En una cita bibliográfica, Violeta Bonilla (1926-1999) expresa sobre el significado de la figura: “Quise representar un hombre sin ataduras, sus manos sueltas expresan la libertad intangible, y los cuatro picos del fondo representan otras cuatro naciones centroamericanas”

miércoles, 17 de agosto de 2011

UNA VERDAD QUE BUSCAR PARA SER LIBRES DE DOGMATICOS Y PARTIDISMOS, SI AMBAS MANOS ESTAN MANCHADAS DE SANGRE DE HERMANOS III

Jesuitas asesinados, ¿un objetivo militar?
El coronel Ochoa Pérez dice que algunos sacerdotes participaron en movimientos insurgentes en El Salvador y América Latina. José Luis Merino, del FMLN, asegura en un libro testimonial que recibieron apoyo de los jesuitas.
por Julio Calderón

En un momento en que el asesinato de los jesuitas hace 22 años ha vuelto a resucitar en El Salvador, una nueva tendencia de pensamiento recorre los pasillos de la derecha salvadoreña: que si bien el crimen es execrable los sacerdotes eran un objetivo militar, según se desprende de un libro escrito por el hombre fuerte del FMLN, José Luis Merino, alias Ramiro.

La tesis está fundamentada en que los jesuitas habrían sido parte del grupo que planificó la ofensiva guerrillera de noviembre de 1989, según se infiere en el documento testimonial del dirigente farabundista.

Esto, aunque no defiende a nadie, da una nueva perspectiva sobre el hecho.

Ramiro plantea en su libro una postura: que los militares consideraban que los jesuitas habrían sido el canal por el cual el FMLN se acercaba a oficiales que estudiaban en la UCA para sumarlos a la insurrección y que, entonces, el alto mando del Ejército tenía una disyuntiva: matar a esos militares sospechosos o a los sacerdotes.

"En la UCA estudiaban decenas de militares y oficiales y, en efecto, algunos de ellos estaban en la conspiración con nosotros", dice el comandante en su libro.

"De manera que cuando el alto mando detecta que hay planes de alzamiento se ve en una disyuntiva: ¿capturamos y fusilamos a los militares o asesinamos a los civiles? Si comenzamos a matar militares se nos va a crear un problema gordo dentro de casa, así que tomaron la decisión de golpear a quienes eran débiles", dice el libro "Comandante Ramiro, revelaciones de un guerrillero y líder revolucionario salvadoreño".

En el libro, el párrafo que resulta más revelador es el siguiente, al final de la página 113: "Era cierto que un grupo de padres jesuitas mantenía relación con un sector del FMLN, y que de esa relación surgió el plan del alzamiento militar combinado con la insurrección. Las primeras unidades que se iban a levantar eran las de Caballería..." sigue el libro.

Más adelante Merino especifica: "Con la muerte de los padres jesuitas se interrumpió el proceso, se desarticuló el plan y no hubo oportunidad de recomponerlo".

Esta nueva perspectiva, en el momento actual en que un juez español ha solicitado la captura de varios ex altos mandos militares salvadoreños por el crimen, viene a balancear un poco las tendencias de pensamiento.

"En ese libro queda muy claro el papel que ellos (los jesuitas) tuvieron", dice un miembro del Consejo Ejecutivo Nacional de ARENA (Coena) cuando se le comenta el tema periodístico.

Una de las figuras centrales en este abordaje, el ex presidente Alfredo Cristiani (1989-1994) prefirió no dar declaraciones a Diario La Página sobre este tema.

Sin embargo, otro empresario salvadoreño de alta gama dijo a un periodista de este Diario --pidiendo no mencionar su nombre-- que los jesuitas asesinados en efecto eran un objetivo militar por su relación con el FMLN.

"Cualquier crimen es execrable, pero esto del libro abre las puertas para pensar que si los jesuitas se habían metido a jugar con fuego debían tener la conciencia de que se podían quemar, de que al estar con el FMLN se volvían un objetivo para los militares", dice este empresario salvadoreño.

El asesinato de los jesuitas y la ofensiva guerrillera dieron un giro de 180 grados al conflicto interno, y fue hasta entonces que la comunidad internacional, a través de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) puso atención en este trozo de Centroamérica y medió para resolver la guerra a la brevedad posible.

Las víctimas fueron los sacerdotes Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Juan Ramón Moreno, Amando López, y Joaquín López y López. Con ellos fue asesinada su empleada Elba Ramos y su hija Celina.

El libro de Merino ilustra innumerables detalles acerca de la vida guerrilla, así como información clasificada por el alto mando de las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL), a cuyo dirección perteneció el autor.

Justamente en el capítulo titulado Rumbo a los Acuerdos de Paz, Merino afirma que hubo una conexión entre el FMLN y miembros de la Compañía de Jesús.

Dar la vuelta

Las investigaciones que reconstruyeron el hecho basadas en los testimonios de los soldados y documentos desclasificados revelaron que alrededor de 30 elementos del Batallón Atlacatl irrumpieron cerca de medianoche en el campus de la Universidad Centroamericana, cercaron la residencia de los sacerdotes y los masacraron metódicamente.

Muchos prefieren no hablar del tema, como el ex Presidente de la República Armando Calderón Sol, quien vía telefónica respondió a este medio que "La Página tiene que darle vuelta a la página. De este tema nos tenemos ya que olvidar todos los salvadoreños".

Pero no todos quieren guardar silencio, especialmente si se trata de ex compañeros de armas. Uno de ellos es el coronel Sigifredo Ochoa Pérez, quien aunque asegura que el asesinato de los jesuitas fue una torpeza, esgrime que "se ha dicho que algunos padres jesuitas apoyaban los movimientos insurreccionales no sólo en El Salvador, sino que en la América Latina. Puede ser que sea parte de su doctrina. No sé".

Ochoa Pérez relata que supo de los asesinatos a través de las noticias. En aquel momento estaba al frente de la Comisión Ejecutiva del Río Lempa (CEL) bajo la administración del gobierno del ex presidente Alfredo Cristiani.

Ver nota completa:
http://www.lapagina.com.sv/nacionales/54945/asesinato-jesuitas-Jose-Luis-Merino

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