En una cita bibliográfica, Violeta Bonilla (1926-1999) expresa sobre el significado de la figura: “Quise representar un hombre sin ataduras, sus manos sueltas expresan la libertad intangible, y los cuatro picos del fondo representan otras cuatro naciones centroamericanas”

jueves, 24 de febrero de 2011

FOWARD PARA GENARO Y CATALINO- POR MARVIN AGUILAR

Lo admito, ustedes los buseros salvadoreños, nacidos cafres en un éxtasis de venganza de la madre naturaleza, han sobrepasado los límites del conocimiento humano, científico y del sentido común de cualquier transeúnte posible.

Me queda claro, las recientes muertes que han causado sus agremiados a otras tantas familias en nuestro país en tres días, es algo que quedara impune, ni siquiera ameritará un pronunciamiento público reconociendo a los deudos su culpa en el error o, para ofrecer la consecuente y justa indemnización pecuniaria por el terror hecho realidad. La ley no les obliga, no les obligará; los salvadoreños son menos que heces fecales para ustedes y los diputados que los apoyan por la prosaica “acción patriótica” de acarrearles votantes para los mítines y las votaciones.

Es posible, estoy de acuerdo, puedo ponerme insolente ¿pero, de qué otra manera puedo lograr que me entiendan unos camioneros bovinos ascendidos a empresarios del transporte público? No encuentro otra forma. Su psicología perruna, la del busero, es que el poder es sinónimo de chantaje, de igual que el confort del usuario les importa un dedo. Cada demanda que plantean sin ofrecer nada a cambio a la población que sacia su voraz apetito, pierde con su silencio ante estas muertes cada día que pasa validez moral, es necesario ponerles un basta ya.

Les escribo a ustedes, que hasta en sus nombres de pila sus madres los excedieron, no porque los conozca, menos porque los considere dirigentes con credibilidad, virtuosos ciudadanos. No, es porque ustedes son los pastores del transporte, mesías de mercaderes que operan con pérdidas, salvadores divinos de los salvadoreños que ingenuos aspiramos a una forma digna de llegar al trabajo, estudio, hogar por la ruta de la seda en que ustedes nos transportan. Estamos pues en sus manos. Por eso les escribo.

Oportuno acotar que de igual mi esperanza se desvanece: lo reconozco, no pienso que ustedes puedan resolver algo, es más, creo firmemente que no les interesa en lo absoluto remediar en un ápice la situación denigrante a la que nos exponemos los salvadoreños cada día al abordar sus unidades de transporte si esto lacera sus ingresos económicos. Su silencio lo comprueba. Su corazón es de can.

De continuar de esta forma están a punto de sobrepasar a los peces como la especie que más elimina a los de su propio género. Por eso, Genaro y Catalino ¿qué podemos hacer nosotros sus rehenes para de una buena vez hacerles comprender que no por madrugar amanece más temprano, qué no por saturar hasta el tope el autobús se harán ustedes millonarios y sus empleados, sufridos ignorantes, les robaran más?

Pobrecitos debo decir el presidente Funes, Orlando Quinteros y, el vice ministro de transporte que no sé cómo se llama; carecen de las habilidades del Daniel bíblico, no saben qué hacer en medio de las fieras.

Así, después de la reciente matanza se les ha ocurrido “exigirles” previo al aumento del subsidio para los agremiados de Genaro y Catalino el ajuste técnico de las unidades, que eduquen sin demora a los bonobos que las conducen. Pero, ¿y el uso de drogas? ¿La música estridente? ¿Los autobuses especiales que se detienen en cada desvío para hacerlos rebalsar? ¿Los que no se detienen en las paradas autorizadas?

No se les podrá acusar de negligentes porque desde luego, ellos dirán que sí, que llevaran a cabo todo lo que el subsidio demande, luego harán lo de siempre: nada. Bueno, se reirán del gobierno, otra vez. No se ofendan de esta incredulidad desmedida, pero es debida a que frecuentemente me debato en una dialéctica racional cuando pienso del porqué a ustedes – los buseros- los dejan conducir, si es evidente que adolecen del síndrome de Williams o de la enfermedad de Canavan. Pero claro sus amigos los políticos siempre los rehabilitan.

Finalmente y ya puestos a creer en los milagros, ¿alguien puede solucionar este difícil problema que los salvadoreños de a pie enfrentamos día con día? ¿Es mejor aspirar a tener cada quien su automóvil que a poseer como nación un sistema de transporte civilizado? ¿Es viable, racional un carro por cada salvadoreño?

Que no se desentienda ningún político de esto, son igualmente corresponsables de estas y de las futuras muertes que de compatriotas ocurran por su endiablado matrimonio o cobardía para enfrentar con la misma dureza que a las pandillas a estos gánsteres que pernoctan tras las cortinas del Salón Azul y que valiéndose de la necesidad y de la indefensión adquirida de los connacionales matan salvadoreños con el mismo lujo de barbarie que un marero.

MI PESAME A LAS FAMILIAS, VICTIMAS DE LOS AGREMIADOS DE GENARO RAMÍREZ Y CATALINO MIRANDA; MI SOLIDARIDAD CON LOS USUARIOS DEL TRANSPORTE PÚBLICO DE LA REPÚBLICA CAMIONERA DE EL SALVADOR.

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