Los medios sustituyeron al libre albedrio
Marvin Aguilar
En nuestro país existen medios liberales, liberales no
democráticos y conservadores. Los primeros operan desde internet haciendo algo
nuevo llamado periodismo digital; segundos y terceros la mayoría, gran prensa
que controla los medios dirige y forma desde esa plataforma estratégica la
cultura del salvadoreño de a pie. Si la mayoría es conservadora es debido a
ello, no porque hayan llegado a esa decisión de forma personal.
Si bien en El Salvador un poco más de un millón de
personas tienen Facebook y usan YouTube, Twitter no todos saben digerir la
información que se puede obtener a través de la social media ya que se entiende
por factores educo-culturales como una distracción o moda. A esto es necesario
añadirle que el resto de la población, masa tecnológicamente analfabeta tirada
al hedonismo más vulgar e insensible es la que decide –por hoy- hacia a dónde va
el futuro.
Tendremos una nación distinta cuando los números sean
revertidos: seis millones tienen acceso a
internet y lo usan como fuente de información y decisión, y tan solo un millón
no acceden. Será el fin de los mentirosos que han instalado el discurso único porque el pueblo no
solo tendrá voz, sino que se descubrirá influyente en todos los órdenes de
vida. Habrá por fin que invertir en educarnos si no se desea que tomemos
decisiones absurdas.
Noam Chomsky, de quien me valgo en clases para
diferenciar la opinión pública de la publicada, identificó y teorizó como buen
miembro del decrecentismo diez formas en que los periodistas y sus medios se
prestan para volvernos electrodomésticos dentro de la dictadura del “consenso”;
ser consumidor y nunca comprador; mejorar el sistema pero no cambiarlo; de un
paraíso al final de la vida, reino de los cielos que habitaran solo los pobres
de la tierra, sin decirnos entonces para que sirve ser ricos; una raza
ancestral que siempre ha salido adelante pero que, por a saber cuáles
circunstancias continua siendo incapaz de superarse.
Hagan los que
ellos dicen:
Inundarnos con despistes e información insignificante
para que pasemos inadvertidos sobre las decisiones que toman las elites
económicas, políticas y que nos afectan, esto se llama: la estrategia de la distracción. Nada mejor para olvidar la ¿crisis institucional? que CONSUMA, un
partido de la selecta que perderá finalmente y, las vacaciones de agosto.
Crear problemas
para después ofrecer soluciones: se orquesta una situación que busca causar una
reacción por parte de la población, para de esta manera ofrecer una salida
única al problema. Frente a la ola delincuencial que el gobierno es incapaz de
controlar; busque una agencia de seguridad privada, cuyos accionistas son
casualmente funcionarios de gobierno.
La gradualidad:
no hay mejor
manera para que una sociedad acepte una medida que imponiéndosela gradualmente.
La única forma de terminar con un problema que las mismas autoridades dejaron
escapar de las manos: las pandillas
es, mano dura, súper dura ¿matándolos? ¿Dialogo?
Hablarle al
pueblo como si fuesen menores de edad: toda la publicidad está diseñada con
ideas, interpretaciones, libretos para infantes, al hablarle al público como
menores de edad su respuesta está condicionada para ser como la de un ser
humano de 12 años. ¿Cuánto tiempo creé amigo lector que le tomaría engañar a
alguien de doce años?
Más emocional
que reflexivo: las emociones impiden pensar críticamente, igualmente con esta técnica es
mucho más fácil que la gente odie, crea, apoye, indigne, done, entregue y,
similares cosas. Nos hacen que actuemos y luego pensemos si alcanza el tiempo. Al
mundial no vamos pero a México le ganamos.
Mantener al
público en la ignorancia y mediocridad: la educación para las clases bajas
debe ser lo más precaria posible de tal forma que nunca puedan tener conciencia
de las armas que pudiesen utilizar para defenderse de los abusos de los mejor
preparados. Los alumnos ya no son tales,
son clientes, como empresa educativa los docentes son meseros que sirven la
materia a la carta.
Promover la
mediocridad: poner
de moda la estupidez, mezquindad, vulgaridad. Reto al lector que escriba en comentarios algunos programas que hacen
exactamente esto.
El auto
culpable ante todo: la persona cae en depresión e inacción. Esto debido a que se
entiende que es él y solamente él, culpable de su pobreza, desgracia,
ignorancia, suciedad, familia numerosa, vicios, nunca el sistema. Si usted
lanza un trozo de carne a un perro ¿este se lo comerá o no? Y si este filete
esta envenenado ¿el can lo sabrá como para no comérselo? Luego ¿quién es el
culpable de que el animal se atragante y muera?
Conocer mejor a
los salvadoreños que ellos mismos: nuestros paisanos, pobres de espíritu, con moral de
esclavos eterna, entienden que la felicidad esta en vivir como los
estadounidenses; ganar un gran salario; parir los hijos que Dios mandó y, al
morir ir al reino celestial. Entonces, hay que embotellarles, empacarles al
vacio y hacerles una linda presentación con una pegajosa canción que baile una
cachiporrista y de ser posible un combo en tres opciones de todo eso que,
anunciado por el goleador de moda les haga sentirse seguros de que son algo, no
alguien.
Hay muchos salvadoreñitos que desean nada, y otros les
venden nada, casi todos compran nada. Preguntémonos entonces, incluso los
periodistas a quienes se les impide sindicalizarse en las empresas de medios y
se les despide con la mitad legal de indemnización y de la cual no protestan
para encontrar trabajo en otro medio, cuestionémonos, aunque sea en la
intimidad y una sola vez al año ¿Qué somos? ¿Consumidor o comprador? ¿Fieras
carroñeras u homo sapiens-sapiens?
Esto que puede parecer banal es importante debatirlo
desde la ética periodística y de medios de comunicación, ya que la neurociencia
cada vez se está acercando a cambiar el concepto del libre albedrio,
demostrándonos que quizá no exista convirtiéndose más adelante la manipulación
en un delito de lesa humanidad.
¡Feliz día del periodista salvadoreño!
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