En una cita bibliográfica, Violeta Bonilla (1926-1999) expresa sobre el significado de la figura: “Quise representar un hombre sin ataduras, sus manos sueltas expresan la libertad intangible, y los cuatro picos del fondo representan otras cuatro naciones centroamericanas”

martes, 4 de septiembre de 2012

LA LUCHA POR DEMOCRATIZAR LAS CONCECIONES DE FRECUENCIAS DE RADIO Y TELEVISION. (POR RODRIGO AGULAR).-


LA LUCHA POR DEMOCRATIZAR LAS CONCECIONES DE FRECUENCIAS DE RADIO Y TELEVISION. (POR RODRIGO AGULAR).-
La Asociación de Radios y Programas Participativos de El Salvador (ARPAS) y la Fundación Estudios Para la Aplicación del Derecho (FESPAD), presentaron ante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, un recurso de Inconstitucionalidad, contra el proceso de asignación de frecuencia que contiene la Ley de Telecomunicaciones.
Según los demandantes, el mecanismo establecido por la ley viola los principios de Igualdad Jurídica y Libertad de expresión; y además es contrario al Orden Económico con Justicia Social, porque fomenta la existencia de monopolios que expresamente prohíbe nuestra Constitución.
Esto ocurre de la manera siguiente; si una persona natural o jurídica solicita la asignación de una frecuencia, la ley determina que debe realizarse un proceso de subasta de la frecuencia la cual será asignada “A quien presente la mejor oferta económica”.
Sin lugar a duda y en términos simples, la subasta es un método perverso, antidemocrático y excluyente; que está diseñado para que únicamente un sector exclusivo de la población tenga acceso a poder adquirir las frecuencias, además permite que en algunos casos las frecuencias se adquieren y  se mantienen sin utilizar con el propósito de no permitir competencia o de especular comprando el derecho a un precio y vendiéndolo a otro mayor.
Pero la consecuencia más grave, es que la mayoría de la población nos vemos expuesta escuchar lo que estos grupos de quieren, que usualmente son verdades a medias, mentiras completas o un distorsión de la realidad; lo cual ataca el derecho a la libertad de pensamiento de nuestra sociedad.
Un claro ejemplo  de distorsión de la realidad lo representa el editorial del Diario de Hoy del día veintiocho de agosto, que contiene una reacción visceral a la demanda formulada por Arpas y Fespad, calificándola de pasmosa y de ser un desaguisado, esto ocurre porque sin lugar a dudas la simple posibilidad de que democratizar el acceso a los medios de comunicación mueve las entrañas de quienes ven en esta actividad únicamente un negocio.
Evidentemente este medio pretende hacer creer a la población que la subasta es el método que se utiliza en casi todo el mundo civilizado  y que es la manera más justa y transparente de conciliar intereses, cuando en realidad los países más avanzados y los tratados internacionales cuentan con otros métodos más democráticos para la asignación de frecuencias.
Su posición, únicamente está sustentada, en el la capacidad económica, pues sostiene lo siguiente: “una persona que pone un negocio está en ventaja sobre sus competidores si tiene un mayor financiamiento”; otro argumento que utiliza es: “si no les cuesta tampoco pondrán todo el empeño para servir a las audiencias como el que ha arriesgado patrimonio y tiene que cuidarlo el suyo y el de sus accionistas”; reflejando claramente una visión mercantil, de la actividad de la radiodifusión.
Lo que estos sectores, no han podido observar es que existen medios de comunicación con una visión  democrática, comunitaria y participativa, donde no prevalece el interés en el dinero; porque quienes pertenecemos a este tipo instrumentos de comunicación lo único que perseguimos es la promoción de la cultura, la educación, la formación de opinión, la defensa de los derechos humanos y sobre todo la difusión de la verdad.
Esto lo hacemos con grandes limitantes, porque los espacios de publicidad son restringidos, debido a que no nos plegamos a los intereses económicos de sectores o grupos, operamos con desigualdad y desproporcionalidad, pues mientras algunos tienen la posibilidad de tener frecuencias guardadas para especular,  otros enfrentamos una realidad diferente,  como la que ocurre en la Asociación de Radios y Programas Participativos de El Salvador ( ARPAS ) que  es una organización sin fines de lucro a la cual pertenecen 19 radios que comparten una sola frecuencia.
Por esa razón, aprovechamos esta oportunidad, para solicitar el apoyo solidario de toda aquella persona o grupo interés en participar en el proceso de democratización de la asignación de las frecuencias de radio y televisión, en lograr fortalecer los medios de comunicación comunitarios y participativos para convertirlos en instrumentos de expresión de la mayoría de la población y en verdaderos canales de la difusión de la verdad. 
Atte, Rodrigo Aguilar.

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