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Por: Daniel Walter Lencinas Cautela
La historia de la Compañía de Jesús, o los Jesuitas como se los conoce popularmente, comienza con su fundador
Ignacio de Loyola (canonizado por la Iglesia Católica Romana). San Ignacio de Loyola fue un militar vasco que combatió en la guerra contra Francia defendiendo la causa de Carlos I, hasta su conversión en 1529.
Al comenzar a organizar la estructura y la espiritualidad de la Orden que pretendía fundar, lo hizo partiendo de lo que él mejor conocía: el ejército. Toda la estructura formal de la Congregación tiene similitudes con las estructuras castrenses, e incluso sus famosos retiros espirituales fueron estructurados como si de una batalla se tratase. Los mismo se dividen en tres “etapas” donde siempre se plantea una batalla interior del participante, primero con su visión del mundo y de sí mismo, en el que la lucha se da contra los apetitos desordenados; luego, en la segunda etapa, la lucha será contra el propio ego frente a la magnificencia de Dios; por último, en la tercer etapa, la batalla concluye con la aceptación voluntaria de Dios como regidor de la vida del participante.
Ver nota http://lialdia.com/2010/11/dialogos-con-dios-la-compania-de-jesus/
En una cita bibliográfica, Violeta Bonilla (1926-1999) expresa sobre el significado de la figura: “Quise representar un hombre sin ataduras, sus manos sueltas expresan la libertad intangible, y los cuatro picos del fondo representan otras cuatro naciones centroamericanas”
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