En una cita bibliográfica, Violeta Bonilla (1926-1999) expresa sobre el significado de la figura: “Quise representar un hombre sin ataduras, sus manos sueltas expresan la libertad intangible, y los cuatro picos del fondo representan otras cuatro naciones centroamericanas”

martes, 10 de noviembre de 2009

IDA: SUS LECCIONES- MARVIN AGUILAR



Quizá la foto símbolo de esta nueva tragedia nacional sea la publicada por LPG el lunes 9 de noviembre en la pagina 11. Una joven en cuclillas con el rostro enrojecido por un largo llanto sobre los escombros en el barrio la Merced de San José Verapaz. Esa fotografía derrumba a todos los centros comerciales, las residenciales con muros perimetrales que identifican prestigio, muestra el verdadero “El Salvador impresionante”. Revela cuan falsa es nuestra sociedad consumista que nos orina y quiere que digamos que llueve.

La naturaleza se defiende. Reunido una vez en la fábrica del cable en Helsinki un grupo de artistas me hicieron llegar el manifiesto sobre la ecología profunda de los noruegos Arne Naess y George Sessions, de los cuales me adherí a cuatro de sus principios básicos: 1) los humanos no tenemos derecho a reducir la riqueza y diversidad natural, salvo para satisfacer necesidades vitales. 2) el florecimiento de la vida y cultura humana es compatible con un descenso sustancial de la población humana, el florecimiento de la vida no humana requiere ese descenso. 3) deben cambiarse las políticas. Deben afectarse las estructuras económicas, tecnológicas e ideológicas básicas. El estado de cosas resultantes será profundamente diferente al presente. 4) el cambio ideológico consiste en apreciar fundamentalmente “la calidad de vida”. Más que adherirse a un nivel de vida mas alto habrá una conciencia de la diferencia entre grande y excelente.

Se nos dice que es urgente para evitar estas situaciones una política de desastres, que pasa por ordenar el territorio. Esta política de desastres tiene que comprender en su doctrina la cosmovisión nacional, el carácter salvadoreño y desde luego partir de la realidad económica nacional. El Salvador no posee ningún recurso natural grandioso –exceptuando su gente- que esta en términos generales mal preparada y desprotegida. Inclusión es proteger y educar a los pequeños.

Más sin embargo junto a una política sobre desastres es necesaria una política demográfica, educación sexual en las escuelas, y la promoción del preservativo. Nadie podrá en este país ser libre sino tiene una calidad educativa, que le permita entender las dificultades que afrontara en El Salvador si construye una familia que media cinco personas. El estado destina recursos constantemente para los más pobres y la clase media solidaria tiene que esperar siempre que exista algún programa para las familias, jóvenes, niños, ancianos de la clase media. Y por hoy esto parece que no cambiara.

Solo para dejar en el mismo estado de antes de la tragedia a las 13,000 victimas de Ida le llevara al gobierno Funes un buen tiempo de su gestión. Y esto no asegurara que han mejorado, sino que han vuelto al mismo estado anterior de vulnerabilidad. El invierno que esta terminando se despide recordándonos que volverá el próximo año. Y que bien puede ser igual de destructivo. La clase media salvadoreña ha comenzado su auto disminución debido a que no existe un incentivo para formar una familia. Las clases bajas continúan reproduciéndose siguiendo el mandamiento de crecer y multiplicaos llevándose los pocos recursos del país que los asiste pero que tampoco los saca de la pobreza. Los gobiernos temerosos de la derecha religiosa han consentido este círculo vicioso. Dicen que pelearse con la religión conlleva perder elecciones.

¿Les gusta a los pobres vivir en donde viven? Claro que no. Pero su marginalidad esta tan bien pensada desde el sistema consumista que pervertido los necesita allí y así para seguir subsistiendo ya sea por que emigran, por su propensión marginal al consumo, por que gracias al exceso de mano de obra los salarios pueden mantenerse en los niveles bajos. Debemos cambiar la idea de que las desigualdades existen por que Dios ha diseñado las cosas de esta forma. Los hombres hemos creado estas condiciones trágicas nosotros mismos podemos cambiarlas.

No se trata de una guerra de pobres contra los ricos. Hay que educarlos para que luego no necesiten más protección debido a que pueden después de esto –educación- experimentar seguridad y poseen las herramientas mentales necesarias para construirse futuros mejores por si mismos. Y si queremos educar a los desposeídos primero hay que tener una población simétrica con los recursos financieros existentes en la nación. En El Salvador hacer justicia a los pobres significa arruinar a la clase media.

A la par de utilizar el poder duro contra la delincuencia habría que educar para la igualdad para lleguemos a comprender que se esta creando una población socialmente incontrolable; cuando tenemos un país con una población que crece desmedidamente; un país que además no posee fuentes de riqueza de valía en los mercados internacionales, por ende tampoco tiene para darle alimento a todas la bocas que nacen y trabajo a todos los brazos que posee.

Más grave que lo sucedido por Ida, es que exista una población pobre desprotegida reproduciéndose y sin educación condenada eternamente a un estado de opresión mental y material. Muchas veces hay cosas que no nos atrevemos ni a decírnoslas a nosotros mismos. Sobre lo que escrito aquí es una de ellas. Proteger a los pobres salvadoreños significa por hoy defenderlos de ellos mismos. Con educación quiero decir.


Dentro de un mes nadie se acodara de toda esta gente, como a nadie le importa ya los desplazados de la guerra civil que terminaron como lumpen urbano. Los damnificados del terremoto de 1986, que acrecentaron los cinturones de pobreza del gran San Salvador. O los del 2001 que ahora han perdido otra vez sus casas. Dentro de 30 días estaremos preocupados por el estreno y la cena de fin de año. A la expectativa de la próxima tragedia. Los salvadoreños tenemos tiempo para todo.

Culpar a los gobiernos de ARENA se dice fácil, pero pensar así de este problema antiguo es reduccionismo ideológico. Son varios los culpables. Thomas Anderson, en su libro El Salvador 1932, hace cuarenta años realizaba el siguiente epilogo: la verdad es que, quienquiera que esté en el poder, el problema básico del país permanece insoluble: la población crece más rápido que el desarrollo económico.

…finalmente, la actitud intransigente del Papa Paulo VI no ha ayudado al control natal. Es una gran lastima, porque si no se hace pronto algo, El Salvador, como otras naciones semejantes, se enfrentará a un destino terrible. Es irreal suponer que la tasa de crecimiento va a poder superar alguna vez la actual tasa de nacimientos.


Las tragedias las veo como oportunidades. Pero es que los salvadoreños nunca perdemos la oportunidad de perder una oportunidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario