En una cita bibliográfica, Violeta Bonilla (1926-1999) expresa sobre el significado de la figura: “Quise representar un hombre sin ataduras, sus manos sueltas expresan la libertad intangible, y los cuatro picos del fondo representan otras cuatro naciones centroamericanas”

martes, 29 de septiembre de 2009

A MENDOZA (EL VIEJO) Por Alvaro Rivera Larios

Publicado por el Faro.net
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Estimado Rafael:
Me reprochabas, un día, el tono amargo de uno de mis artículos y es posible que tuvieses razón, no siempre se controlan las emociones al intentar razonar. Pero debo decirte que, incluso ahí donde el sentimiento aparece, siempre he procurado no alejarme demasiado de la lógica y es por eso que mis críticas al Foro de “intelectuales” no se hayan gobernadas por un mala voluntad personal. De dicho foro cuestiono un estilo de acción y pensamiento, no personas. Las personas, si acaso son objeto de mi crítica, me interesan como ejemplos de un tipo determinado de conducta o forma de pensar.

Muchas cosas me han sorprendido de este debate, una de ellas es la ausencia de respuesta por parte de los criticados. Lo normal es que si una organización es criticada públicamente, públicamente le haga frente a esas objeciones, es decir, que responda a los argumentos críticos con una defensa argumentada. Esa es la dialéctica: la tesis, la antitesis y la síntesis.

Resulta curioso, pues, que estos intelectuales críticos y amantes de lo dialéctico rehuyan la dialéctica del debate razonado ¿no será que como buenos dogmáticos ya decidieron permanecer petrificados en sus tesis iniciales? Al dogmático le dan igual las críticas, las buenas y las malas, tiene una concepción heroica de sus propias ideas. Si lo critican, por alguna razón será; si lo critican, es porque alguien quiere impedir el triunfo de su fe, de sus creencias. Ante una buena objeción, lo único que al dogmático optimista se le ocurre decir es: “Seguiremos adelante, no nos podrán detener”.

Uno de estos dogmáticos optimistas cuestiona, con algo de razón, la retórica de mis artículos (a veces, se me va la mano con las palabras y cruzo con demasiada facilidad esa frontera que hay entre la intuición y el argumento claro), pero persona tan sensible con las retóricas ajenas es incapaz de ver la suya propia y, lo peor, es incapaz de ver con ironía ese monumento a la mala retórica que hizo público el Foro en su último manifiesto. ¡Dios mío¡ eso de consagrar un acto para toda la eternidad, me parece una influencia de Los Panchos en un texto político, mala retórica decimonónica, pero, claro, esa es la retórica que le gusta al optimista dogmático.

Pero dejemos la retórica aparcada y vayamos al territorio de las falacias. El optimista dogmático al que aludo, estimado Rafael, revela una curiosa impotencia lectora. Del ácido y lúcido artículo que Ricardo Ribera ha dejado escrito sobre el Foro únicamente se le ocurre decir que hasta a Feuerbach menciona.

Mal lector que es, nuestro dogmático se equivoca, lo que Ribera menciona son las tesis “sobre” Feuerbach y, por lo tanto, a quien menciona es a Marx y lo menciona de una forma estratégica. En ese momento de su vida, Marx debate contra un grupo de ingenuos iluminados que también pretendían sacarse de la cabeza una revolución cultural ¿Pueden alterarse las formas hegemónicas de representación simbólica del mundo, sin modificar la trama de relaciones sociales objetivas que les dan vida? ¿Cómo se modifican tales representaciones y qué lugar desempeña dicha modificación en el cambio social? La respuesta que da Marx intenta superar el voluntarismo idealista al que son proclives los intelectuales. Todo esto claro está, se le escapa al optimista dogmático, a ese intelectual crítico y futuro padre cultural de la patria. Lo único que se le ocurre decir es que Ribera, en los giros de la discusión, hasta a Feuerbach ha mencionado.

Pero no nos perdamos, estimado Rafael, y vayamos a la falacia de nuestro intelectual dialéctico. Este ingenioso polemista recusa a otro de sus críticos de un sólo plumazo, le basta con llamarlo escritor de medio pelo y así zanja el debate.

Lo paradójico del asunto es que nuestro optimista dogmático, como tú bien sabes, es un escritor de medio pelo. Lamentablemente, esta discusión, que es una discusión de ideas y de política, no se puede resolver por medio de las calidades literarias. Yo puedo ser un buen poeta y tener los conceptos equivocados o puedo ser un escritor de medio pelo y tener media razón de mi parte.

Tendemos a creer, estimado Rafael, que el mundo es coherente. A un gran poeta le suponemos una gran inteligencia o a un gran poeta le suponemos una buena prosa o le suponemos una buena compañía política. Me resulta difícil creer que un gran poeta, como el autor de Todo el códice, de su respaldo a la mediocre retórica y a los mediocres conceptos que vierte el Foro en su último manifiesto. Vistas las cosas, debo admitir que a veces los buenos versos pueden ir acompañados por la mala prosa.

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