En una cita bibliográfica, Violeta Bonilla (1926-1999) expresa sobre el significado de la figura: “Quise representar un hombre sin ataduras, sus manos sueltas expresan la libertad intangible, y los cuatro picos del fondo representan otras cuatro naciones centroamericanas”

miércoles, 19 de octubre de 2011

LA VERDADERA CALAMIDAD NACIONAL- MARVIN AGUILAR

La verdadera calamidad nacional

Marvin Aguilar

El alcalde de San Julián decía esta semana una sentencia muy reveladora: dejen saber al mundo que estamos jodidos. Lo cierto es que esta situación –muy recurrente- ya tiene cansados a los países cooperantes. Mientras escribo estas líneas solo España con casi $500,000, Taiwán con $300,000 USA con $50,000 habían respondido al llamado del gobierno salvadoreño, si los estragos causados con estas lluvias han sido más graves que los que hizo Mitch, ¿Por qué la comunidad de donantes se ha tardado en responder?

La verdad que El Salvador tendrá que tomar numero, hacer cola y esperar. Grecia urge de ayuda, Haití igual, Estados Unidos tiene un creciente número de pobres que sus ciudadanos y gobiernos tienen la urgente obligación de subsanar, países de Asia de igual sufren de inundaciones, en fin el mundo no tiene el chichi para farolitos.

¿Cómo es que un país, el tercero más consumista del planeta, no tiene para arreglárselas cada año, siempre que le sucede una tragedia natural? ¿Es posible que una nación de “renta media” se pregunte afuera, no tenga un fondo estratégico para solventar las carencias que trae aparejadas una inundación, terremoto, tsunami, sequia, deslaves? O los políticos son unos dioses o el pueblo somos idiota.

Alguna vez me contaron un chiste que ejemplifica el cinismo de solo estirar la mano: cuentan que venía Jesús caminando con sus discípulos y se le encuentra un señor que le dice que en su casa no había agua, ruégale porque eso se termine y el Maestro le dice: vete a tu casa cuando llegues allá esto no será más. Al siguiente día igual, pero esta vez con la luz; a la tercera ocasión al verlo venir Jesús le dice a sus apóstoles, cambiemos de calle porque viene el hombre que no paga los impuestos.

El cambio climático

Bromas aparte. Siempre, desde lo que llegaría a ser el hombre salió del mar y evolucionó hasta homosapiens, el clima determinó entre otros, su vida, la comida, la ropa, carácter y como no, mire usted, la vivienda. ¿Cómo es posible que una comunidad que vive cerca de un rio, junto a una montaña, en el filo de una ladera no se reúna a planificar en verano que hacer en caso de una emergencia natural?

¿Por qué sucede que los líderes comunales y religiosos no dejen entre tanta jerigonza sus egos personales y den un espacio para planificar un albergue, juntar alimentos no perecederos, frazadas, colchonetas y demás aperos para trasladarse antes de cualquier aviso de protección Civil y enfrentar juntos la comunidad cualquier emergencia?

¿A qué se debe que siempre tengamos tanta cantidad de afectados, que demanden tanta ayuda, de forma inmediata, y que esto sea cada año? No se trata de ser antipatriota, sino de ser consecuente con la dignidad humana, con la decencia que como nación debemos tenernos. Somos un pueblo con más preguntas que respuestas.

Los bienes materiales, el apego, el absurdo amor a las cosas que “cuestan tanto comprar” en este mísero paisito, es de igual motivo suficiente para dejarse soterrar con todo y familia, esa acción es el ejemplo trágico de lo que se llama pobreza espiritual. La creencia de que “nada malo pasará” porque nunca sucedió nada grave, es la muestra de que clase de nación somos ahora. Esa es nuestra verdadera calamidad nacional, no los desastres que nos acontecen y que vendrán.

Debemos dejar de pensar como salvadoreños.

Hace algunos días en San Miguel terminando de cenar en el Pollo Campero después de pagar la cuenta nos instaron a comprar boletos para ayudar a los niños con Cáncer; en la Despensa de don Juan a comprar postales para los niños desnutridos; ahora tenemos que ayudar a los damnificados de esta tragedia; pronto vendrá la teletón; ¿si después pasa un terremoto? Luego ¿en el próximo invierno sucede igual o algo más grave? ¿Cuántas veces hay que poner la mejilla? Una.

Mi punto es: porque no las personas que viven en los asentamientos de alto riesgo se organizan desde antes, con ayuda de las alcaldías, Protección Civil, por qué no se convierten en ADESCOS de desastres, y les enseñamos a sobrevivir y no aprovechar cada desastre para dar lastima nacional y salir a pedir al mundo ayuda, que después no les llega en la forma que debiera. ¿Cuántas veces les vamos a reconstruir las casas a la gente?

Si en realidad los salvadoreños somos trabajadores, si eso es cierto yo no veo esta tragedia como algo malo, sino como una oportunidad de resolver de una vez por todas desde otro tipo de gobierno nuestras vulnerabilidades, dejar de usar esto como el mejor pretexto para pedir un TPS, como la oportunidad para emigrar. Solo si somos negativos veremos en el momento actual un El Salvador derrotado.

Nuestros tristes políticos tienen en esto una gran responsabilidad, los votantes debieran de pedir en las propuestas de ellos, planes de contingencia para los desastres, quedarse esperando la ayuda del gobierno, incluso quejándose de que no les han entregado jabón, o que hay que esperar hasta la madruga para bañarse en los albergues, es mostrar el lado cínico del salvadoreño. Culpar a otros de nuestras acciones.

Esta clase de eventos se volverán frecuentes, debemos de acostumbrarnos a vivir con ellos, como con las pandillas, incluso los tsunamis que son característicos del pacifico, costa salvadoreña, y el cual nunca hemos sufrido, podría darse en cualquier momento debido al cambio climático y terminar de una vez por todas con los sueños de futbol de playa. La naturaleza se está defendiendo, los países pobres pagan de antemano la factura de la sociedad de consumo mundial, de no prepararse para esto no sería extraño que nos suceda como al hombre del chiste que narraba arriba: que se Jesús se cambie de calle cuando nos vea.

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