. A la sombra de estos han surgido los azuzadores de masas que la han adaptado a los bajos apetitos de la plebe para de una doctrina novísima hacer una palanca contra los patronos: Alejandro Rivas Mira.
Son muchos los falsos comunistas que se han sabido aprovechar de la sinceridad de todos. Al Perderse el ideal, las ideas comunistas solo se transformaron en un simple, caótico y primitivo bandolerismo. Muy similar a la forma en que el ambulantaje pretende justificarse en el centro histórico de San Salvador.
La masa desorientada: la población mayoritariamente era analfabeta. Culpa de las clases altas que no se han preocupado por destruir el analfabetismo introduciendo otros modelos de cultivo y de vida. Los han mantenido en la más desconsoladora ignorancia. Esto vuelve presa fácil a los campesinos y sectores urbanos de los manipuladores de ideas y transforma a estos en propagadores de la violencia. De allí surgió la ola destructora que azotó el país en esos días de enero de 1932. Ahora bien alfabetizar no es transformar al pueblo en un arrogante consumista, que imposibilitado de poseer bienes y servicios obvia los valores que conforman el pacto social.
Los líderes políticos: desde 12 años antes a la revuelta indígena la derecha con don Alfonso Quiñónez Molina en un afán de conseguir adeptos prometió entrega de tierras a los proletarios, sin diferenciar quien podría estar preparado para recibirla y trabajarla. Luego Arturo Araujo con algunos otros candidatos prosiguieron con la tarea de diseminar teorías para disminuir el derecho de propiedad. Impedidos de poder cumplir con doce años de promesas de tierras a los indígenas a quienes se les habían quitado los calpulli ¿no era normal que luego otros dirigentes políticos –izquierda- usaran la misma estrategia como arma para despertar sentimientos muy enraizados dentro de los nativos? La decepción por ser una clase política manipuladora es entonces ancestral.
La crisis económica: mal labor llevábamos con la chapuz nacional cuando la crisis internacional dejó a las masas desocupadas. Los grandes propietarios no pudieron visionar la depresión financiera, el monocultivo como única fuente de ingresos nacionales, la división entre los ricos, un gobierno abandonado, agricultores embargados dio como resultado un estado de miseria generalizado. Así solo faltaba una idea chispa que encendiera los malos ánimos de la gente. Hitler fue gracias a esas condiciones como subió al poder en Alemania.
Un desempleado nuevo era uno más que sumaba al descontento; propagador, simpatizante de ideas que buscaran cambiar la situación ya sea por la buena –cosa que nunca pasa por estos lados- o por las malas. La clase dominante nunca quiso discutir el tema económico-social, mientras el descontento de las voces de la mano de los comunistas aumentaba.
El egoísmo. En todas las clases sociales salvadoreñas impera la mezquindad: Pobre mata pobre; rico secuestra rico. Ahora ¿imagínense cuando hace agua el barco y todos desean ponerse el salvavidas? De esa forma los pobres empezaron a exigir cosas como si estuviésemos en tiempo de bonanza, imposibles de otorgar; los ricos de igual olvidándose que los pobres son seres humanos y necesitan vivir no cedieron un ápice en sus privilegios de los que se consideraban sus fidedignos detentadores. La iglesia guardó silencio.
Si bien desde la derecha se sostiene que los indígenas-campesinos-comunistas, se lanzaron a la ciudad para destruir la riqueza, amenazando la vida, la propiedad, poniendo al borde de la ruina nuestra patria, obvian –como bien apunta González y Contreras- que las mayorías pobres en las que se había gestado históricamente una violencia no optaron por el reclamo con el machete, con el estallido violento por gusto al pleito; todo pudo haber sido prevenido con unas oportunas mejoras salariales, salud, vivienda y mejor alimentación. Bueno es que todo esto aconteció 80 años atrás y ya no sucede más.
Nota: les invito a ver en blog.alteriuris.net dos documentales, uno sobre la mujer indígena y otro sobre los Chaparrastiques, la etnia Lenca-Poton.
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