PROTEGER LA TIERRA, ES NUESTRA RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL Y COLECTIVA. POR RODRIGO AGUILAR.
En el marco de las celebraciones del Día de la Tierra, resulta oportuno que cada uno de nosotros reconozca, que tenemos la responsabilidad individual y colectiva, de crear las condiciones necesarias para vivir en armonía con la naturaleza; porque la tierra nos pertenece a todos, en consecuencia estamos obligados a protegerla.
Frente a esta realidad, lo primero que debemos hacer es, tomar conciencia, de que cada día nuestro planeta enfrenta amenazas que ponen en peligro la existencia de toda forma de vida; y que lo más lamentable es que todo esto, es producto de nuestras acciones y omisiones.
Entre las acciones que se realizan y que están provocando un desequilibrio ecológico y el cambio climático pueden destacarse, la explotación sin control de los recursos no renovables, la tala indiscriminada de árboles, la caza no controlada de animales, la depredación de nuestros bosques, la contaminación de los ríos, lagos y mares con desechos sólidos y líquidos por parte de las industrias o por particulares que depositan basura en esos lugares y además la emisión de gases, entre otros.
Entre las omisiones que dañan a nuestro planeta cabe destacar, el silencio que guardan la mayoría de gobiernos alrededor del mundo frente a las acciones que realizan las industrias que perjudican el medio ambiente, la falta de aplicación de las leyes ambientales, la inexistencia de programas dirigidos a promover la protección de nuestro ecosistema con un impacto real, que permita detener las acciones que afectan la tierra, el evidente desinterés de las autoridades de resolver de forma definitiva los problemas como el calentamiento global y el cambio climático y también la falta de compromiso de la mayoría de personas, para exigir que el derecho ambiental, el derecho de acceso al agua y todo derecho relacionado con la protección de la naturaleza y los ecosistemas, sean reconocidos como derechos fundamentales.
El Salvador, es uno de los países más afectados por esta realidad; esta afirmación se basa, en que los efectos del calentamiento global y el cambio climático son muy obvios y en que desafortunadamente frente a estos problemas las acciones que se realizan para evitar los daños ambientales están limitadas, a discursos y actos públicos y privados relacionados al tema, al reparto de árboles y otras actividades que no tienen la fuerza suficiente para frenar el deterioro constante de nuestro medio ambiente, ni de revertir los daños ya ocasionados.
Muchas palabras y pocas acciones, nos están conduciendo a una situación de consecuencias catastróficas irreversibles; porque si las autoridades responsables de poner alto a los daños a nuestro ecosistema, continúan desempeñando un papel pasivo o permisivo, en un futuro cercano la mayoría de la población vamos a enfrentar situaciones como falta de acceso al agua potable y también se puede poner en riesgo nuestra seguridad alimentaria.
En consecuencia debemos comprender, que en un corto plazo vamos a enfrentar graves problemas si no se toman las medidas pertinentes; y también entender que somos uno de los países más vulnerables de la región frente a los fenómenos naturales, por nuestra condición geográfica, la superpoblación y la falta de ordenamiento territorial.
Nuestra vulnerabilidad, queda en evidencia cuando ocurren fenómenos naturales como lluvias o sequías, los cuales traen consigo desastres que ponen en peligro la salud y la vida de los muchas personas; además porque cuando tienen lugar estos fenómenos se dañan los cultivos, reduciendo de esa manera la capacidad de producir alimentos generando escases, lo que trae como consecuencia un incremento en los precios de los granos básicos, corriéndose el peligro que los sectores más pobres puedan llegar a pasar hambre en un momento determinado.
Lo mismo puede ocurrir con el acceso al agua potable, pues en nuestro país no todas las comunidades tienen la posibilidad de contar con este servicio; los mantos acuíferos son más reducidos cada año, y los lagos, mares y ríos están muriendo; mientras tanto existe otra realidad, un sector muy reducido de la población utiliza el agua como una mercancía, como parte de un negocio que les genera grandes ganancias, por lo tanto no conciben este recurso natural como un derecho de la población.
Por esa razón cada salvadoreño y salvadoreña, debe tomar conciencia de la importancia que tiene para nuestra subsistencia la protección de nuestro medio ambiente y recursos naturales; y reconocer que estamos la obligación de defender estos derechos fundamentales para que nuestros hijos e hijas, que representan el futuro de nuestra nación puedan vivir en condiciones de dignidad, en un país con un medio ambiente seguro y limpio, con una tierra capaz de asegurarles su subsistencia por medio de la producción de nuestros propios alimentos y en una sociedad donde los intereses económicos de un sector reducido de la población no se hagan prevalecer frente a los derechos fundamentales de la colectividad.
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