PUNTOS DE VISTA DE LA
DIASPORA- DOS PODERES CONTRA LA CORTE
Hola:
Otro interesante editorial de El Faro en referencia al
reciente golpe perpetrado por el Sr. Sigfrido Reyes y su cómplice, Mauricio
Funes. Ambos son vergüenzas nacionales y sus acciones deben ser condenadas por
todos los medios posibles.
Ambos son violadores constitucionales. Me gusta el final del editorial, muy acertado, aunque yo no llamaría "amnesia" al atropello que cometen, es un acto pérfido deliberado:
Ambos son violadores constitucionales. Me gusta el final del editorial, muy acertado, aunque yo no llamaría "amnesia" al atropello que cometen, es un acto pérfido deliberado:
"Los que han instigado este golpe están minando
nuestro sistema democrático. Uno por el que tantas vidas se perdieron hace
apenas veinte años. La amnesia de los partidos políticos, y del presidente de
la República, no puede ser la nuestra. Y no olvidaremos cuánto hemos
retrocedido estos días, ni quiénes son los responsables"
Saludos, Jorge M.
Dos poderes contra la Corte
Dos poderes contra la Corte
Por El Faro
Publicado el 1 de Julio
de 2012
En las últimas semanas hemos presenciado un ataque a
la institucionalidad del país orquestado de manera deliberada por los poderes Legislativo
y Ejecutivo.
El desconocimiento de las sentencias de la Sala de lo
Constitucional con respecto a la ilegitimidad de los nombramientos de nuevos
magistrados, y la instalación de estos nuevos magistrados, son solo el último
capítulo de la arrogancia y el talante antidemocrático de un presidente y
unos partidos políticos que sienten su poder amenazado por una sala
independiente y honesta.
Un Estado no puede considerarse de Derecho si no
respeta a un controlador constitucional que efectivamente actúe y que sus
sentencias se cumplan. El tecnicismo jurídico de acudir a la Corte
Centroamericana de Justicia para no acatar las resoluciones de la sala es tan
extraño como oportunista. Se trata de una corte cuyo estatuto contempla la
extensión de su competencia en paralelo a la consolidación del proceso de
integración regional, y que su actuar es limitado a los conflictos entre
Estados miembros. Es por esto que sus resoluciones han sido desconocidas por
los demás gobiernos del istmo.
La Corte Centroamericana ha sido utilizada simplemente
como pretexto para que el presidente Funes y los partidos que se han prestado a
este juego puedan quitarse de encima a esa Sala, cuya independencia les
estorba.
El problema, pues, es político, no jurídico. Y de los
intentos del Legislativo y el Ejecutivo por sacar a la Sala del camino hay
largos registros. Este último golpe a la institucionalidad debe leerse en las
mismas coordenadas que la aprobación y publicación exprés del Decreto 743, que obligaba a la Sala a resolver por
unanimidad.
Justo es que en una democracia las actuaciones de
todos los funcionarios sean sometidas al escrutinio público, y las decisiones
de los magistrados de la Sala de lo Constitucional también deben estar sujetas
a estos estándares. Pero lo que El Salvador está viviendo ahora no es, como
pretenden algunos diputados, la enmienda a lo que consideran resoluciones inconstitucionales
de la Sala de lo Constitucional. Lo que estamos viendo es un claro retroceso en
la institucionalidad del Estado; un atentado a los contrapesos naturales de un
sistema democrático; una crisis del Estado provocada por la resistencia de partidos
y protagonistas políticos a transformarse y modernizar el sistema político
nacional; a avanzar en la rendición de cuentas y en el combate a la corrupción;
y la depuración de las instituciones públicas infiltradas cada vez más por el
crimen organizado.
Hoy los nuevos magistrados inician sus funciones sin
legitimidad ni claridad sobre la validez de sus acciones, porque la Sala de lo
Constitucional no los reconoce. Los siguientes días serán de jaloneos
institucionales con dos Cortes Supremas sesionando paralelamente.
Los que han instigado este golpe están minando
nuestro sistema democrático. Uno por el que tantas vidas se perdieron hace
apenas veinte años. La amnesia de los partidos políticos, y del presidente de
la República, no puede ser la nuestra. Y no olvidaremos cuánto hemos
retrocedido estos días, ni quiénes son los responsables.
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