En una cita bibliográfica, Violeta Bonilla (1926-1999) expresa sobre el significado de la figura: “Quise representar un hombre sin ataduras, sus manos sueltas expresan la libertad intangible, y los cuatro picos del fondo representan otras cuatro naciones centroamericanas”

viernes, 4 de septiembre de 2009

LA MUERTE MERODEA, INCANSABLE- Por Marvin Aguilar


Tomado de la pagina.com.sv

En el tintero de LA PÁGINA estaba guardada la tercera parte de la entrevista con Christian Poveda, el periodista que se atrevió a bucear en las negras aguas de la vida de las pandillas.

Ahora, asesinado supuestamente por mareros, las palabras del cineasta cobran una nueva dimensión y quedan como un imborrable legado para la historia salvadoreña, unas páginas donde su nombre queda tatuado para siempre.

De su "puño y letra", las respuestas de Christian en esta entrevista tienen ahora "un sonido" diferente. Hoy Christian está muerto. Lo mató la misma violencia a la que él le dedicó su creatividad, a la que le destinó los lentes de sus cámaras para captar que detrás del asesino existe una persona.

Las respuestas que aquí aparecen las escribió él mismo.

Has rodado una película documental y realista, con un uso estupendo del visual y audio match cut ¿crees que solo ese cine se puede hacer en el país por ahora?

Por su entorno social, El Salvador es una fuente enorme de temáticas para el documental, lo que no impide que al mismo tiempo sea de una gran inspiración para el cine de ficción. Según Jean Rouch: “la ficción nace al realizar una película”, o en otras palabras: todo es ficción. Pero si la ficción se basa en acontecimientos reales, persigue el mismo objetivo que el documental, a saber, contar la condición humana con los medios del cine.

Definimos a una subcultura como una cultura que se compone de muchos elementos que la vuelven específica, podemos mencionar: lenguaje, religión, costumbres, normas, arte, comportamientos económicos. ¿Podemos deducir que en tu filme están presentes todos estos elementos?

Aunque estamos en el universo del crimen organizado ultra jerarquizado, un modelo inconsciente de existencia familiar tradicional reúne a estos ex niños de la calle, chicas golpeadas, jóvenes delincuentes sin formación escolar.

Ellos viven juntos, en un régimen autogestionario, se encargan de la limpieza de la casa, de las comidas frente al televisor, las paredes están recubiertas con ositos de peluche, imágenes religiosas, carteles con las estrellas del fútbol. Debajo del tejado, en cada rincón de los patios, están escondidos cargadores con balas de nueve milímetros... Mezcla permanente de dulzura y superviolencia asesina.

Las colonias populares son el escenario de tragedias anunciadas. La existencia cotidiana en La Campanera es una mezcla de operaciones policíacas y velatorios. Es como si fuera algún Belfast que viviera al compás de las incursiones de venganza provenientes de otros barrios. La guerra está siempre presente. La muerte merodea, incansable. Transforma la vida cotidiana en una especie de Six feet under tropical, la telenovela americana que transcurre en una empresa funeraria. Muertes violentas, todo el tiempo, una o dos por mes, enlutan la comunidad.

El trasfondo de La Vida Loca es la crónica fiel de los sueños y los terrores de los habitantes de una nueva periferia tropical de Los Angeles: los suburbios de San Salvador en donde, después de 15 años de guerra revolucionaria que saqueó la nación, una nueva guerra civil, igual de terrible, enfrenta ahora pobres contra pobres.

Un “crimen perfecto de la mundialización”, diría el filósofo Jean Baudrillard.

Ahora bien una contracultura la entendemos como: las aspiraciones y sueños más o menos plenos de un grupo social marginal ¿son las pandillas nuestras también un movimiento contracultural de la cultura salvadoreña?

En los barrios, por las calles, una especie de hermandad elige democráticamente a sus palabreros (jefes), los destituye o los ajusticia si no están a la altura o si son corruptos. Se trata de una verdadera sociedad de adolescentes, organizada como las pandillas de niños del Medievo europeo que partían para las cruzadas. La pandilla tiene sus leyes, sus reglas internas y su moral.

La clica es la célula de aquellas gigantescas maras, compuesta por adolescentes (cuya edad media es de 16 a 18 años) y jóvenes adultos. Es una suerte de comuna igualitaria, una especie de cofradía autoproclamada de marginados, mitad niños de la calle, mitad niños soldados. Son los rehenes de aventuras singulares que llevan a algunos hacia la redención evangélica, mientras que otros atraviesan la calle como si fueran meteoros para terminar asesinados con una bala en la cabeza y finalizar su vida tendidos en el frío acero de una plancha de la morgue. Los más afortunados son quienes conviven en el mismo suelo con centenares de detenidos en las cárceles superpobladas en las que duermen cuerpo a cuerpo, pies contra cabeza, a imagen y semejanza de los esclavos en las bodegas de los barcos negreros.

Para los jóvenes de las dos pandillas enemigas, Mara Salvatrucha y 18, el futuro es sinónimo de cárcel o muerte. O ambas cosas, la mayoría de las veces. “Tarde o temprano, tu destino es el hospital, la cárcel, o un cajón de madera”, me confesaba el marero apodado El Nueve, durante el velatorio de un compañero conocido como El Sombra.

¿Son o puede llegar a ser una pauta cultural para El Salvador el arte de las pandillas? (tatuajes, grafiti)

El arte pandillero es un arte callejero reconocido hoy por grandes museos como “Le Grand Palais” de Paris http://www.tagaugrandpalais.com/ (Exposición TAG au Grand Palais del 27 de marzo al 3 de mayo del 2009). Creo que es algo bastante difícil de entender en Centroamérica por las otras resonancias que tiene, aunque ciertos tatuadores son verdaderos artistas. El tatuaje sirve a los pandilleros para ser reconocidos, pero culturalmente señala también una voluntad de autoexclusión del espacio social.

¿Cómo puede uno encontrar trabajo cuando lleva un MS o un 18 tatuado en la frente, o lágrimas en los pómulos donde figuran los nombres de los enemigos asesinados? Los grafitis sirven para marcar territorios o recordar la memoria de compañeros caídos.

El arte de las maras nos habla de la historia de las megalópolis, esos suburbios-mundo, las súper urbes, inverosímiles ensamblajes de ciudades y campos.

¿Cómo ayuda tu película a que nos entendamos, si es que pretendes que nos ayude?

Todo documental no es nada más que una interpretación del mundo, pero al mismo
tiempo, tiene que reflejar las preocupaciones de los hombres. En seminarios, en Perú, España y en El Salvador, que reunieron a especialistas sobre la violencia del Menor infractor, la película se reveló como una herramienta de un valor incalculable para todos estos profesionales. Es conveniente aprovechar el poderoso impacto de "La Vida Loca " sobre el público en los festivales donde se presentó, así como su enorme éxito en los medios de comunicación para iniciar un nuevo debate sobre la violencia, con objetivos y perspectivas diferentes a las que existen actualmente. Por lo tanto, es importante considerar llevar esta película en América Central, a lugares en donde nunca llegaría, reuniendo imágenes y gente para movilizar la opinión pública. A través de sus proyecciones "La Vida Loca" pretende cultivar una nueva manera de mirar y pensar la realidad de la violencia que rebase las fronteras físicas y mentales que actualmente nos limitan.

Frente a esta violencia endémica, porque toca esencialmente a la juventud, es importante crear una corriente de gente participativa. Es fundamental abrir los espacios necesarios para fomentar el diálogo y el debate, para movilizar a la opinión pública con el fin de transformar las mentes. El pluralismo de los contenidos, géneros y formas de los medios de comunicación debe ayudar a derrotar a un enemigo, más fuerte que todo, que violenta el futuro de la sociedad: la miseria social.

¿Desaparecerá, disminuirá en un momento social específico la violencia juvenil en el país?

No existe conflicto que no tenga solución”, afirmo Martti Ahtisaari, finlandés de 71 años y premio Nobel de la Paz por sus mediaciones en zonas tan críticas y distintas como Timor Oriental o los Balcanes.

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