En una cita bibliográfica, Violeta Bonilla (1926-1999) expresa sobre el significado de la figura: “Quise representar un hombre sin ataduras, sus manos sueltas expresan la libertad intangible, y los cuatro picos del fondo representan otras cuatro naciones centroamericanas”

martes, 25 de octubre de 2011

¿Y QUIEN AUDITA LAS DONACIONES?

Mondry el hermano de sangre de Luxy, poniendo el dedo en la llaga. Lo que de seguro le vendrá el titulo de mal salvadoreño…pero de eso se trata el periodismo.  No ser cómplices por omisión y/o tergiversación.
Muy buena la nota editorial, tan buena es que hasta nos comparte que las movidas turbias  siempre han sido parte de la buenas y honorables costumbres  de los famosos lideres. 
¿Y quién audita las donaciones?
Hace unos días el Fiscal del estado de Nueva York, para evitar actos fraudulentos, anunció una revisión de las campañas que prometen beneficiar a organizaciones caritativas que combaten el cáncer de mama. Hace diez años, cuando ocurrió el terremoto de El Salvador 2001, hubo una recaudación fondos cuyo destino final nunca se supo exactamente en que terminó. Tras los recientes desastres naturales en Centroamérica, particularmente en El Salvador, de la noche a la mañana una entidad anunció la repartición de 300 alcancías para recolectar dinero en efectivos para los damnificados. Esta masiva colección de fondos: ¿Se realiza conforme a la ley? ¿Quién lo audita en forma independiente? y ¿Cómo se comprobará fehacientemente que lo recolectado sea entregado en un “cien por ciento”?, como dijo uno de los voceros de la recolección?
Por Alexandr Mondragón/LTH  editorial@latribunahispana.com

A río revuelto ganancia de pescadores, reza un dicho popular. Los actos caritativos para ayudar a gente en desgracia, siempre se ven como una labor loable, y lo son. Sin embargo —porque en la villa del Señor hay de todo— es importante realizar una tarea fiscalizadora para que el santo no solo se vista el hábito y lo parezca, sino que lo sea realmente.

La región centroamericana acaba de sufrir una catástrofe natural, tras más de una semana de lluvias torrenciales, que han dejado cientos de muertos y miles de familias damnificadas que han perdido sus hogares y todas sus pertenencias. Como es usual, la solidaridad humana sale al frente para ayudar a la gente en desgracia, en particular desde aquellas comunidades centroamericanas que viven en los Estados Unidos y que son de las primeras en acudir para ayudar a sus familiares y compatriotas.

A raíz de la catástrofe reciente, varias organizaciones locales en Long Island salieron a anunciar la realización de diversas actividades para la recolección de dinero en efectivo para ayudar a los damnificados, eventos que han tenido lugar desde el pasado fin de semana tanto en el condado de Nassau como de Suffolk.

Si bien estas actividades tienen un propósito solidario al que nadie o pocos se opondrían —aunque está por saber hasta qué punto es legal que salgan a pedir dinero en las calles o dejar alcancías en negocios locales—, la pregunta del millón es saber quien fiscalizara o auditará imparcialmente el resultado financiero de las colectas y la entrega de las misma.

Hace unos días el Fiscal de Nueva York anunció una revisión de las campañas de mercadeo de causa que prometen beneficiar a organizaciones caritativas que combaten el cáncer de mama con la venta de ciertos productos y servicios. Y esto se da porque, recientemente, las autoridades de Nueva York y Nueva Jersey denunciaron a “organizaciones caritativas” que hacían un mal uso de los fondos recaudados –en algunos casos usándolo para beneficio personal o para hacer negocios fraudulentos.

En este contexto es importante recordar que, al menos en las dos últimas décadas en Long Island, cada vez que “organizaciones comunitarias” hispanas han salido a realizar recaudaciones para damnificados, estas jamás han sido auditadas independientemente ni han presentado un informe público de las mismas. Entonces, si el fiscal puede hacer una revisión a organizaciones caritativas que combaten el cáncer de mama, ¿por qué no puede hacerlas a estas organizaciones que están recolectando fondos para los damnificados en Centroamérica?

Y hay una razón para pedir una fiscalización: Hay un mal precedente.

¿Recuerdan el 2001?
Hace poco más de diez años, cuando ocurrió el terremoto del 2001 en El Salvador, un grupo de organizaciones y “líderes comunitarios” —que aún siguen merodeando por allí— anunciaron con gran pompa la realización de un partido de fútbol entre el ahora desparecido equipo Metrostars, de la Major Soccer League, y un combinado local de Long Island, en abril del 2001, para la recaudación de fondos a beneficio de los damnificados del terremoto de aquel año.

La recaudación de fondos fue un éxito ya que, después de devengar gastos, quedaron alrededor de unos sesenta mil dólares que, supuestamente, iban a ser entregados a los damnificados. Sin embargo, los avivatos se adelantaron.

En aquella ocasión uno de los involucrados —un empresario que tenía un negocio de distribución de alimentos y que después del escándalo desapareció del mapa— depositó todo el dinero en la cuenta de su negocio bajo la implícita admisión de varios otros involucrados.

Cuando La Tribuna Hispana USA, en aquel entonces, comenzó a cuestionar el destino de ese dinero, los involucrados dijeron que estaban organizando viajes para la entrega de donativos, pero jamás estuvo claro ni se presentó ninguna auditoría independiente para que el público, que había entregado su dinero como donación, supiera el destino final de los fondos.

Lo que dice la ley
De acuerdo a la Ley Ejecutiva del Estado de Nueva York sobre las Reglas y Regulaciones para la Solicitación y Colección de Fondos para Propósitos Caritativos, y de acuerdo con lo consultado con la Fiscalía del Estado de Nueva York, las organizaciones dedicadas a la recolección de donaciones deben estar registradas ante el Buró de Caridades, de la Fiscalía General de Nueva York, con un nombre o nombres “bajo la cual intentan solicitar contribuciones”. Además debe indicar la “forma de su organización”, su “estatus de exención de impuestos junto” a través de una carta emitida por el Internal Revenue Service (IRS), y “la más reciente forma de comunicación del IRS considerando alguna auditoría”, entre otros documentos. [Se realizó una búsqueda en el sitio del IRS sobre las entidades registradas para este propósito y exentas de impuestos, y en dicha lista no aparecen las entidades que se ha dedicado a recolectar dinero para los damnificados en Centroamérica.]

Las únicas entidades que están eximidas de la registración, además de las entidades religiosas, están las “organizaciones fraternales, patrióticas, sociales, de alumnos, organizaciones de ayuda a la policía y sociedades históricas”, siempre y “cuando la solicitación de contribuciones este confinada a sus miembros”.

También “están eximidas las personas que solicitan cualquier contribución para el alivio de un individuo, especificando el nombre en el tiempo de la solicitación de donaciones, si todas las contribuciones recogidas, sin ningún tipo de deducción, son pagados en beneficio del beneficiario nombrado”, según la ley. Y antes de comenzar cualquier solicitación, la persona principal que solicita las contribuciones debe presentar ante el Fiscal General un formulario informando de esta actividad.

Pidiendo en efectivo ¿entregando en efectivo?
El pasado fin de semana, luego de que una entidad hizo una colecta de donaciones en supermercados y calles de la Villa de Hempstead, llamaron a nuestra redacción para que nuestro semanario sea testigo del recuento del dinero colectado. Declinamos la invitación. Aquí el punto no es saber cuánto recolectaron en unas cuantas alcancías, durante un día, sino cómo van a certificar, a través de una auditoría independiente, la cantidad total de lo que van a recolectar en las 300 alcancías distribuidas en los condados de Nassau, Suffolk y Queens, y la cuenta bancaria que abrieron para tal propósito, que ellos mismos anunciaron a través de una conferencia de prensa y de un vocero en un programa televisivo. Y ésto es solo una parte del asunto.

Como ocurrió hace una década atrás, ¿quién garantiza al público la correcta entrega de lo recaudado a los verdaderos damnificados?

El vocero de la entidad que ha distribuido las alcancías dijo, en un programa televisivo (cuyo vídeo está en You Tube), que el “cien por ciento de lo recolectado” será entregado a los recolectados, y dijo que su entidad era apolítica aun cuando fue la misma entidad que apoyó localmente la candidatura del actual presidente de El Salvador.

Aquí, de lo que se trata, en primer lugar, es saber sí lo que están haciendo está dentro del procedimiento legal bajo las leyes federales y del estado de Nueva York. Hay que dejar atrás la viveza y hacer las cosas en forma legítima y transparente.

En segundo lugar y lo más importante, aquí no se trata de decir que tal o cual organización tiene un “amplio historial de honestidad y reconocimiento de nuestra comunidad”, porque hasta el día de hoy ninguna de las entidades que a través de los años han realizado colectas, festivales, desfiles y fiestones —usando el nombre de “nuestra comunidad”— jamás han mostrado auditorías, informes o cualquier otra clase de información o documentos, a través de los cuales se compruebe fehacientemente el buen destino de las donaciones.

Sólo cuando se vea que el total de lo recaudado —el 100% del dinero en efectivo como dijo uno de ellos— sea entregado en las manos de los damnificados en el lugar de los hechos —porque así como piden en efectivo, deben darlo en efectivo—, allí se les empezará a creer. Ojo, esto es ¡para todos los que han salido a recolectar dinero para los damnificados en El Salvador y Centroamérica!

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