Salvadoreños, malos por genética
Marvin Aguilar
La semana pasada Paolo Luers cuestionaba unas
aseveraciones del ingeniero Enrique Altamirano sobre que algunas personas son
malvadas genéticamente y les es imposible por ello cambiar pesar de las
“bondades” de nuestro sistema.
Las conclusiones siguientes pretenden abonar lo
escrito por Luers además de clarificar mejor las ideas nazis de malos por naturaleza que se encajan
dentro del darwinismo social ya superado.
El estudio del ADN a través de la ingeniera genética
nos dice que la espiritualidad que no es necesariamente el reconocimiento de un Dios sino que además incluye la conexión con la naturaleza, universo o
misticismo esta en el gen VMAT2 que se conjuga con nuestro ambiente familiar,
social que determina finalmente nuestras creencias personales.
La felicidad se encuentra en el gen receptor D4 de la
dopamina y, según sondeos internacionales los salvadoreños se consideran entre
los más felices del mundo.
La orientación sexual igualmente es genética, si bien
estamos claros que el sexo es biológico: hombre, mujer e intersexual; el género
es construido desde los roles que la sociedad ya le ha asignado a los sexos. La
controversia actual aquí es la relectura o no de los roles basados en la
ciencia.
En la actualidad el estudio del ADN humano ha arrojado
que es genético con quien decides tener sexo, si con personas de diferente o
con los de tu mismo sexo u ambas.
En Suecia, Australia y Virgina, EE.UU. se llevaron a
cabo estudios sobre gemelos monocigoticos en donde uno de ellos era homosexual.
Los estudios resultaron que el 50% de los genes determinan la orientación
sexual humana.
Están igualmente el ambiente o la cultura; el resto de
variantes es biológica una especie de explosión química que se libera en el
cerebro a los 2 años de vida del ser humano que complementara con lo genético
si se es heterosexual, bisexual, homosexual o transexual.
Todo originado en el cromosoma X que no excluye la
reproducción humana por las vías habituales ya que los gais pueden tener
descendencia. En fin podemos decir que la genética predispone pero no
determina, ¿Cómo surge? A más mujeres heterosexuales más hijos gais.
Así otras características que están por definirse de
la personalidad tienen un componente genético. La maldad no.
Si hay algo que los salvadoreños poseen gracias a su
genética es la felicidad y tienen predisposición a la espiritualidad incluso a
su orientación sexual no hacia ser mareros asesinos extorsionistas
incorregibles.
Éxodo de la
realidad Altamirano.
La simple acusación de malos por genética es similar a:
blancos mejores que negros; indios estúpidos españoles civilizadores; judíos
malvados alemanes salvadores; Europa cuna de la civilización América latina
jungla salvaje; ricos buenos pobres malos; Santa Elena mejor que Soyapango.
La maldad ha sido estudiada desde varias disciplinas
así que es obligación de quien escriba sobre ella definir desde que trinchera
lo hace.
Todos tenemos tres opciones: no hacer nada; ser
malvados o buenos. ¿Cuál decidimos ser? El
entorno nos cambia, es quien define la naturaleza humana no la genética.
El anonimato es vital para desarrollar la maldad. Los
escuadrones de la muerte es un buen ejemplo, es decir en nuestra realidad la
autoridad: el Estado desencadenó la deshumanización de los salvadoreños así
ahora la pandilla es una marabunta anónima que a similitud de una clase
dominante que nos irrespetó hoy nos extorsiona o asesina. Esa fue la forma en
que perdimos el respeto a las instituciones que el stablishment defiende como
únicas.
El altruismo de
los ricos hacia los pobres nos hará felices.
El debate sobre si somos buenos budistas o malos según
occidente es inútil ya. Los empresarios salvadoreños sostienen excluyéndose que
la deuda social es culpa del Estado no de ellos; los políticos se mueven según
las encuestas. Estamos en una crisis intelectual que nos deja claro quién no resolverá el problema.
Ser buenos es hacer siempre lo lógico y normal. Lo que
todos deberíamos hacer: no perder el alma. Los pobres en nuestro entorno viven
el presente no en el futuro eso los empuja a violar la ley. Recuerdan solo lo
malo del pasado. Tener planes o no jamás les cambiara la vida.
En Filadelfia el 2009 una pareja decidió pagar la cena
de otra mesa. Cuando estos pidieron la cuenta y se enteraron hicieron lo mismo
con otra mesa; esta conducta se prolongó por cinco horas en el restaurante. La
bondad es contagiosa luego las inercias de los menos afortunados hay que
cambiarlas como sociedad y Estado.
El origen de la maldad en el salvadoreño no está en la
genética sino en el éxodo de la realidad nacional ya que hasta la mejor persona
del mundo puede convertirse en un vil asesino y, de no hacer nada la violencia
histórica que los poderosos comenzaron desde 1824 terminara destruyéndonos a
todos.
El debate debe ser igualmente como desde el sistema
educativo es necesario hacer que nuestros futuros ciudadanos sean
socio-céntricos y no que inspirados en un sistema consumista nos orille a ser
egocéntricos. Eliminar el yo por el nosotros.
Los buenos se
vuelven malos y viceversa.
Es necesario que quienes escribimos tengamos cuando
menos no solo el abecedario gramatical al cual muy poco pongo atención, sino más fundamental es el ABC científico.
Siempre después de todo podemos hacer de estúpidos, ya
lo dijo parece ser Jorge Luis Borges todos tenemos la oportunidad alguna vez, o
casi todos los días de demostrarlo.
El cerebro humano es plástico puede ser modificado por
medio de la educación. Un conservador puede dejar de serlo como un delincuente
puede rehabilitarse, solo hay que intentarlo. Lo contrario es muerte.
De acuerdo el pobre salvadoreño es conflictivo pero no
por genética sino por ausencia de inteligencia emocional.
El Salvador tiene 2, 000,000 de pobres y, nunca se es
más feliz como cuando se invierten las ganancias de los ricos en ellos.