DIGAMOS NO A LA PIRATERIA- QUE POR
ESO ESTAMOS COMO ESTAMOS.
Al menos en lo que respecta al arte, alguien
puede copiar una obra pero si esta incluye como mínimo 10 diferencias o cambios
con respecto a la obra original, el copión puede reclamar su autoría.
Pero este articulo si por poquito no es
una alma gemela. Leerlo y compararlo
solo me hizo recordar mis tiempos de estudio y aun amigo de grata recordación que
me decía hay que estudiar para saber y copiar para pasar, era bueno haciendo acordeones
para la chepia. Con el respeto que nos
merece el politólogo pero con este articulo tremendo jonrón de cuatro esquinas.
Se paso la barda maestro.
Lo mínimo en estos casos es ponerle
copia si es exacta y reconocer los derechos respectivos a su autor. Eso lo aprendí
de mi maestro de pintura.
Seguido de las comparaciones, compartimos
el artículo original y bibliografía para aquel que le interese no se quede a
medias.
Tips de campaña
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 18 DE ABRIL DE 2013
17:44 | POR CÉSAR ENRIQUE AGUILAR
La democracia es un sistema político basado
en grupos políticos y actores en franca competencia, en un marco de legalidad y
libertad, por ocupar o conservar posiciones de poder. En tal sentido, es un
sistema de competitivo, en la que la persona, grupos de personas o formaciones
partidistas competitivas que tengan y logren conservar serán los que ocupen la
primicia en los diferentes puestos de representación pública.
La democracia es un sistema político sustentado en la pluralidad de
actores y grupos políticos que compiten, en un marco de libertad y legalidad,
por ocupar o conservar posiciones de poder. En este sentido, es un sistema de
competencia, en la que el individuo, grupos de individuos o formaciones
partidistas que mejores ventajas competitivas tengan y logren conservar serán
los que ocupen la titularidad en los diferentes puestos de representación
pública.
En estos sistemas de competencia, las
estrategias políticas ocupan un lugar privilegiado, ya que el éxito o fracaso
en la lucha por el poder, depende, muchas veces, del tipo de estrategia
utilizada.
En estos sistemas de competencia, las estrategias políticas ocupan un
lugar privilegiado, ya que el éxito o fracaso en la lucha por el poder,
depende, muchas veces, del tipo de estrategia utilizada.
La democracia, como sistema de competencia,
implica la celebración periódica de elecciones, en la que diferentes candidatos
y partidos políticos buscan obtener la mayoría de los votos de los electores.
Para obtener estos votos se impulsan las campañas electorales, que no son sino
procesos intensos de proselitismo y persuasión política orientados, por un
lado, a obtener una mayor cantidad de votos de los electores y, por el otro, a
impedir que los opositores ganen los comicios. Es decir, toda campaña requiere
un frente de atracción de sufragios y un frente de repudio de votos para los
opositores.
La democracia, como sistema de competencia, implica la celebración
periódica de elecciones, en la que diferentes candidatos y partidos políticos
buscan obtener la mayoría de los votos de los ciudadanos. Para obtener estos
sufragios se impulsan las campañas electorales, que no son sino procesos
intensos de proselitismo y persuasión política orientados, por un lado, a
obtener una mayor cantidad de votos de los electores y, por el otro, a impedir
que los opositores ganen los comicios. Es decir, toda campaña requiere un
frente de atracción de sufragios y un frente de repulsión de votos para los
opositores.
Si bien el objetivo principal de toda
campaña electoral es conquistar o conservar el poder, también cumplen otra
serie de propósitos, como el influir en el propio poder, construir mayorías
electorales estables, hegemonía y consensos sociales, incidir en la toma de
decisiones, coadyuvar en el desarrollo y el progreso de la gente, articular el
debate de los principales problemas y temas de interés del elector, difundir
los pensamientos, ideas y propuestas de los partidos y candidatos
participantes, así como, a través del estruendo mediático que estos procesos
generan, dar visibilidad y reconocimiento a los candidatos participantes.
Si bien el objetivo principal de toda campaña electoral es conquistar o
conservar el poder, también cumplen otra serie de propósitos, como el influir
en el propio poder, construir mayorías electorales estables, hegemonía y
consensos sociales, incidir en la toma de decisiones, coadyuvar en el
desarrollo y el progreso de la gente, articular el debate de los principales
problemas y temas de interés del elector, difundir los pensamientos, ideas y
propuestas de los partidos y candidatos participantes, así como, a través del
estruendo mediático que estos procesos generan, dar visibilidad y
reconocimiento a los candidatos participantes.
Es
decir, toda campaña es un proceso complejo, que implica atacar, al menos, según
mi criterio en cinco ejes fundamentales.
Es decir, toda campaña es un proceso complejo, que implica atacar, al
menos, cinco diferentes frentes.
El
primer eje, es el del conocimiento. Requiere el conocimiento
profundo del elector, sus motivaciones, emociones y expectativas. Lo que le
preocupa y lo que sueña. Sus principales problemas y necesidades. Su nivel
cultural, sus aspiraciones, sus fobias. Implica, también, el conocimiento del
terreno en el que se dará la competencia, así como el conocimiento profundo de
la elección. Es decir, conocer de qué tipo de elección se trata, esto implica,
también, el conocimiento de los adversarios, sus fortalezas y sus debilidades,
sus aliados, sus otros contrincantes, su historial y sus fuentes de
financiamiento. En suma, implica conocer a tu rival desde su más profunda raíz
para vencerlo.
El primero, es el del
conocimiento. Requiere el conocimiento profundo del elector, sus motivaciones,
emociones y expectativas. Lo que le preocupa y lo que sueña. Sus principales
problemas y necesidades. Su nivel cultural, sus filias y sus fobias. Implica,
también, el conocimiento del terreno en el que se dará la competencia, así como
el conocimiento profundo de la elección. Es decir, conocer de qué tipo de
elección se trata, en el sentido heurístico del término. Implica, también, el
conocimiento de los adversarios, sus fortalezas y sus debilidades, sus aliados,
sus otros contrincantes, su historial y sus fuentes de financiamiento. En suma,
implica conocer para vencer.
El
segundo eje, es el de la organización. Esto implica
la construcción y afianzamiento de una estructura electoral, distribuida territorialmente,
para organizar a los militantes y simpatizantes del partido y del candidato.
Esta estructura electoral es la responsable del trabajo proselitista y de
persuasión política, el contacto de la campaña con la gente. La organización de
la sociedad y sus diferentes grupos, así como la presencia de la campaña en los
más diversos núcleos sociales son objetivos centrales que busca alcanzar este
frente. En suma, implica organizar para triunfar.
El segundo frente, es el de la
organización. Esto implica la construcción y afianzamiento de una estructura
electoral, distribuida territorialmente, para organizar a los militantes y
simpatizantes del partido y del candidato. Esta estructura electoral es la
responsable del trabajo proselitista y de persuasión política, el contacto de
la campaña con la gente. La organización de la sociedad y sus diferentes
grupos, así como la presencia de la campaña en los más diversos núcleos
sociales son objetivos centrales que busca alcanzar este frente. En suma,
implica organizar para triunfar.
El
tercer eje el de la comunicación. Implica el
diseñar, difundir y evaluar los mensajes proselitistas del partido, del
candidato y de la campaña utilizando todos los medios al alcance,
principalmente los electrónicos, periódicos digitales, redes
sociales como Facebook, Twitter y otras ocupándola como una comunicación
inteligente, persuasiva, diferenciada, orientada a movilizar sentimientos y
emociones. Una comunicación que genere votos para la causa y les quite a los
adversarios, además, la comunicación interna para hacer más eficaz el trabajo
del equipo de campaña, el del candidato y el del propio partido. Una
comunicación organizacional que se convierta en ventaja competitiva y que
permita superar a la competencia. En suma, implica comunicar para ganar.
El tercer frente es el de la
comunicación. Implica el diseñar, difundir y evaluar los mensajes proselitistas del
partido, del candidato y de la campaña utilizando todos los medios al alcance,
principalmente los electrónicos. Una comunicación inteligente, persuasiva,
diferenciada, orientada a movilizar sentimientos y emociones. Una comunicación
que genere votos para nuestra causa y le quite a los adversarios. Implica,
además, la comunicación interna para hacer más eficaz el trabajo del equipo de
campaña, el del candidato y el del propio partido. Una comunicación
organizacional que se convierta en ventaja competitiva y que permita superar a
la competencia. En suma, implica comunicar para ganar.
El
cuarto eje es el de la persuasión. Implica la
seducción, sugestión y atracción de votantes leales, que no sólo otorguen su
sufragio a la causa del partido o del candidato, sino que realicen también un
proselitismo dinámico e intenso en su núcleo social de influencia. Una
persuasión inteligente, creativa y trascendental, que parta del conocimiento de
las motivaciones profundas del elector y de la psicología de masas, para luego
implementar acciones contundentes orientadas a ganar la elección. En suma, implica,
persuadir para subir.
El cuarto frente es el de la
persuasión. Implica la seducción, sugestión y atracción de votantes leales, que
no sólo otorguen su sufragio a la causa del partido o del candidato, sino que
realicen también un proselitismo dinámico e intenso en su núcleo social de
influencia. Una persuasión inteligente, creativa y trascendental, que parta del
conocimiento de las motivaciones profundas del elector y de la psicología de
masas, para luego implementar acciones contundentes orientadas a ganar la
elección. En suma, implica, persuadir para subir.
El
quinto eje es el de la movilización electoral. De
nada sirve investigar, comunicar, organizar y persuadir a los electores, sino
se es capaz de movilizarlos a las urnas el día de las elecciones. Implica
capacidad operativa y organizativa. Nadie gana una elección sólo con encuestas
favorables o una alta popularidad. Para ganar se requieren votos y estos sólo
se logran si existe una alta capacidad para movilizar a los electores a las
urnas el día de las elecciones y obtener el sufragio a favor. En suma, implica movilizar para ganar.
El quinto frente es el de la
movilización electoral. De nada sirve investigar, comunicar, organizar y
persuadir a los electores, sino se es capaz de movilizarlos a las urnas el día
de las elecciones. Implica capacidad operativa y organizativa. Nadie gana una
elección sólo con encuestas favorables o una alta popularidad. Para ganar se
requieren votos y estos sólo se logran si existe una alta capacidad para
movilizar a los electores a las urnas el día “D” y obtener el sufragio a
nuestro favor. En suma, implica movilizar para ganar.
Para aceitar estos ejes y articular las
operaciones se necesitan estrategias. Las estrategias son los ejes que
posibilitan que la campaña llegue a buen destino y que determina las
posibilidades de éxito o fracaso de la misión emprendida. Toda campaña demanda
estrategias, ya que estas nos determinan el cómo alcanzar los propósitos
buscados. Sin estrategias o con estrategias equivocadas, mal articuladas o
pésimamente implementadas, lo más seguro es que se pierde no sólo la elección,
sino incluso hasta la estructura partidaria, incluso su voto duro. Las
estrategias son el arte de saber jugar bien en la política, el arte de saber
hacer bien las cosas para ganar y hacerlo con contundencia.
Para lubricar estos frentes y articular las operaciones se necesitan
estrategias. Las estrategias son los ejes que posibilitan que la campaña llegue
a buen puerto y que determina las posibilidades de éxito o fracaso de la misión
emprendida. Toda campaña demanda estrategias, ya que estas nos determinan el
cómo alcanzar los propósitos buscados. Sin estrategias o con estrategias
equivocadas, mal articuladas o pésimamente implementadas, lo más seguro es que
se pierde no sólo la elección, sino incluso hasta el registro partidista. Las
estrategias son el arte de saber jugar bien en la política, el arte de saber
hacer bien las cosas para ganar y hacerlo con contundencia.
Reglas de Oro de la Estrategia
Electoral: Dardos Letales para Derrotar a la Competencia -Andrés Valdez Zepeda (México)
07/07/2006
La democracia es un sistema político
sustentado en la pluralidad de actores y grupos políticos que compiten, en un
marco de libertad y legalidad, por ocupar o conservar posiciones de poder. En
este sentido, es un sistema de competencia, en la que el individuo, grupos de
individuos o formaciones partidistas que mejores ventajas competitivas tengan y
logren conservar serán los que ocupen la titularidad en los diferentes puestos
de representación pública.
En estos sistemas de competencia, las
estrategias políticas ocupan un lugar privilegiado, ya que el éxito o fracaso
en la lucha por el poder, depende, muchas veces, del tipo de estrategia
utilizada.
La democracia, como sistema de competencia,
implica la celebración periódica de elecciones, en la que diferentes candidatos
y partidos políticos buscan obtener la mayoría de los votos de los ciudadanos.
Para obtener estos sufragios se impulsan las campañas electorales, que no son
sino procesos intensos de proselitismo y persuasión política orientados, por un
lado, a obtener una mayor cantidad de votos de los electores y, por el otro, a
impedir que los opositores ganen los comicios. Es decir, toda campaña requiere
un frente de atracción de sufragios y un frente de repulsión de votos para los
opositores.
Si bien el objetivo principal de toda
campaña electoral es conquistar o conservar el poder, también cumplen otra
serie de propósitos, como el influir en el propio poder, construir mayorías
electorales estables, hegemonía y consensos sociales, incidir en la toma de decisiones,
coadyuvar en el desarrollo y el progreso de la gente, articular el debate de
los principales problemas y temas de interés del elector, difundir los
pensamientos, ideas y propuestas de los partidos y candidatos participantes,
así como, a través del estruendo mediático que estos procesos generan, dar
visibilidad y reconocimiento a los candidatos participantes.
Es decir, toda campaña es un proceso
complejo, que implica atacar, al menos, cinco diferentes frentes.
El
primero, es el del conocimiento. Requiere el
conocimiento profundo del elector, sus motivaciones, emociones y expectativas.
Lo que le preocupa y lo que sueña. Sus principales problemas y necesidades. Su
nivel cultural, sus filias y sus fobias. Implica, también, el conocimiento del
terreno en el que se dará la competencia, así como el conocimiento profundo de
la elección. Es decir, conocer de qué tipo de elección se trata, en el sentido
heurístico del término. Implica, también, el conocimiento de los adversarios,
sus fortalezas y sus debilidades, sus aliados, sus otros contrincantes, su
historial y sus fuentes de financiamiento. En suma, implica conocer para
vencer.
El
segundo frente, es el de la organización. Esto
implica la construcción y afianzamiento de una estructura electoral, distribuida
territorialmente, para organizar a los militantes y simpatizantes del partido y
del candidato. Esta estructura electoral es la responsable del trabajo
proselitista y de persuasión política, el contacto de la campaña con la gente.
La organización de la sociedad y sus diferentes grupos, así como la presencia
de la campaña en los más diversos núcleos sociales son objetivos centrales que
busca alcanzar este frente. En suma, implica organizar para triunfar.
El
tercer frente es el de la comunicación. Implica el
diseñar, difundir y evaluar los mensajes proselitistas del partido, del
candidato y de la campaña utilizando todos los medios al alcance,
principalmente los electrónicos. Una comunicación inteligente, persuasiva,
diferenciada, orientada a movilizar sentimientos y emociones. Una comunicación
que genere votos para nuestra causa y le quite a los adversarios. Implica,
además, la comunicación interna para hacer más eficaz el trabajo del equipo de
campaña, el del candidato y el del propio partido. Una comunicación
organizacional que se convierta en ventaja competitiva y que permita superar a
la competencia. En suma, implica comunicar para ganar.
El
cuarto frente es el de la persuasión. Implica la
seducción, sugestión y atracción de votantes leales, que no sólo otorguen su
sufragio a la causa del partido o del candidato, sino que realicen también un
proselitismo dinámico e intenso en su núcleo social de influencia. Una
persuasión inteligente, creativa y trascendental, que parta del conocimiento de
las motivaciones profundas del elector y de la psicología de masas, para luego
implementar acciones contundentes orientadas a ganar la elección. En suma,
implica, persuadir para subir.
El
quinto frente es el de la movilización electoral.
De nada sirve investigar, comunicar, organizar y persuadir a los electores,
sino se es capaz de movilizarlos a las urnas el día de las elecciones. Implica
capacidad operativa y organizativa. Nadie gana una elección sólo con encuestas
favorables o una alta popularidad. Para ganar se requieren votos y estos sólo
se logran si existe una alta capacidad para movilizar a los electores a las
urnas el día “D” y obtener el sufragio a nuestro favor. En suma, implica
movilizar para ganar.
Para lubricar estos frentes y articular las
operaciones se necesitan estrategias. Las estrategias son los ejes que
posibilitan que la campaña llegue a buen puerto y que determina las
posibilidades de éxito o fracaso de la misión emprendida. Toda campaña demanda estrategias,
ya que estas nos determinan el cómo alcanzar los propósitos buscados. Sin
estrategias o con estrategias equivocadas, mal articuladas o pésimamente
implementadas, lo más seguro es que se pierde no sólo la elección, sino incluso
hasta el registro partidista. Las estrategias son el arte de saber jugar bien
en la política, el arte de saber hacer bien las cosas para ganar y hacerlo con
contundencia.
Principios de estrategia
Toda campaña implica un juego estratégico
que responde a una serie de principios y fundamentos políticos. Estos
principios rectores ayudan a fundamentar y determinar la pauta de la
intervención política, así como sirven como marco de reflexión para la
implementación de las acciones y estrategias políticas.
Estos principios ayudan, además, a entender
la importancia de las estrategias en las campañas electorales y la necesidad de
valorar, en su justa dimensión, el papel que la astucia, tenacidad y pericia
política juegan para obtener resultados positivos en las contiendas electorales.
Los principios de estrategia, muchos de
ellos, datan desde la antigüedad y otros han surgido en los tiempos modernos,
ligados a los sistemas políticos democráticos. A continuación, se enumeran y
describen dichos principios, para luego pasar al abordaje especifico del juego
estratégico. 1. Las campañas electorales se ganan a nivel estratégico y
táctico. Las elecciones las ganarán aquellos candidatos y partidos que sean más
astutos, creativos e inteligentes, los que sean más hábiles en el manejo del
juego estratégico. 2. Como en el fútbol, solo hay dos tipos de estrategias. Las
de ataque y las de defensa. El verdadero juego estratégico consiste en hacer
una adecuada combinación de ambas. El ataque siempre es pro-activo y la defensa
reactiva. 3. Toda estrategia busca alcanzar un objetivo. Con la mirada siempre
puesta en este, se debe planear, implementar, evaluar y retroalimentar
periódicamente las estrategias. Es recomendable, además, buscar siempre una
correcta alineación, sincronización y practicidad en el juego estratégico
durante la campaña. 4. Las estrategias se diseñan antes del inicio de la
campaña y se pueden cambiar en el transcurso de la misma. Sin embargo, se
sugiere no hacer tantos cambios de estrategia, a no ser que sean muy
necesarios. En todo caso, lo que se sugiere cambiar son las tácticas. 5. Toda
estrategia debe proporcionar ventajas sobre los competidores. Estas ventajas
deben ser, preferentemente, permanentes y orientadas a debilitar a los
adversarios. El ser conocido, querido, seguido, apoyado y votado son ventajas
competitivas muy importantes que todo político debe buscar obtener. 6. Toda
estrategia debe estar direccionada, para alcanzar objetivos particulares. La
estrategia es como un dardo, cada uno debe dirigirse a alcanzar un blanco específico.
El éxito de toda estrategia consiste en conseguir pequeñas victorias, bien
focalizadas y concretas, que al sumarse y acumularse, dan contundencia al
triunfo definitivo. 7. No hay una sola estrategia, sino muchas y múltiples
estrategias. En su conjunto estas se deben articular y coordinar. Las más
comunes son las estrategias del candidato, del partido y del gobierno en turno.
Existen además, estrategias de organización, comunicación, mercadotecnia,
proselitismo, construcción de imagen, movilización electoral, construcción de
alianzas y estrategias de ataque y defensa. 8. Cada proceso electoral es único,
por lo que las estrategias deben diseñarse, aplicarse y evaluarse de acuerdo al
tipo de campaña. Una estrategia que fue exitosa en una campaña, puede no serlo
en otra. 9. Sino se tiene la capacidad de poner por escrito la estrategia, lo
más seguro es que no se tenga. Poner por escrito la estrategia ayuda a darle
estructura, forma y coherencia a la misma, posibilitando, también su evaluación
y retroalimentación. En materia estratégica, la cultura de la escritura
requiere imponerse sobre el verbo y la palabra.
III. Catálogo estratégico La estrategia implica el arte de derrotar al
adversario, sometiéndolo a partir de sus áreas vulnerables. Refiere, por un
lado, a acciones de construcción de consensos sociales y, por el otro, de
derrocamiento de la oposición. Toda estrategia está orientada por principios y
fundamentos que dan vigencia a un catálogo de recomendaciones prácticas que se
deben poner en operación con sigilo y sentido de oportunidad. A continuación,
se enlistan este catálogo, bajo la advertencia que en muchos casos son sólo
guías o ideas para la acción política y el proselitismo electoral.
1. La
mejor estrategia es atacar la estrategia de los adversarios. Para ello, se
requiere estudiar e informarse con detalle sobre las estrategias de los
opositores y monitorear todos sus movimientos. Al echar por tierra la
estrategia del adversario, las posibilidades de avance y triunfo se
incrementan.
2. La
mejor estrategia consiste en confrontar nuestra principal fortaleza con la
principal debilidad del adversario. Para ello, se sugiere hacer un análisis
FODA, para determinar, por un lado, en qué aspectos somos fuertes y cuáles son
las debilidades del adversario; mientras que por el otro lado, este tipo de
herramientas nos ayudarán a conocer áreas de oportunidad y posibles amenazas
que se pueden presentar en la campaña.
3. Las
campañas electorales no se ganan por los aciertos, se pierden por los errores.
La determinante del éxito electoral no es la publicidad, sino los errores y
escándalos que se cometen por los candidatos, los partidos y sus equipos
durante la campaña.
4. Las
campañas negativas generan ventajas competitivas a sus impulsores, incidiendo,
determinantemente, en la decisión de la orientación del voto de los electores,
contribuyendo, por lo tanto, a ganar las elecciones. En algunos casos, ante una
mala gestión y articulación, las campañas negativas, quitan votos y se pueden
revertir fácilmente. Sin embargo, mal gestionada una respuesta estás pueden ser
eficientes (el país está lleno de perdedores que no supieron responder un
ataque).
5. Cuando
se es blanco de una campaña negativa y se ha decidido que es política y
electoralmente más conveniente no emprender la defensa con otra campaña
negativa, se debe responder a los adversarios con elegancia. Las siguientes
frases pueden usarse en su oportunidad. ¡Hay quienes utilizan piedras para
atacar, yo las uso sólo para construir! ¡Yo soy de la idea de que en la
política como en el golf gana quien menos golpes da! ¡Yo no voy a responder a
los ataques, mi campaña es de propuestas e ideas, no de calumnias o
descalificaciones!
6. La
gente comúnmente dice que no hay propuestas en las campañas. Los partidos y candidatos
saben que sí. Lo que pasa es que no saben comunicarlas. Centre su esfuerzo en
comunicar, creativa e inteligentemente, sus propuestas e ideas, pero no
descuide la organización y movilización electoral.
7. La
política, en la era moderna, es el arte de saber gestionar adecuadamente los
afectos de la gente. El voto es anatómico. Pocos “votan” por el cerebro, muchos
por el hígado y la mayoría tomando en cuenta lo que les dicta el corazón.
Gestione el afecto de la gente, logre una conectividad emocional con los
votantes. Recuerde que la mejor estrategia está orientada a movilizar los
sentimientos benévolos (o malévolos) de los votantes, aquella que toca las
cuerdas sensibles del elector.
8. La
mejor campaña es aquella que logra construir y conservar más y mejor las
diferentes ventajas competitivas en las áreas de investigación, comunicación,
imagen, gerencia política y movilización de votantes. Ganará la elección aquel
partido o candidato que logre construir y conservar el mayor número de ventajas
competitivas.
9. Las
campañas electorales en el mundo se articulan, de una u otra forma, con base a
la generación y a la institucionalización del miedo. Por un lado, miedo a que
las cosas empeoren y se pierda lo que se tiene o ha logrado, o que se amenace
el sistema de creencias y valores predominante. Por el otro, como garantía de
seguridad pública, militar, económica, jurídica o social y salvaguarda ante las
amenazas y peligros, reales o imaginarios, existentes.
10. La
principal derrota de sus adversarios es la derrota psicológica. Las alianzas,
las encuestas favorables, las grandes concentraciones públicas y los apoyos
masivos, son dardos que dañan la moral de los contrincantes.
11. Una
estrategia que funciona muy bien, ante la actual crisis de la política y ante
el predominio de un elector escéptico y descontento, es hacer política
criticando a la política y a los partidos tradicionales. La idea es hacerlos
responsables de los actuales problemas y convocar al cambio con rumbo. Se
recomienda, por lo tanto, criticar a la política tradicional que representan
sus opositores (corrupción, demagogia, manipulación, engaño, incumplimiento,
ineptitud, autoritarismo, etc.) y proponer que los ciudadanos y nuevos
políticos sean los que lleguen al poder.
12.
La gente tiende a estar con las mayorías y seguir a los individuos exitosos.
Preséntese como la opción de las mayorías y como una alternativa exitosa de
gobierno. Recuerde, nadie sigue a un fracasado.
13.
La mejor estrategia para un partido en el gobierno es hacer (comunicar) un buen
gobierno. La mejor estrategia para un partido en la oposición es mostrar
(publicitar y dar razones convincentes) que se tiene un mal gobierno, para que
los votantes opten, sin vacilación, por el cambio.
14.
La estrategia del voto útil es muy útil en la última etapa de la campaña.
Convoca a no desperdiciar el voto, a darle sentido al sufragio y lograr una
real transformación del sistema político. La estrategia correcta es presentarle
a los electores un solo dilema: más de lo mismo o un cambio verdadero.
15.
Toda campaña debe contar, desde un inicio, con un mapa de ruta (plan
estratégico y operativo de campaña), que incluya, entre otras cosas, el
diagnóstico, los objetivos, definición del mensaje, selección de grupos
objetivo, planificación de medios, imagen, presupuestación, estrategias y
administración de los tiempos. El plan estratégico da rumbo y dirección a la
campaña, el plan operativo posibilita la concreción de resultados.
16. La
política del rumor genera dividendos políticos. Los rumores, bien manejados,
producen un gran impacto persuasivo entre la gente. El rumor tiene un alto
nivel de credibilidad y se transmite en forma “viral,” llegando, incluso, a
convertirse en “epidemia.”
17.
El mejor político es aquel que promete poco y hace mucho. El peor político es
aquel que promete mucho y hace poco. Las expectativas creadas entre los
ciudadanos, durante la contienda electoral, determina la valoración que haga de
su gobierno. Durante la campaña, no prometa lo que sabe es imposible cumplir.
18.
Las elecciones se tratan de valores, perjuicios y estereotipos. Los valores
tienen que ver con lo que a la gente le importa, lo que le da valor. La
explotación de los prejuicios y estereotipos es un arma útil para ganar adeptos
o retirárselos a los oponentes.
19. Toda
estrategia debe sustentarse en el conocimiento. Conocer nuestro candidato y
partido, conocer nuestros adversarios, conocer los electores (qué es lo que
quieren) y conocer la elección.
20.
La comunicación en la campaña debe ser una comunicación emocional, dirigida a
movilizar emociones y generar el afecto a favor de nuestra causa y el rechazo
en contra de los adversarios.
21.
La construcción de redes incrementa las posibilidades de éxito. En una campaña
se puede impulsar la creación de redes sociales, redes familiares, redes de
interés y redes políticas. La mejor campaña es la que se hace en red.
A manera de conclusión
Las campañas electorales definen el
carácter de la representación pública y dan legitimidad al ejercicio del poder
en todo sistema democrático. Estas acciones proselitistas, que se organizan de
manera periódica bajo una serie de normas y procedimientos, constituyen los
conductos legales y legítimos, para disputar los espacios de representación
pública.
Estas campañas se ganan y se pierden a
nivel estratégico y táctico. Esto es, en toda campaña electoral, el tipo y
calidad de la estrategia puede ser la diferencia entre el éxito y la derrota.
Una campaña exitosa, generalmente lo es, por el tipo de estrategias utilizadas
con respecto a la competencia. Por su parte, una campaña sin estrategias o con
estrategias equivocadas es una campaña usualmente perdedora.
La astucia, creatividad, inteligencia,
habilidad y tenacidad en el manejo de las estrategias ayudan a conquistar los
objetivos y derrotar a los adversarios. Si su campaña no tiene estrategias,
están mal estructuradas o no se implementan correctamente lo más seguro es que
pierda la elección.
Finalmente, es importante recordar que lo
más difícil de una estrategia no es pensarla, planearla o escribirla, sino
articularla, implementarla, ponerla en operación.
Bibliografía BARRANCO, Francisco Javier,
Técnica de marketing político, Rei, México, 1997. BORJA, Rodrigo, Enciclopedia
de la Político, México: Fondo de Cultura Económica, 1998. DURAN, Jaime, Joseph
Napolitan, Cien Peldaños al Poder. Ecuador, Ed. Liderazgo Democrático, 2004.
FERNÁNDEZ Collado, Carlos y Hernández Sampieri, Roberto, Marketing Electoral, e
Imagen de Gobierno en Funciones, México: Mc Graw-Hill /Interamericana Editores,
S.A. de C. V., 2000. HOMS, Ricardo, Estrategias de Marketing Político, Técnicas
y Secretos de los Grandes Líderes, México: Editorial Planeta Mexicana, S.A. de
C. V., 2000. KOTLER, P. y N.
Kotler, “Political Marketing: Generating Effective Candidates, Campaigns and
Causes, en Newman, B., Handbook of Political Marketing, Londres, Sage, 1999. KUNTZ, Ronald, Marketing Político: Manual de Campaña Electoral,
Brasil: Editora Global, 2002. LOCK
A. y P. Harris, “Political Marketing-Vive la Différence!” en European Journal
of Marketing, Vol. 30, 1996, pp.21-31. MAAREK, J. Philippe, Polítical marketing
and communication, Londres: John Libbey, 1994. MARTÍN
Salgado, Lourdes, Marketing Político, arte y ciencia de la persuasión en
democracia, Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, S.A., 2002. MARTÍNEZ Pandiani,
Gustavo, Marketing Político, Campañas, Medios y Estrategias Electorales,
Argentina, Buenos Aires: Ugerman Editor, 2001. MENDÉ, María Belén, Campañas
Electorales: La Modernización en América Latina, Casos de Argentina y México:
Editorial Trillas, 2003. NEWMAN,
B. Handbook of Political Marketing, Londres, Sage, 1999. O´SHAUGHNESSY, N., The
Phenomenon of Political Marketing, Londres, Macmillan, 1990. REYES Arce y Munch Lourdes, Comunicación y Mercadotecnia Política,
México: Editorial Noriega, 1998. SUN Tzu, El Arte de la Guerra, México: Ed.
Edaf, 1999. VALDEZ Zepeda, Andrés, Teoría y Práctica del Marketing Político,
Editorial Universidad de Guadalajara ALACOP México, 2002. VALDEZ Zepeda,
Andrés, El Arte de ganar elecciones: el marketing del siglo XXI, México: Ed.
Trillas, 2006.
* Andrés Valdez Zepeda es maestro en
administración pública y doctor en estudios latinoamericanos con especialidad
en ciencia política por la Universidad de Nuevo México (USA). Es miembro del
Sistema Nacional de Investigadores, autor de los libros Campañas electorales
inteligentes (2004) y El Arte de ganar elecciones (2006). Actualmente labora
como catedrático de la Universidad de Guadalajara. azepeda@cucea.udg.mx
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