En una cita bibliográfica, Violeta Bonilla (1926-1999) expresa sobre el significado de la figura: “Quise representar un hombre sin ataduras, sus manos sueltas expresan la libertad intangible, y los cuatro picos del fondo representan otras cuatro naciones centroamericanas”

lunes, 15 de agosto de 2011

UNA VERDAD QUE BUSCAR PARA SER LIBRES DE DOGMATICOS Y PARTIDISMOS, SI AMBAS MANOS ESTAN MANCHADAS DE SANGRE DE HERMANOS II

Informe histórico revela actividad de jesuitas durante conflicto "Cerrando heridas" 1

El siguiente material inicia la serie "Cerrando heridas" de Diario Latino y tiene por objeto presentar un trabajo elaborado por Monseñor Freddy Delgado, entonces Secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador, respecto a lo que él consideraba la actividad de los jesuitas al interior de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, UCA, durante el pasado conflicto armado y que fuera resuelto mediante los Acuerdos de Paz firmados en 1992. Dicho Informe fue sacado a luz pública por el historiador español Ricardo de la Cierva.

Introducción


Todo el que quiera militar para Dios bajo el estandarte de la cruz en nuestra Compañía, que deseamos se distinga con el nombre de Jesús, y servir solamente al Señor y a su Esposa la Iglesia bajo el Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra, persuádase que, después del voto solemne de perpetua castidad, pobreza y obediencia, es ya miembro de esta Compañía, fundada principalmente para emplearse en la defensa y propagación de la fe y en el provecho de las almas en la vida y doctrina cristiana, sobre todo por medio de las públicas predicaciones, lecciones y cualquier otro ministerio de la palabra de Dios, de lo ejercicios espirituales, de la doctrina cristiana a los niños y gente ruda, y del consuelo espiritual de los fieles, oyendo sus confesiones y administrándoles los otros sacramentos. Y, con todo, se muestra disponible (“se utilem exhibeat” – dice el original-) a la pacificación de los desavenidos, el socorro de los presos en las cárceles y de los enfermos en los hospitales, y al ejercicio de las demás obras de misericordia, según pareciere conveniente para la gloria de Dios y el bien común; haciendo todo esto gratuitamente, sin recibir estipendio ninguno por su trabajo (Compañía de Jesús, Fórmula del Instituto aprobada por el Papa Julio III con la bula Exposcit Debitum.

1)Este informe reservado de Mons. Freddy Delgado, Secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador durante los años comprendidos en el informe, y sacado a la luz pública por el historiador español Ricardo de la Cierva es un documento histórico muy útil para descubrir el modo de proceder del Magisterio Paralelo en El Salvador y su habilidad para servirse de los obispos y de las masas proletarias y campesinas al estilo marxista. El informe ilustra el tipo de revolución marxista-eclesiástica aplicado en Cuba, Nicaragua, Guatemala y México; en este caso se ve paso a paso lo sucedido en El Salvador.
El padre jesuita, Ignacio Ellacuria, durante un mitin político en la Plaza Libertad de San Salvador.

1 Objetivo: la rebelión comunista; medio: la iglesia popular.

“La principal estrategia del Partido Comunista para hacer de El Salvador una República Socialista de Obreros y Campesinos satélite de la Unión Soviética ha sido la instrumentalización de la Iglesia Católica en la revolución comunista, según el esquema aprobado por el primer congreso del partido comunista de Cuba. En lo que se refiere a la religión, la Iglesia y los creyentes, expresó que El Partido Comunista de Cuba aprecia el. hecho de la notoria y frecuente aparición en los países de nuestra América de grupos católicos y no católicos, sacerdotes, pastores y laicos; que se incorporan a las luchas revolucionarias o las favorecen considerándolas compatibles con su fe religiosa... "La Revolución Cubana ha tenido, frente a las agresiones imperialistas, el respaldo militante, valioso y entusiasta, de estos movimientos". La estrategia que seguirá define que "es conveniente promover y consolidar la alianza con los sectores cristianos mencionados, proyectados hacia la construcción de una nueva sociedad verdaderamente humana, la sociedad sin clases". Las metas en El Salvador son claras: politizar al clero, dividir a la conferencia episcopal interna y externamente entre progresistas y reaccionarios; una vez dividida, convertir a los progresistas en dóciles y eficaces instrumentos de la revolución.

En Chile no cristalizó el plan de la aparición de una iglesia marxista leninista dentro de la misma Iglesia. El Salvador sí que reunió las condiciones indispensables para empollar una iglesia al servicio del comunismo: la Iglesia que nace del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Fue así como echó a andar el plan para el nacimiento de una Iglesia Popular. Para ello había que organizar un Grupo de base entre sacerdotes.

En 1968, habían reunido a un grupo de sacerdotes escogidos de todo el país, organizando un grupo de estudio y de reflexión pastoral. En 1970 apareció "la Nacional de sacerdotes" un grupo de 17 sacerdotes que se dedicó al "análisis de la realidad nacional" . Ayudaron al grupo algunos políticos, asesorándolos sobre el análisis socio-económica-político dentro del marco del contexto social del proceso histórico salvadoreño. Desde el primer momento hubo una inclinación del grupo hacia la ultraizquierda.

A partir del materialismo histórico y con la ayuda del instrumento marxista-leninista se analizaba el proceso de nuestra realidad salvadoreña. Para despistar, el Grupo se llamó de Reflexión Pastoral. El estudio del marxismo leninismo se fue intensificando. El padre francés Bernardo Boulang, encargado de la Acción Católica Agraria, trajo a un profesor universitario francés para que impartiese al Grupo unas charlas sobre la religión como apiade los pueblos; indicó que para saber liberar al pueblo era necesario liberarse antes de atavismos y mitologías religiosas.

En 1970 dio un retiro en el Colegio Sagrado Corazón, en el cual participaron quince sacerdotes y dos religiosas. Durante los siete días de duración del retiro no hubo ninguna oración o acto litúrgico, ni se celebró la Santa Misa. La madre Pilar Manceñido y el padre Abraham Rodríguez reclamaron por la ausencia de los actos religiosos oponiéndose a que una persona atea les cuestionase sobre su fe. Entre los sacerdotes asistentes estaban los presbíteros David Rodríguez, Bernardo Boulang, José Inocencio Alas, el jesuita Jesús Bengoechea y otros.

El Grupo se siguió reuniendo en el noviciado. Varios miembros del Grupo asistieron a un curso en Cuernavaca (México) sobre un método de Pablo Freire, pero en realidad versó sobre marxismo-leninismo. Este curso fue exclusivo para religiosos. Se desarrolló en la casa de la Acción Católica mexicana, en donde se hospedaron los asistentes. El padre Enrique Sánchez participó juntamente con el belga Esteban Allier. Se dedicó solamente medio día al método de Freire. El resto del tiempo (cinco días) se consagró a estudiar la “teología de la instrumentalización” es decir en qué forma se podía instrumentalizar a la Iglesia para llevar consignas políticas al pueblo, aprovechando el poder de la Iglesia en América Latina. Durante el curso se visitó la parroquia de Quetzalcuayolt en el Distrito Federal, a cargo de los jesuitas. Allí se tuvo una misa-mitin.

En esa parroquia tenían a sus estudiantes trabajando pastoralmente. En ocasiones se comentó que sería bueno incorporar a los sacerdotes belgas al proceso revolucionario en América. De 1970 a 1971 las reuniones se celebraron en la casa de las madre paulinas. Desde finales de 1971 se trasladaron al noviciado. Así participaron bastantes sacerdotes en las reuniones, juntamente con los aspirantes al sacerdocio llamados “júniores”. Debido a la situación difícil, posterior a las elecciones para presidente de la República en 1972, el Grupo comenzó a distraer a las autoridades del país sobre estas reuniones, cambiando con frecuencia el local. Inclusive se reunieron mas de una vez en casa de un miembro de la embajada de Francia o en el sótano del seminario San José de la Montaña.

El arzobispo decidió expulsar al P. Boulang acusado de actividades marxistas subversivas y de incitar a la revolución armada. Los compañeros protestaron. Para ello hubo una reunión en la parroquia del padre Alfonso Navarro, ubicada en la colonia Miramonte; en esa ocasión participaron 27 sacerdotes.

El padre Ignacio Ellacuría dijo que el padre Boulang era el único sacerdote que estaba encaminado dentro de una pastoral popular y que permitir a los obispos expulsarle era comenzar a detener una pastoral popular y liberadora; ésta era la línea auténtica de pastoral que desde hace mucho tiempo tendría que haberse llevado a nivel nacional. Expulsar al padre Boulang era expulsar al verdadero líder de una auténtica pastoral liberadora.

Presentaron un escrito al señor arzobispo y le pidieron una especie de careo entre ellos para defender al padre Boulang. Para esa reunión especial, cada uno de los miembros del Grupo tenía la obligación de invitar a un grupo de sacerdotes. Monseñor Luis Chávez y González invitó a una audiencia pública. El Grupo puso el nombre de “Tribunal del pueblo”, a esa audencia. El señor arzobispo acusó al padre Boulang de hacer labor laicista y no sacerdotal. El Grupo defendió que la labor de Boulang era pastoral no política.

Defendieron al padre Boulang, juntamente con los los sacerdotes Ricardo Urioste, Benito Tobar, Astor Ruíz, Rutilio Sánchez. Eran en total 15 sacerdotes. El arzobispo terminó la audiencia diciendo: “Mi última palabra es: el padre Boulang se va”. Y se fue del país. Desde aquel momento el padre Ellacuría y el Grupo de Reflexión Pastoral dieron la consigna de marginar al arzobispo Chávez y al obispo Rivera: “Ya no son los obispos que necesitamos; tenemos que ver la forma como lograr que llegue al arzobispado un obispo con quien podamos trabajar”. El Grupo se fue extendiendo al margen de la autoridad arzobispal. Pertenecían a él: los padres César Jeréz (guatemalteco marxista que fue provincial y consejero especial del general padre Arrupe) Francisco Estrada, Ellacuría, Sobrino, Ignacio Martín Baró, Jesús Bengoechea, Francisco Javier Ibisate, Rafael Moreno, Juan Hernández Pió, Rutilio Grande, Segundo Montes y otros menos conocidos.

El más moderado de todos era el padre Rutilio Grande, prefecto de disciplina en el seminario San José de la Montaña, que trató de restablecer la concordia entre el Grupo y los obispos, con poco éxito; se hizo sospechoso a unos y a otros. El Grupo de Reflexión, dirigido por Ellacuría y siguió creciendo hasta el punto de que en 1982 contaba con un veinte por ciento de todo el clero salvadoreño, formado entonces por 383 sacerdotes; la mitad diocesanos y la mitad religiosos. Desde 1980 el Grupo se denominó abiertamente “Iglesia Popular”.

A fines de 1972 los obispos de El Salvador decidieron cambiar la dirección del seminario mayor San José de la Montaña porque los seminaristas habían sido politizados a tal grado que el entones rector de la Universidad Nacional Dr. Fabio Castillo había preparado una célula marxista-leninista entre los mismos seminaristas, entre ellos Octavio Ortiz y Ernesto Barrera, quienes más tarde, ya ordenados sacerdotes, murieron en un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad del país. Algunos seminaristas vivían en comunidad con el padre Rutilio Grande en San Martín. Los seminaristas decidían con su voto “democrático” cuestiones tan delicadas como la participación de ellos en manifestaciones de tipo político. Bastantes jóvenes del MERS (Movimiento de Estudiantes Revolucionarios Salvadoreños) entraron al Seminario.

En una ocasión histórica se detectó la influencia que los sacerdotes disidentes tenían en el clero, en las religiosas y en las comunidades de base; los cuales se movilizaron para defenderlos en contra de los obispos. Se organizaron manifestaciones de repulsa y protesta en todo el país contra el Episcopado por la determinación que habían tomado del cambio en el Seminario Mayor. Se mandó desde San Salvador una circular a todas las comunidades cristianas, a las religiosas, llamándolas a un diálogo y a una reflexión sobre la acción autoritaria que los obispos habían tomado bajo la dirección del Nuncio Apostólico. Se realizaron diferentes asambleas presididas siempre por un sacerdote del Grupo de Reflexión Pastoral, con el apoyo de los jesuitas. Así se iba madurando una decisión como Pueblo de Dios. En la reunión nocturna en que se debatió la decisión final se vio una buena representación de los jesuitas: Estrada, Ellacuría, Moreno, Jaén, Hernández Picó presentó una moción sobre la celebración de una semana de pastoral la cual fue aprobada por una mayoría de votos. Pero un grupo de quince sacerdotes de Reflexión Pastoral no apoyó la moción.

Abandonaron sus grandes residencias, como el Externado San José, el Seminario San José de la Montaña y se fueron a habitar en casas particulares, en pequeñas comunidades; así había por ejemplo en el caso de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas una casa que se llamó UCA-1, en donde habitaban los más recalcitrantes; UCA-2, donde vivían los menos recalcitrantes y El Carmen, Santa Tecla, habitación de los “viejos” conservadores. Una comunidad se ubicó en la colonia Monserrat, otra cerca del Externado San José. En el pueblo de Antiguo Cuscatlán se fundó la casa de los “Júniores” estudiantes para ser jesuitas; la casa fue construida por los mismos estudiantes. La idea era de identificarse con “el pueblo”. Poco tiempo después, decidieron que sus estudiantes se formasen en un ambiente rural y en la acción pastoral.

Los mismos estudiantes pidieron trasladarse al campo, al área rural, para hacer una nueva experiencia: organizar una acción pastoral evangélica auténtica y de promoción por medio de catequistas, de líderes comunitarios y celebrantes de la Palabra. Pidieron como superior al padre Rafael Moreno, mexicano, quien estaba preparando su tesis de doctorado sobre marxismo y colaboraba entonces como jefe de relaciones públicas del arzobispado de San Salvador. El padre Moreno condicionó la aceptación del cargo de superior de la casa de formación a la permisión de traer todos los libros sobre marxismo necesarios para escribir su tesis. La Nunciatura apostólica le hizo el favor de introducir 400 volúmenes sobre marxismo-leninismo vía diplomática. La madre Pilar Manceñido fue invitada para organizar una Cooperativa Parroquial en Aguilares. Ella se hizo responsable directa de los grupos cooperativos. Pronto aparecieron tensiones de carácter ideológico entre el padre Rutilio Grande, más conservador, y el padre Jesús Bengoechea, de línea marxista-leninista.

En cierta ocasión el padre Rutilio Grande notó que los estudiantes de teología, Baltodano y Cardenal, tenían ya tres fines de semana de impartir un curso de cooperativismo, fuera del control de la madre Pilar Manceñido y el padre Grande. Este constató personalmente en una visita inesperada al local en donde se impartían los cursos que en la pizarra había un diagrama de análisis marxista sobre el modelo histórico de América Latina adaptado al pueblo con muñequitos. El padre Grande protestó por la instrumentalización de la Cooperativa para adoctrinamiento marxista-leninista. Por ello fue calificado por los otros padres jesuitas como “neurótico”. A las reuniones de la Cooperativa de Aguilares asistían también miembros de la Cooperativa de Suchitoto. El padre Franciso Estrada, superior de la provincia centroamericana, fue notificado de ello.

El padre Rutilio Grande rigió la parroquia de Aguilares desde 1973, poco después de que los obispos le expulsaran, con los demás jesuitas, del seminario mayor San José de la Montaña. En el equipo de jesuitas que le ayudaban se infiltraron varios marxistas, entre ellos cuatro estudiantes jesuitas y comunistas –Cardenal, Baltodano, Ascoli y Hernández de tan descarado partidismo que acabarían expulsados de la Compañía. Pese a la oposición del padre Rutilio Grande casi todo el resto del equipo se empeñó en una campaña de mentalización y organización marxista-leninista entre los campesinos de la parroquia. Se trataba de crear una “nueva religiosidad” que consistía en sustituir a la religión por el marxismo y al ideal de Dios por el ideal del hombre. No se buscaba la conversión religiosa sino la conversión al activismo político. Estudiantes politizados de la Universidad José Simeón Cañas, convertida ya en el principal centro de activismo marxista en El Salvador, contribuían al adoctrinamiento y a la organización de los pobres campesinos de Aguilares. El padre Rutilio Grande se mostraba cada vez más en desacuerdo con estas actitudes pero de momento se tuvo que aguantar.

2. Las universidades como centro de adoctrinamiento marxista – leninista y de activismo revolucionario.

La Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, abreviada como UCA, fue creada en 1965 en virtud de la ley de universidades privadas. Al hacerse cargo de ella, decidieron convertirla en centro de influencia y servicio social, para ayudar a la “completa liberación del hombre”. No definieron a su universidad como católica pero reconocieron su “orientación cristiana” interpretada como “el aspecto socializante de la cultura y de la sociedad”. Este aspecto socializante se concretó en el adoctrinamiento marxista-leninista y en la conversión de la Universidad en centro de activismo revolucionario.

Esta estructura se concretó con la llegada como rector de la UCA del padre Ignacio Ellacuría y su equipo en una acción social y reflexión teológica pro-marxista-leninista. El marxismo-leninismo es cátedra fundamental en la UCA aunque no hay asignatura con este nombre.

Los hechos históricos demuestran que además de ser Universidad se ha convertido en centro de acción política marxista-leninista. En 1973 se abrió un curso de reflexión teológica para los campesinos de la FECAS (Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños). Más tarde, en 1975, bajo la asesoría de la UCA, se realiza la alianza FEC-CAS-UTC (Unión de Trabajadores del Campo). En 1977 las LP-28 (Ligas Populares 28 de febrero) grupo de fachada del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y miembros del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional) se organizaron en la UCA. Allí mismo se elaboró un proyecto de gobierno de tinte socialista en ocasión del golpe de estado de 1979 e involucraron al arzobispo monseñor Oscar Arnulfo Romero en el mismo, para no tenerlo en su contra. Pactaron con una fracción del Ejército. El golpe de estado contra el Presidente Romero fue fraguado en la UCA y en el Arzobispado, como afirmó el P. Luis de Sebastián. Aprovecharon la coyuntura para proponer un modelo político de gobierno basado en principios sociales, políticos, económicos y militares presentados en el llamado “Libro Amarillo”. Durante los dos meses y medio que duró la Junta Revolucionaria de gobierno, después del golpe de estado de 15 de octubre de 1979, la influencia de la UCA fue decisiva en el gobierno”.

Recuérdese que en ese mismo año los sandinistas, entre los que formaban parte importante destacados dirigentes políticos, derribaron al presidente de Nicaragua, Somoza, e instalaron un gobierno de traza marxista-leninista con participación del clero. Ese gobierno, cabeza de puente para Fidel Castro en Centroamérica, impulsó la revolución en El Salvador y luego evolucionó desde el marxismo-leninismo hacia la Internacional Socialista, como harían los propios jesuitas salvadoreños, Ellacuría y otros compañeros como Jon Sobrino eran vascos y nunca condenaron las actividades de ETA. En el resto de estos sucesos ya aparece el nuevo arzobispo de San Salvador, monseñor Oscar Arnulfo Romero, instrumentado por los revolucionarios de la UCA, que con su colaboración en el golpe de estado de 1979 ya se veían tocando el poder como sus hermanos de Nicaragua. El gobierno sandinista de Nicaragua, apoyó a ETA, proporcionó a sus terroristas arsenales y campos de entrenamiento, como han demostrado luego varios servicios secretos (ABC, 18 de octubre de 1992, pág. 37).

“Cuando se originó la crisis de la Junta Revolucionaria de gobierno debido a que la fuerza armada comprobó que había en dicho gobierno bastantes militantes del comunismo, se reunieron el día 2 de enero de 1980 en la biblioteca del seminario San José de la Montaña juntamente con el arzobispo monseñor Oscar Arnulfo Romero, los miembros de la Junta Revolucionaria de gobierno y su gabinete de gobierno para encontrar una salida airosa a la crisis de gobierno provocada por los funcionarios que habían amenazado con renunciar si el consejo permanente de la fuerza armada no acedía a sus exigencias. Al día siguiente a las 13 horas renunciaron todos los ministros, subsecretarios y demás funcionarios que pretendieron chantajear a las fuerzas amadas. Entre los funcionarios renunciaron Manuel Ungo y el ingeniero Román Mayorga Quirós, ex rector de la UCA.

La UCA jugó un papel importante en la formación de los cuadros de los diferentes grupos marxistas-leninistas que hoy controlan el FMLN; las Fuerzas Populares del Pueblo (FPL) el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), las Ligas Populares 28 de febrero (LP-28). En la UCA se han realizado foros pro-marxista-leninistas; manifestaciones que se han planificado allí y aún más, la organización de fuerzas políticas de ultra-izquierda, “terceristas” de tipo campesino, como la UNTS. Juan Ignacio Otero, encargado de logística del FMLN, reveló, siendo ya prisionero de las Fuerzas Armadas, que se compraban armas en el extranjero utilizando cuentas bancarias de sacerdotes radicalizados".

Escrito de Ricardo de la Cierva, en alusion a la penetración de la teología de la liberación en la Iglesia Católica.

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